No se conoce la letra chica del acuerdo Mercosur – Unión Europea. Los principales afectados, a favor y en contra, no fueron consultados. Funcionarios del gobierno dicen que recién ahora se reunirán con ellos para comentarles de qué se trata lo que se firmó en Bruselas. Un Gobierno que se jacta de la apertura al diálogo y al consenso avanzó en una negociación, dominada por el secretismo, que puede definir la matriz productiva del país ignorando la opinión de industriales y de trabajadores de sectores sensibles.
Este comportamiento se entiende en la firme convicción del presidente Mauricio Macri de que la industria argentina es vetusta, como se lo ha dicho a varios de los principales dueños de grandes firmas productoras de manufacturas, y, por lo tanto, no merece ser considerada como prioritaria. Un desprecio que mezcla ignorancia acerca de cómo se han desarrollado los países y una rivalidad no resuelta con su padre industrial. Franco ha fallecido; ahora le toca el turno de terminar con la industria y le será más aliviador a él si en primer lugar se encuentra la automotriz, donde el grupo Macri fue uno de sus protagonistas con Sevel (Franco echó al hijo Mauricio de esa empresa por la escasa habilidad que demostraba en la administración del negocio). Por lo pronto, ese objetivo ya lo está cumpliendo porque el sector está siendo destruido en sus años de gobierno.
Otro motivo para explicar ese acuerdo es que la administración macrista responde a los intereses de los jugadores más grandes del agronegocio, quienes parecen ser inicialmente beneficiados del acuerdo con la UE. Uno de los máximos representantes de esa actividad, Gustavo Grobocopatel, actuó de vocero de ese grupo con una militancia fanática a favor del macrismo.
Se debe sumar una razón más rústica y de cortísimo plazo: aplicar un golpe de marketing político con el objetivo de tener algo para mostrar en estos meses de elecciones en un frente que ha acumulado una sucesión de fiascos estrepitosos en estos tres años y medio de economía macrista. Esto último ha quedado tan en evidencia que resulta grosera la repetición de eslóganes difundidos por la red de propaganda pública y privada acerca del carácter histórico de un acuerdo que no se firmó.
La grey de economistas liberales deberían ser más prudentes en festejar el anuncio del Gobierno si después no quieren quedar asociados al fracaso de otro experimento neoliberal, como pasó durante la gestión de Alfredo Martínez de Hoz en la última dictadura militar y de Domingo Cavallo durante el menemismo. Si es por la bandera ideológica del libre comercio les servirá para un debate económico que atrasa un siglo; pero si tienen la expectativa de que existe un acuerdo ya sellado se chocarán otra vez contra el muro del marketing político del oficialismo.
El macrismo, siendo fiel a su esencia, presentó una instancia de la negociación como si fuera un hito histórico, cuando en realidad no se firmó el acuerdo, sino que se definieron líneas generales. Condiciones que, también respondiendo a la naturaleza de la Alianza Cambiemos, benefician en exceso a la contraparte (a los europeos) con la ilusoria esperanza de conseguir la simpatía de capitales extranjeros para invertir en el país.
Uno de los negociadores del acuerdo Mercosur-Unión Europea en el gobierno anterior, Carlos Bianco, ex secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería, ilustró con un ejemplo “el desastre” -como lo calificó- de lo pactado, en El Destape radio. En 2004, el Mercosur pidió que la Unión Europea autorizara el ingreso de 400 mil toneladas de carne; la contraoferta fue 100 mil toneladas. En 2010, sin avances en ese punto, se definió que ninguna oferta europea posterior podía ser inferior a esas 100 mil toneladas. De acuerdo a lo que se difundió, el Mercosur ahora aceptó 99 mil toneladas. No sólo no subieron la cuota, sino que es menor al mínimo ya establecido. Bianco reveló que conversó con uno de los negociadores argentinos y que él le dijo que había que cerrar el acuerdo porque “lo dicen de arriba (se refiere a Macri) para hacer el anuncio” para las elecciones.
Las “fake news” se emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular, desprestigiar para obtener un rédito económico o político. El anuncio del acuerdo Mercosur-UE realizado por el macrismo se encuadra en la definición de fake: algo falso que no es lo que aparenta. No es un acuerdo final; la letra chica no se definió; lo que se avanzó se mantiene en secreto; es un anuncio político en tiempos de campaña electoral; no tiene beneficios generales para la economía argentina; aumentarán las importaciones y disminuirán las exportaciones porque se perderá el mercado brasileño a manos de los europeos. El festejo oficialista del acuerdo Mercosur-UE es fake.