Los creadores aseguran que en septiembre se podrá hacer una impresión 3D de uno o dos prototipos y se materializará lo que hasta ahora está en plano de las ideas.
El bioquímico y empresario Eduard Gevorkyan, el economista Iván Giner y el técnico Miguel Ángel Levanteri, los tres de nacionalidad española, patentaron recientemente el prototipo de urinario capaz de lavar y secar el pene en cuestión de segundos tras su uso, además de autolimpiarse a sí mismo.
Levanteri fue quien pensó en el plan de rediseñar el clásico urinario. Giner y Gevorkyan fueron los creadores.
«(Levanteri) nos buscó como emprendedores y nosotros le sugerimos el uso de sensores, para que el usuario no tenga que tocar nada y todo sea lo más higiénico posible», explicó Gevorkyan.
De este modo, el nuevo urinario está compuesto de un sensor que se activa con el uso del urinario. Cuando el usuario ha terminado de usarlo, los sensores lo detectan y ponen en marcha una cortina de agua enjabonada que en tan solo tres segundos limpia el pene del usuario. Cabe acotar que el agua, además, es capaz de variar su temperatura conforme a la estación: más fresca en verano y más caliente en invierno.
Después de que el agua termina de salir, otro sensor activa el sistema de secado, cuya temperatura también varía de acuerdo a la temperatura exterior. Este sistema también funciona por tres segundos y de un modo similar a un secador de manos.
Según Gevorkyan, el sistema se adapta a cualquier usuarios, independientemente del tamaño de su miembro «para que nadie en el mundo quede discriminado».
No conforme con esto, el dispositivo tiene la función de ahorrar agua: la cortina de agua jabonosa solo cae tres segundos, y ésta es usada para limpiar en sí mismo el mingitorio, puesto que el chorro de agua sigue una dirección que impide que el agua se salga del inodoro.
Alta rentabilidad
Gevorkyan ha señalado que otras de las bondades del producto es que se trata de un método rentable para las empresas productoras, puesto que incluye un sistema de doble carcasa que abarata el coste de fabricación porque ya no se usará la típica porcelana.
Actualmente Gevorkyan y Giner están negociando con una empresa española que quiere comprarles la patente, y les ha hecho una oferta de 680 mil euros (unos 765 mil dólares) después de una inicial que hizo una firma holandesa que ofreció 300 mil euros.
Este se trata de un invento con un gran potencial comercial y los empresarios lo saben. Gevorkyan ha dicho que su meta es la completa sustitución del inodoro tradicional a largo plazo, «igual que lo hizo el monomando con el grifo normal y corriente», apuntó, quien ya tiene previsto su pocisionamiento. «Islandia, Suecia y Austria están entre los países más limpios del mundo. Allí seguro que podría triunfar», vaticinó el bioquímico, aunque su objetivo es el mundo entero.
Esto se podrá saber realmente cuando en septiembre se haga una impresión 3D de uno o dos prototipos y se materialice lo que hasta ahora no es más que una idea. En cuanto al futuro, Gevorkyan señaló que quieren seguir «enfocados» en hacer realidad el urinario 2.0, y quizá más adelante diseñar un servicio similar para mujeres «para que, entonces sí, no haya discriminación», concluyó.