Por primera vez desde la tragedia, el gobierno nepalí admitió que «no estaba preparado» para hacer frente a un terremoto como el que sacudió al país, pese a que había habido alertas. Además de la secuela de muertos, ocho millones de personas sufrieron daños directos en sus viviendas y al menos un cuarto de millón huyó de Katmandú.
El gobierno precisó que la cifra de muertos provisoria es de 5.057 personas, la de heridos 10.915 y la de desplazados dentro del país, 454.769. En este contexto, «no tenemos suficientes medios y necesitamos más tiempo para llegar a todos», señaló el ministro del Interior, Bam Dev Gautam, quien reconoció que ni siquiera en la capital, Katmandú, alcanzan los medios. Allí aún no hay electricidad, por lo cual no funcionan bien ni el abastecimiento de agua ni las telecomunicaciones.
Por el momento se contabilizó la salida de la ciudad de un cuarto de millón de personas de la ciudad capital, según informó un portavoz del Ministerio de Transporte. Esas personas buscan comida y agua e intentan saber qué pasó con sus familiares y casas del campo, explicó el director de la misión de la ONG World Vision, Philips Ewert.
El terremoto del sábado, de magnitud 7,8 en la escala de Richter, fue el más fuerte registrado en Nepal en los últimos 80 años. Los análisis realizados en forma independiente por James Jackson, de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y por Sandy Steacy, de la Universidad de Adelaida, en Australia, indicaron el terreno bajo el área de la ciudad de Katmandú se desplazó hasta tres metros hacia el sur, mientras que el monte Everest debería haber quedado de la misma altura.