La sociedad K-Saá y la complicidad de los más notorios dirigentes del Frente para la Victoria produjo el deceso por implosión del kirchnerismo en San Luis.
Dejó de existir aquella fuerza que generó alternativas de gobierno, que fue primera minoría opositora, que gobernó varios períodos el municipio más importante de la provincia y que se presentó como la alternativa peronista al supuesto peronismo de los hermanos Rodríguez Saá.
Su desaparición tiene todo que ver con la clásica voracidad material y política de quienes primero deseaban el poder de la “tilinga” y ahora la abrazan para salvarse juntos en la jungla pejotista que tiene marcado el destino a Comodoro Py y hacia otros tantos juzgados federales, para desentrañar el modo tan particular en que amasaron sus fortunas.
Los más grandes exponentes de esta nueva alianza, se unen bajo el paraguas de un pretendido peronismo del Siglo XXI que lejos está de preocuparse por los que menos tienen. En todo caso, son los que más tienen en desmedro de sus “protegidos”, que ahora se desvelan por sostenerse en medio de tamañas acusaciones que por repetidas, no dejan de ser consecuencias corruptas.
Unos dominaron San Luis y se hicieron millonarios. Intentaron en la Argentina y la mayoritaria sabiduría popular, en defensa propia les negó esa oportunidad. Otros dominaron Santa Cruz y también la Nación. Pero ambos atraviesan el mismo final de ciclo, aun cuando sus máximos exponentes hayan sido electos por seis años más en bancas senatoriales. También debería ser inexorable y tener ese rumbo, la rendición de cuentas que le deben a la sociedad que les depositó confianza, además de votos.
Hoy, ni unos ni otros son confiables. A los primeros, los conocemos desde siempre y siempre supimos de su oportunismo. De los otros, creímos que eran diferentes, pero los equivocados fuimos los que quisimos encontrar en ese espacio el ámbito de las realizaciones sociales que negaban los dominantes puntanos.
El modelo que expresan es el mismo porque más que ilusiones, comparten negocios.
En San Luis, el kirchnerismo despertó algunas expectativas provinciales porque aparentaba ser diferente al rodriguezsaísmo, pero el paso del tiempo, tristemente demostró que son iguales. Han expresado idénticos pareceres, a lo sumo desde sitios diferentes. El tiempo así lo demostró.
La disciplinada y obsecuente tropa de ambos sectores recibe instrucciones y vuelven a saludarse con pretendido afecto aquellos que habían dejado de hacerlo, porque sus jefes así lo habían dispuesto. Nunca saben los subordinados si son leales o revolucionarios, hasta tanto sus líderes les digan cómo deben actuar. Los subordinados K y los subordinados Saá son seres animados autómatas, con tal de mantener una pobre canonjía o un triste privilegio que no defienden con convicciones sino con conveniencias.
Las más notables expresiones vernáculas del Frente para la Victoria de la provincia de San Luis, no son más que empresas familiares de colocación de sus miembros en funciones de gobierno. Así subsisten legisladores y dirigentes que alguna vez se jugaron contra el régimen que hoy defienden. Allí están ex intendentes y ex candidatos a intendentes de más de una ciudad. Son los mismos que usarán sus minúsculos espacios de poder para construir efímeros patrimonios, cuya legitimidad está ausente. Los que gozarán de una dieta que puede empacharlos, pero que no tendrán jamás la libertad que otorga la conciencia limpia. Los que disfrutarán de uno que otro beneficio público, pero no podrán nunca sostener autoridad moral en el campo de las ideas. Solo por sostenerse individual o familiarmente, tiraron por la borda aquello que dijeron ser. Hoy aplauden a sus propios verdugos. Estocolmo les es propio.