La grandilocuencia de los septuagenarios patrones feudales, quiere impresionar al peronismo nacional, solo para tratar de formar parte de alguna fórmula presidencial y así intentar retener el gobierno de San Luis frente al temor que les provoca el 43 % que ya tiene Claudio Poggi.
Adolfo y Alberto Rodríguez Saá no son más que peronistas deperonizadores, a quienes nada les importó nunca las necesidades sociales, y nada concreto hicieron en tres décadas, para que en San Luis hubiera el verdadero movimiento social ascendente que siempre distinguió al peronismo.
La única preocupación que tienen es ganar elecciones para sostener el poder. ¿Qué serían los Rodríguez Saá sin poder? ¿Acaso, abogados exitosos y líderes del Partido Demócrata Liberal donde hicieron sus primeras armas militantes? o bien lo que son ¿Dos sujetos que sin el Estado, pasarían desapercibidos?
Si bien las resultantes de estas intrigas bien podrían inscribirse en aquello de que “lo que hubiera de haber habido”, lo cierto es que hoy son dos hombres cuya honestidad sigue bajo sospecha; que se sienten más que los demás; que atropellan con sus mal abultadas billeteras en nombre de un poder político ficticio, que solo se sostiene en el grupo económico que construyeron merced al esfuerzo de los miles de incrédulos sanluiseños que al cabo del tiempo creyeron en ellos o hicieron que necesitaran de ellos. Desde ese lugar de poder hurtado, es que pretenden ejercer un liderazgo nacional que por suerte, siempre les fue esquivo.
La sabiduría popular argentina ha evitado que lleguen por la fortaleza de los votos a la Casa Rosada. Aquella vez que nuestra Argentina atravesaba su peor tormenta social y económica, en 2001, se ofrecieron como los salvadores de la Patria y solo duraron una semana, porque gobernar aquella Nación no era lo mismo que dominar San Luis. Hoy tampoco.
Un millón de empleos; declaración del default; penas máximas para los delitos de corrupción; creación de una nueva moneda que pretendían se llamase “Argentino”; abrazos con las Madres de Plaza de Mayo luego de haberle escrito una carta al genocida al almirante Emilio Massera denunciando a comprovincianos como “elementos subversivos” para los que pedían “castigo ejemplar”, fueron algunas de las ampulosidades anunciadas por Adolfo el breve, que 17 años después pretende trasladar la experiencia a su hermano Alberto, solamente para evitar que el frente opositor más fuerte que conozca la historia reciente, convierta a Poggi en el hombre que con toda tranquilidad, recibirá el mandato de pasar a retiro a los hacedores de la patología institucional de San Luis y llevarla nuevamente a la normalidad, de la que jamás debió apartarse.
El mundo ha cambiado. Ellos no. Salvo en la necesidad de abrazarse con quienes ayer detestaban. Solo para retener San Luis. Ahora, abandonan la idea de un PJ local diferenciado del resto del país. Saán Luis va a salvar a la Argentina.
Caminan por una ficticia izquierda cuando el único sendero que conocen es el de la derecha lopezrreguista que los vio nacer y que los llevó a acuerdos políticos con el carapintada Aldo Rico; con el genocida tucumano Antonio Domingo Bussi, con el ultraliberal Domingo Cavallo o con el torturador Malevo Ferreyra.
La última candidatura, frustrada, a diputado nacional de Cavallo fue en Córdoba por el Compromiso Federal de los Rodríguez Saá. Un caracterizado vecino de Estancia Grande -odontólogo él- se encargaba de los vínculos con el Malevo Ferreyra. Los diputados Bussistas formaron parte de los pocos 169 votos (contra 138) que los llevaron al sillón presidencial. Ese es parte del derrotero “progresista” de los que pretenden gobernar la Nación en nombre del histórico Movimiento Nacional y Popular, que viene del fondo de la historia argentina y en el que ellos pretenden cabalgar.
¡¡¡Ay 2019!!!