La medición de Citra y Umet, que auspician la CGT y las CTA, registró el mes pasado otro fuerte salto de precios en el rubro alimentos y bebidas, que llegó al 2,9 por ciento. Lo sufren los sectores de menores ingresos, para los que la inflación escaló a 44,2 por ciento el último año.
El aumento de precios medido por el movimiento obrero fue del 1,4 por ciento en septiembre y acumula 40,1 en doce meses, aunque para los sectores de menores ingresos, que destinan más recursos a la canasta básica, la suba fue del 44,2. La diferencia en las estimaciones del Instituto Estadístico de los Trabajadores, auspiciado por la CGT y las CTA, se explica porque las subas en rubros como alimentos y bebidas impactan con mayor intensidad sobre los deciles más bajos. Los aumentos en el rubro alimenticio escalaron hasta 2,9 por ciento en septiembre y explican el 68,2 por ciento de la suba de precios del mes, de la mano de productos como pollo, azúcar, verduras y arroz, entre otros. En contraste, “Esparcimiento” registró deflación (-0,8 por ciento), debido al pasaje a temporada baja en destinos invernales como Bariloche. Desde el instituto dependiente del Centro de Innovación de los Trabajadores (Citra) y la Universidad Metropolitana del Trabajo (UMET) proyectan que la inflación finalizará el año en 38,3 por ciento. Si esa estimación se valida, 2016 habrá sido 40 por ciento más caro que 2015 y habrá registrado la suba más alta desde 1991.
Con una caída del 5,6 por ciento en septiembre, el salario real continúa muy por debajo de los niveles de 2015. Sin embargo, las estimaciones del IET evidencian una leve recuperación en la capacidad de compra. La amortiguación de la caída responde, por un lado, a la anulación del aumento de las tarifas de gas por la Corte Suprema. Pero además de ese elemento, que será parcialmente revertido este mes al entrar en vigencia el nuevo cuadro tarifario, el relevamiento evidencia una moderación de la inflación del resto de los ítems de la canasta de consumo, que se explica por la estabilización del tipo de cambio y el disciplinamiento de precios que impone la creciente competencia importada en rubros como indumentaria o electrónica de consumo. De todos modos, en el IET estiman que el salario real volverá a contraerse y el poder adquisitivo sería 7,8 por ciento menor al de noviembre de 2015, previo a la asunción del nuevo gobierno.
Durante el mes pasado la inflación volvió a castigar con más fuerza a los hogares asalariados menos pudientes. El 20 por ciento de menores ingresos registró una inflación en torno al 1,6 por ciento, mientras que para el 20 por ciento de mayores ingresos los aumentos se ubicaron en el orden del 1,1 por ciento. Desde el instituto dependiente del Citra y UMET explican que los deciles más bajos “sufren” más en términos relativos las subas de alimentos y bebidas y de los servicios públicos. En contraste, los deciles más altos se ven más afectados en términos relativos cuando trepan rubros como turismo, electrónica de consumo, salud privada, indumentaria o enseñanza privada.
En el caso de los trabajadores con menores ingresos, el mes pasado las fuertes subas en el rubro Alimentos y bebidas (2,9) no llegaron a ser compensadas por el hecho de que los servicios públicos no aumentaron. En tanto, los asalariados con sueldos más altos se vieron más beneficiados por las bajas en rubros ligados a turismo y electrónica de consumo, a lo que se suma que las prepagas y las escuelas privadas no mostraron variaciones relevantes.
Para dar cuenta de las consecuencias distributivas de las políticas del Gobierno, el mes pasado el IET estimó que la participación de los trabajadores en el PIB retrocederá este año del 51,2 al 48,5 por ciento. La magnitud de la redistribución regresiva del ingreso del primer año de Macri será similar a la pérdida que siguió al derrocamiento de Juan Domingo Perón.
En 1956 el poder adquisitivo cedió 6 por ciento mientras que el guarismo proyectado para este año asciende a 5,4 por ciento. La devaluación, la eliminación de las retenciones, los tarifazos, la aceleración inflacionaria y la bicicleta financiera son algunos de los elementos que explican ese proceso redistributivo en detrimento de los sectores asalariados.