30 de abril y 1º de mayo: del paro general al día de la clase trabajadora
Por:
Johana Gómez.-
Referente provincial del PTS/Frente de Izquierda.-
Esta semana se cumplieron 200 días del último paro general. Desde ese día, hubieron 260 mil nuevos desocupados, un millón de personas entraron en la pobreza, la inflación sumó casi 32 puntos más, se aplicaron nuevos tarifazos y el gobierno nacional pagó un millón de pesos por minuto en “intereses de deuda”.
Ante ello, la bronca se sigue acumulando por abajo. La CGT bate todos los récords de desprestigio e impopularidad. Esto hizo que su Consejo Directivo, encabezado por Daer, convocara a una marcha folclórica, pese a que sigue evitando llamar a un paro general. Los gremios del transporte convocaron una huelga el 1° de Mayo, que pasará a la historia como uno de los peores chistes contra las trabajadoras y los trabajadores de esa rama. Otro sector del sindicalismo peronista – el Frente Sindical de Camioneros, Bancarios, Smata y otros gremios – anunciaron un paro el 30 de abril junto a las dos CTA.
Las cúpulas sindicales temen que, si la economía y la crisis social estallan, no puedan contener a sus bases ni al resto del pueblo trabajador. Si estuvieran tan decididos de enfrentar a Macri y los empresarios, el SMATA hubiera hecho algo por los miles de mecánicos hoy suspendidos o el SUTEBA de Provincia de Bs. As. no hubiera pactado una paritaria docente a la baja con María Eugenia Vidal.
El paro del 30 de abril es – entonces – para descomprimir, para intentar contener el desprestigio del sindicalismo peronista y la bronca de la clase trabajadora. Pero, también es el relanzamiento del peronismo sindical de su campaña hacia las elecciones PASO de agosto y las Generales de octubre. Por eso, dejaron claro que, después de la medida de fuerza, su único “plan de lucha” será convencer a la clase trabajadora que vote al peronismo, cuyo plan de gobierno plantea mantener el acuerdo con el FMI, aunque sea “renegociado”, así como el pago de la deuda. O sea, continuarán con el ajuste.
Con todos esos límites y a pesar de los objetivos de sus convocantes, la medida del 30 de abril puede convertirse en un pronunciamiento de una parte importante del pueblo trabajador. Desde la izquierda, peleamos por un paro contundente, activo y no “dominguero”. Para eso, hay que exigir asambleas en todos los sindicatos. Si toda la clase trabajadora puede debatir la medida, se puede convencer a miles de trabajadoras y trabajadores acerca de su necesidad pero, además, de extenderla a todo el movimiento obrero.
Sin embargo, con un sólo paro no alcanza: hay que exigir su continuidad con un paro activo de 36 horas; reclamar un aumento de emergencia para tener un salario igual a la canasta familiar actualizado automáticamente por la inflación; exigir la anulación de los tarifazos; luchar contra los despidos, levantando bien en alto la demanda por el reparto de las horas de trabajo y la ocupación bajo gestión obrera de toda fábrica que cierre o despida masivamente; pelear por la unidad y el apoyo a los reclamos de los movimientos sociales y de sectores desocupados, así como el pase a planta permanente y convenio de los millones de trabajos precarizados, empezando por la juventud y la mujer trabajadora; por último – para terminar con el saqueo – plantear la ruptura con el FMI y el NO pago de la deuda.
Con dicha perspectiva y tales reivindicaciones, este 1º de mayo (Día Internacional de la Clase Trabajadora) la izquierda encabezada por Nicolás Del Caño y Myriam Bregman – nucleada en el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) – realizará concentraciones y actos en las principales ciudades del país.
Con las banderas que supieron llevar los Mártires de Chicago en el siglo XIX, el PTS/FIT convoca a movilizarse en una nueva jornada histórica y de lucha: por la derrota del FMI, Macri y los gobernadores; el kirchnerismo, aliado de la burocracia sindical, la Iglesia y los gobernadores del PJ, no es una alternativa contra la crisis actual; que la crisis sea pagada por los grandes empresarios, banqueros y terratenientes; por la construcción de una gran fuerza política que impulse la movilización independiente de las trabajadoras y los trabajadores, las mujeres y la juventud; y por un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo pobre.