En dialecto político se llama “boleta corta” a aquella que no contiene la de mayor importancia, la presidencial en estas elecciones. Los gobernadores de cinco provincias –Córdoba, Chubut, Misiones, Neuquén, Río Negro– eligieron hacerlo por falta de acuerdos con los candidatos a presidente. Jamás lo verbalizarán pero suponen que es, apenas, lo mejor dentro de lo posible. Puesto de otro modo: no es lo ideal. Se afirma que muchos argentinos cortan boleta, una válida opción democrática. Se trata de una verdad incompleta si no se acota que la mayoría no lo hace. Así las cosas, dista de ser negocio presentarse con lista incompleta en comicios presidenciales.
El Frente Cívico (FC) que gobierna Santiago del Estero es un caso aparte. Aplica un manejo particular, propio de un partido ultra mayoritario en la provincia. Presenta una boleta corta con precandidatos propios para senadores y diputados nacionales. Pero a la vez, aunque sin sumarse formalmente, participa en el Frente de Todos. Pertenecen al FC la casi totalidad de los precandidatos de la boleta completa apoyando a la fórmula presidencial Alberto Fernández- Cristina Fernández de Kirchner. Una movida que intenta capturar casi todas las bancas que se renuevan, cuatro en la Cámara Baja, tres en la Alta. Merece un tratamiento más extenso que esta nota escrita contra el cierre.
La ventaja central de la boleta corta es que todos los candidatos son “fuerza propia”. Los gobernadores no debieron fatigarse en negociaciones con otros partidos. Ni tendrán que repartir con otros las bancas que obtengan.
El riesgo mayor finca en que fórmula presidencial acostumbra ser el principal interés de los votantes. Si estos resuelven usar la boleta corta deben cortar las demás que coloquen en el sobre. Si se ponen boletas de distintos partidos para los mismos cargos el voto se anula por imposibilidad de conocer la voluntad del elector. El olvido o el error en el cuarto oscuro conspiran contra las chances de la boleta corta.
Tres de los distritos mencionados son gobernados por fuerzas provinciales, en principio más proclives o habituadas a tramitar autonomía: el Movimiento Popular Neuquino (MPN, la más ancestral y potente), el misionero Frente Renovador de la Concordia (FRC) y el partido del gobernador rionegrino Alberto Weretilneck.
En Neuquén y Río Negro se renuevan senadores. El gobernador Weretilneck, a quien la Corte Suprema vedó ir por la reelección, encabeza la boleta e hizo campaña. Su nombre hace “vistosa” la oferta, intuye este cronista. Todo indica que la disputa por los tres senadores, tanto en Neuquén como Río Negro se dilucidará entre el oficialismo local y el Frente de Todos. El ex secretario de la presidencia, Oscar Parrilli, será el primer candidato a senador del peronismo.
El FRC hegemoniza Misiones pero le cabe lidiar, además de los Frentes nacionales con el Partido Agrario y Social (PAyS) otra fuerza distrital con presencia firme. Con cuatro diputados en juego, el FRC tendría que golear para quedarse con tres y que salir primero para sumar dos.
El gobernador cordobés Juan Schiaretti recuerda sin dudas lo sucedido en 2011 antes de la reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El “cordobesismo” liderado por el fallecido José Manuel de la Sota cosechó poquísimos votos en las PASO. Tan mal le fue que retiró a sus candidatos para las elecciones generales.
Schiaretti repite la táctica por su tradicional enfrentamiento contra el kirchnerismo. Y porque le es imposible alinearse con las huestes del presidente Mauricio Macri. Este cronista intuye que le está haciendo un favor silencioso a Juntos por el Cambio. Con nueve bancas para renovar, el macrismo (que goleó cuatro años atrás) arranca la carrera en pole position. Quizás podrá aspirar a cuatro o, si le va bárbaro, a las cinco que arriesga. Schiaretti, como mucho, podría sostener dos o tres. Posiblemente sea la única provincia propicia para el macrismo entre las cinco que recorremos.
Es común fantasear con la omnipotencia de “los aparatos”. Hay quien explica que las unidades básicas o sus equivalentes pueden repartir la boleta corta junto a un haz de boletas con distintas fórmulas presidenciales. Para que cada persona arme su propio menú o como dijo Schiaretti, escoja al presidente que quiere. Un problema de magnitudes limita el alcance de esta práctica. Para que fuera eficaz en la poblada provincia mediterránea se deberían repartir un millón de kits de boletas … y conseguir que los votantes las depositaran tal cual en los sobres oficiales. Difícil que el chancho chifle…
La gravitación de las boletas cortas en octubre es, como casi todo en esta etapa, impredecible. De cualquier modo, el ojímetro y el olfato del cronista dicen que serán los aspirantes a la Casa Rosada los que más incidan en el resultado.
Postdata informativa. Los nombrados mandatarios provinciales serán los más relevantes cultores de la boleta corta. Habrá otros partidos que jueguen igual en varias provincias. Por dar un solo ejemplo: la Fuerza Republicana que promueve a Ricardo Bussi como primer diputado y que aspira a obtener una de las cinco bancas que se dirimen en Tucumán.