Los operadores no dejan de sorprenderse y lo atribuyen a que los estadounidenses quieren conocer la isla antes de que todo cambie.
En las semanas que siguieron al 17 de diciembre del año pasado, cuando se anunció el inicio del deshielo en las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, las reservas de viaje de un operador turístico de Nueva York a la isla aumentaron el 57 por ciento. En febrero el alza fue del 187 % y en lo que va de marzo de un 250 %. El auge de los viajes apenas constituye un ejemplo de cómo muchos estadounidenses quieren llegar a Cuba, la isla prohibida, y verla antes de que los cafés Starbucks se instalen en La Habana Vieja, los carteles de Coca Cola arruinen sus edificios y se pierdan los autos clásicos que ruedan por el Malecón, retrató Tiempo Argentino.
Esa es la sensación que también comparten los turistas del mundo que prevén que el deshielo entre los dos países atraerá una invasión de turistas estadounidenses, por lo que se apuran para conseguir vuelos y habitaciones de hotel. «Pensamos que si las cosas se relajan, La Habana puede convertirse en otra Miami», dijo Thomas Mieszkowski, un turista británico. «Así que antes de que se comercialice todo, nos gustaría ver cómo es».
Aunque los extranjeros suelen idealizar muchos aspectos de Cuba, como sus playas casi desiertas, su arquitectura que se parece a un viejo retrato o los logros sociales de su revolución, lo que ven muchos cubanos son edificios deteriorados que necesitan remodelación y otros tantos ansían la llegada de los cambios y el levantamiento de las sanciones impuestas por Estados Unidos para tener capacidad de compra y sentir que tienen oportunidades económicas.
«Estamos entusiasmados», dijo Yadiel Carmenate, un estudiante de 26 años que trabaja como guía turístico. Pero los cubanos piensan también que es poco probable que las cosas cambien de la noche a la mañana. Las conversaciones para dar los primeros pasos hacia la normalización de relaciones apenas comenzaron y hay una fuerte oposición en el Congreso de Estados Unidos para levantar el embargo, que ya cumplió 53 años e impide casi todo el comercio con Cuba y los viajes a la isla. «Vamos a preservar nuestra identidad a todas costa -dijo Carmenate-, por eso creo que va a ser difícil que usted encuentre un McDonald’s o un Starbucks en cada esquina».
Actualmente los estadounidenses tienen limitaciones para viajar a Cuba, aunque con el anuncio de diciembre 12 categorías de visitantes podrán llegar a la isla sin tener que hacer un engorroso trámite, sea por motivos culturales, religiosos o educativos. Es, de todas maneras, una flexibilización de las normas que no alcanza para que los norteamericanos viajen libremente como lo harían en República Dominicana o las Bahamas. Aun así, el anuncio de diciembre parece haber provocado una inusitada afluencia de turistas.
Según cifras oficiales del sector turístico, uno de los motores de la economía cubana, las visitas aumentaron en 16 % en enero en comparación con el mismo mes de 2014, sobre todo con el arribo de canadienses, alemanes, ingleses, argentinos, venezolanos y mexicanos. Sin embargo, no se especificó cuántos, de los 371 mil viajeros que aterrizaron en la isla, eran estadounidenses. Tom Popper, presidente de la compañía Insight Cuba de Nueva York, dijo que no sólo sus reservas aumentaron en un 250 % este mes, sino que esperaba llevar a la isla unos 170 grupos, a diferencia de los 150 del año pasado.
El año pasado, según cifras oficiales, el país le dio la bienvenida a tres millones de turistas de todo el mundo, un verdadero récord. Eso incluye a unas 600 mil personas procedentes de Estados Unidos, entre ellos los cubano-norteamericanos que viajaron a visitar a sus familiares. En 2013, unos 95 mil estadounidenses arribaron a la isla en el marco de los intercambios culturales, religiosos y educativos permitidos, o de manera ilegal desde terceros países, como Bahamas o México. Las autoridades cubanas estiman que 1,5 millones de estadounidenses por año viajarían a Cuba si se eliminaran todas las restricciones, lo que superaría a Canadá como el principal emisor de turistas. Eso podría significar un ingreso extra de 2.000 millones de dólares anuales. Actualmente, Cuba obtiene ingresos de 2.600 millones de dólares por este concepto.