La medida oficial es retroactiva a enero; por eso, se estima un alza del precio al público del 3 % al 4 % sólo por el incremento del biocombustible.
Aumentando la presión sobre el precio de los combustibles, en este caso el gasoil, el Ministerio de Energía dispuso el martes un aumento de casi el 15 % en el precio del biodiésel que representa el 10 % de un litro del producto.
Un alza de esa magnitud debería implicar un incremento del 1,5 % en el precio del gasoil al público. Pero la medida oficial tiene la particularidad de fijar nuevos valores para el biodiésel para enero, febrero y el corriente mes, de modo que las petroleras tienen que pagar el aumento que corre desde el martes más lo que adeudan de los dos primeros meses del año.
El precio vigente hasta el martes era de $ 15.106 por tonelada de biodiésel, según la web del Ministerio de Energía. Ahora, se estableció para enero un valor de $ 15.447, con una suba del 2,25 %, y para febrero $ 16.524 con un incremento del 9,38 % con relación a lo ya pagado en ambos casos por las petroleras.
Hasta antenoche en las principales empresas no se había decidido qué hacer con la imprevista diferencia para enero y febrero, pero si se lo traslada inmediatamente al público el gasoil subiría entre un 3 y un 4 % solo por este concepto.
El problema es que no se trata solo del biodiésel. En tanto el mercado está desregulado, las petroleras van a trasladar a precios las diferencias en el tipo de cambio y en la cotización internacional del petróleo, en la variedad Brent que cotiza en el mercado de Londres. También tenderán a que el precio de los combustibles siga el mismo sendero que el índice de precios al consumidor.
Si se toma el 5 de febrero, fecha previa al último aumento que practicó YPF y siguieron después las otras compañías, el valor del dólar se incrementó hasta anteayer un 4,03 %, mientras el precio del Brent tuvo un descenso del 2,7 %, y los precios al consumidor se ajustaron entre un 2,5 y un 3 %. A esto se suma la incidencia del cambio en los impuestos que rige desde este mes, que al haber igualado la carga impositiva para los productos comunes con los premium, implica la necesidad para las refinerías de neutralizar el efecto, en particular en el caso de la nafta súper de YPF.
Pueden hacerse muchas observaciones sobre estos razonamientos empresarios, como por ejemplo que no todos los costos están dolarizados, o que el cambio en los impuestos también dejó algún saldo para este mes a favor de las compañías sobre todo en el caso de los productos premium.
Pero en un mercado desregulado, como el que decidió el Gobierno a partir de octubre, el único límite que tienen los precios es el de la demanda y ésta sigue en ascenso hasta ahora, salvo en el caso el gasoil común más vinculado al nivel de actividad. Y en estas condiciones las empresas no van a perder la oportunidad de mantener los ingresos y la rentabilidad, y si es posible de mejorarlos.