Tal como nos pasa a los argentinos con muchas cuestiones, el aborto nos divide a partir de una discusión en la que hay más interés en escuchar lo que nos gusta, que analizar todo con la seriedad y serenidad que impone un tema tan importante. Más aún, cuando se ponen en juego argumentos no siempre apropiados, ciertos o provenientes de fuentes no confiables.
La vida
Es el tema central e ineludible. Óvulos y espermatozoides son células reproductivas humanas que al unirse no pueden sino formar una nueva célula humana, ya completa con sus 46 cromosomas y que de inmediato comienza un proceso de multiplicación y crecimiento que continuará hasta mucho después del nacimiento.
Cualquiera sea el nombre que se le dé a cada una de las etapas, es una vida humana, sobre lo que no hay discusión posible. Es vida que crece, late, se alimenta, se mueve, se conecta con la madre. Como vida humana debe ser tratada y protegida, al punto que las asignaciones familiares se conceden desde hace décadas desde el momento mismo en que comienza el embarazo.
De ahí que al analizar el tema aborto para legislar, debemos centrarlo como tema biológico, médico, científico. No hay científicos que nos digan otra cosa.
Hay sí, concepciones religiosas sobre el tema, pero en un país laico no se puede legislar sobre concepciones religiosas por mayoritarias y respetables que sean. En temas de vida y salud se debe legislar a partir de la ciencia, no desde la obediencia religiosa.
Si desde la ciencia decimos que desde la concepción hay vida, cabe decir que un aborto es muerte para esa vida concebida.
La mujer decide sobre su cuerpo
Es uno de los argumentos más comunes a favor del aborto. Es relativamente cierto que cada uno puede decidir sobre su cuerpo. En cuestiones de salud suele decidirse con una o más consultas especializadas. Pero cuando una persona decide suicidarse, cualquiera de nosotros hará todo lo posible para salvarla, sin pensar en que es una decisión de esa persona sobre su cuerpo. Siempre se trata de salvar una vida, aún en situaciones desesperadas.
Quien crece en el seno materno, no es cuerpo de la mujer. Desde la primera célula, hay un ADN único e irrepetible en el mundo, (excepto en hermanos gemelos), también la placenta tiene el ADN de la criatura a nacer. No es cuerpo de la madre, es el cuerpo de otra persona, otra vida.
Si la mujer no quiere ser madre, lo que sí es un derecho, debe arbitrar lo necesario para que eso no ocurra. Para lo cual puede acudir a alguno de los métodos no abortivos para que no haya concepción. Si se trata de su cuerpo debe cuidarlo, si hay embarazo debe cuidar dos vidas.
Hay casos que necesariamente deben contemplarse como excepciones y deben ser considerados muy a fondo, desde las ciencias médica y jurídica. Ya me referiré a ellos.
Tanto para prevenir embarazos, como para actuar cuando ya existe, se requieren políticas permanentes de educación, porque es más lo que suele practicarse de sexo, que lo que se sabe de él y de sus implicancias.
Las estadísticas
Se dan cifras acerca de la cantidad anual de abortos y de muerte de mujeres a causa de los mismos, que estremecen por lo elevadas. Pero quienes citan estas estadísticas no muestran la fuente de las mismas ni la metodología usada para definirlas.
En el mundo se precisa la definición correcta de lo que se mide, hasta cómo y cuándo se hace, información que debe ser pública para que pueda ser consultada y verificada.
Ningún gobierno, empresa o institución, puede adoptar decisiones desde estadísticas no ciertas ni confiables.
En las exposiciones hechas y que se siguen haciendo en nuestro congreso, se han citado estadísticas sin dar las fuentes responsables y la metodología usada, conformando así argumentaciones falaces, imposibles de probar. Debieran rechazarse todas las exposiciones que no aporten esas precisiones. No se puede legislar sobre bases dudosas o falsas.
Decir que hay 500.000 abortos por año, es algo imposible de sostener con honestidad. Pero, mientras más grande son las mentiras, parecieran ser más fácilmente “tragadas” por la sociedad.
En sus palabras ante el Senado de la Nación, el Ministro de Salud Dr. Rubinstein, bajó esta cifra a 354.000, pero diciendo que es una estimación, es decir es un dato tirado al boleo, sin certezas; siendo el ministro tan partidario del aborto, bien puede ser un argumento inventado. Esta cifra, da casi 1000 abortos clandestinos por día, una categórica muestra de inutilidad gubernamental para identificar los responsables de una actividad tan intensa. También habló de 47.000 abortos registrados oficialmente en los últimos cinco años, cifra que incluye todos los tipos de aborto, hasta los espontáneos.
Es probable que las estadísticas oficiales no reflejen todos los abortos clandestinos, pero nunca tanto como para llegar a 500.000 o 354.000 por año. Cifra que recuerda aquello de “miente, miente, que algo quedará”.
Cuestión de salud
Si hablamos de salud, hay que hacerlo de modo integral. Nuestro país está lejos de contar con los servicios de salud que se necesita. Es allí donde hay que poner muchos más recursos humanos, económicos y técnicos. Como esto requiere mucho presupuesto con resultados a mediano o largo plazo, lo necesario se posterga o se cumple parcialmente.
La atención de la mujer embarazada debe ser algo interdisciplinario para que se puedan cubrir en tiempo y forma, todas las posibles alternativas que se presenten. Recordemos tan solo que por mala alimentación de la madre y del recién nacido, se llega a una numerosa población cuyas posibilidades de desarrollo pleno quedan decididamente limitadas, con la lamentable secuela de escasa educación, pocas posibilidades laborales, mala salud, etc.
La tasa de mortalidad que debe preocuparnos y está debidamente probada, es la de muertes o mal futuro del nacido por embarazos no atendidos por el sistema de salud. Son muchas y deben avergonzarnos.
Se habla mucho más de promover el aborto, que de un sistema de salud que nos atienda bien y muy especialmente a la mujer embarazada, con todo lo que la medicina moderna provee.
Es un casi un oxímoron, hablar de salud, promoviendo libre y ampliamente el aborto.
El aborto como derecho
Al decir que en un embarazo hay dos vidas, debemos tomar conciencia que esas dos vidas tienen derechos. Hay quienes sostienen que prevalece el de la mujer, porque está más desarrollada, a lo que decimos que los indefensos son quienes deben ser más protegidos.
La vida es un derecho innegable, el primero y principal, el que da origen y sustento a todos los otros derechos. A cada derecho le corresponde el deber de todos y cada uno, de garantizarlo, de poner todo en juego para que cada quien los goce a pleno. En este caso, debemos comprometernos a agotar instancias y recursos para garantizar las dos vidas
La ley que se trata, da a la decisión unilateral de la mujer embarazada el acceso a un aborto libre y gratuito y al médico la obligación de practicarlo.
Se condena la muerte por venganza, por ejercicio de la violencia, por delitos; hasta la pena muerte es rechazada mayoritariamente en el mundo; pero aquí se está queriendo permitir la muerte por aborto de una forma rayana en el libertinaje. Para condenar o para exculpar, se parte de la base de que el ser humano no mata a otro ser humano.
La muerte por aborto provocado, es una muestra del fracaso de la sociedad, no un derecho.
Aborto libre y seguro
La ley considerada ahora, permite el aborto hasta la semana 14 de embarazo. ¿Por qué hasta ahí? Porque en ese momento los estudios ya permiten definir si la criatura que se gesta, tiene problemas delicados de salud que la familia no está dispuesta a encarar. Problema que lo solucionan abortando.
Además esta ley, va más allá, al permitir que hasta último momento del embarazo, la mujer pueda decidir abortar por cuestiones psíquicas, etc., sin necesidad de opinión o prescripción médica. Es decir, la puerta es tan amplia como el universo de excusas que se pueden utilizar.
Llegamos así a un aborto libre, sin límites, ni consultas entre especialistas, decidido unilateralmente.
Se habla de aborto seguro, en contraposición al aborto clandestino. Hay que decir que ninguna práctica médica es totalmente segura. Todas tienen sus riesgos y allí donde se permite el aborto en clínicas especiales, también hay muertes de mujeres. Además, hay que agregar las consecuencias físicas y psíquicas que sufren post aborto no pocas mujeres.
Si hay algo seguro en cuanto abortos y con estadísticas que no necesitan pruebas, es que en el 100% de los abortos muere una persona inocente.
Si hablamos de seguridad cuando hay muertes de por medio, no dejemos a nadie de lado.
La economía de la salud
Hacer economía en materia de salud se llama, en todo el mundo, prevención. Es ahí en donde debe ponerse el énfasis, en educar acerca de todo lo que es reproducción humana, cómo evitarla sin dañar. Se previene cuando hay atención médica pública o privada, accesibles y de calidad.
Pero claro, pasa lo mismo que con la educación. Mantener servicios de educación y salud de excelencia al alcance de todos es caro. Es mejor tener a la población en menores niveles de calidad de vida para que sean más manejables electoralmente, sayo que lamentablemente les cabe a muchos gobiernos.
Se quiere evitar las vaya uno a saber cuántas muertes ciertas por aborto, garantizándolo libre y gratuito. ¡Vaya con la escala de valores que nos están ofreciendo!
Eso de hablar de más o menos costo de un aborto es lamentable. Más allá de honorarios, medicamentos, internaciones, me pregunto ¿cuánto cuesta una vida? ¿quién le pone precio?
La vida se cuida, se protege, se cura, se alimenta, etc. porque es vida humana, sin tacañería, entendiendo perfectamente la postura de no prolongarla artificialmente en situaciones límites, a costa de un sufrimiento sin sentido.
No sería de extrañar que haya quienes sacan cuentas de cuánto impacta en la economía de la salud pública la cantidad de abortos posibles, con el costo de criar a todos esos niños con toda la salud, la alimentación, la estimulación y la educación que merecen él y su familia. Algo así puede ser argumento de ciencia ficción, pero impropio de gobernantes y legisladores con vocación humanista.
Lo jurídico
La ex jueza mendocina Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, expuso ante los senadores durante una hora, cuando los expositores disponen sólo de siete minutos. Lo mismo ocurrió con la exposición del ministro Rubinstein. Vaya uno a saber por qué ese privilegio para los promotores del aborto.
Sin saber de derecho, desde la formación docente que nos obliga a la claridad sin tapujos ni engaños para con quienes escuchan, me permito formular estas consideraciones sobre sus dichos, según las versiones largamente repetidas por distintos medios de comunicación social.
Esta ex jueza, dijo varias veces: “no hablemos de niño, hablemos de autonomía”. Son dos cosas distintas, una no reemplaza a la otra, no se puede plantear una discusión barajando entidades distintas. Si hablamos de niño, es porque en el embarazo hay vida. ¿Acaso puede afirmar que lo que la mujer lleva en su seno, ella llevó dos, no es un niño?
No hay autonomía individual para decir la muerte de otra persona.
Dijo también: “La vida del feto no es independiente de la mujer, y la mujer no debe ser instrumento de reproducción de nadie”.
La primera parte es cierta, la criatura depende de la mujer, lo que genera una responsabilidad de la mujer para con esa vida. Desde que hay dependencia, ninguna de las partes puede alegar autonomía. La responsabilidad es la que existe y prima cuando hay una relación así de importante.
La segunda parte de esta afirmación de la Dra. Kemelmajer es una barbaridad impensada en alguien con su formación académica. Algo así podría decirse acerca de la Alemania nazi, en la que mujeres arias y rubias debían concebir hijos de jóvenes arios y rubios. Pero en una sociedad como la nuestra, no existe una esclavitud como esa.
Luego la Dra. Kemelmajer hablo de la “ponderación de bienes, de la proporcionalidad”, diciendo que: “En el primer trimestre, como el feto no tiene suficiente desarrollo, le damos más peso al derecho a la autonomía de la mujer”. Pues bien, ya dije que, si se trata de dos vidas, no prevalece la autonomía de una, sino la responsabilidad de la que más puede, sobre el más indefenso. Pero se contradice, o no lo considera o hace como que no sabe, al decir que “cuando el feto tiene más desarrollo se restringe la autonomía de la mujer”. Porque esta ley, cuando el feto tiene más desarrollo, la mujer puede decidir libremente el aborto hasta el último momento.
¿En qué quedamos Dra. Kemelmajer?
Ideología
Estamos viendo cómo en el mundo los valores se están haciendo más difusos, casi volátiles; lo que va parejo con esa teoría jurídica del garantismo. De esa forma, la vida está perdiendo importancia.
Es así que estamos en un plano ideológico, de una ideología que tiene poco y nada de un humanismo integral.
Dijo Kemelmajer: “el planteo es claro: la ley permite a quienes quieran o necesiten abortar, hacerlo sin actuar clandestinamente y ser pasible de castigos. Las mujeres que no están de acuerdo podrán seguir naturalmente con sus ideas y con su embarazo”. Señora ex jueza, abortar por querer es una locura.
Con una permisividad tan grande para decidir abortar, estamos al borde de buscar una raza perfecta. Pero de eso, no se habla. El presunto derecho de las mujeres sobre su cuerpo, ignorando a la vida inocente, se transforma en una ideología de muerte.
Una cosa es la necesidad de un aborto, por razones ciertas, excepcionales y que deben preverse con claridad y otra el libertinaje. Si no se quiere tener hijos, pues a cuidarse, no a matar.
Excepciones
Desde siempre la medicina y la ley, han previsto situaciones en que se aconseja realizar el aborto. Las razones médicas, van por el lado de inviabilidad del embarazo con peligro grave para la madre o de la vida futura de la criatura. Pero el avance de la medicina va reduciendo las causas del llamado” aborto terapéutico”. No obstante, este avance, hay que reconocer que pueden darse situaciones límites en que haya que acudir como excepción a esta medida. Decisión que no debe ser unipersonal, sino sostenida o aconsejada por más de una opinión especializada, Siempre poniendo al servicio de cada caso, los mejores servicios. Eso de que lo decida una sola persona y por causas tan amplias, es un protocolo pro muerte.
Hay muchos casos graves. Hablamos de violación y de abusos, más en el caso entre familiares directos; que deben ser analizados en su momento, sin demoras, para resolverlos, sin querer imponer una única regla común para todos. En casos así, la criatura no tiene la culpa de las acciones de sus padres. Allí la sociedad debe estar sosteniendo y amparando, física, psíquica, social y económicamente a las dos vidas.
Necesitamos un sistema de adopción más ágil y rápido, que prevea incluso, como en tantos otros países, la adopción en el seno materno. Si esa madre no desea dar en adopción, la protección estatal debe continuar, no por limosna, sino por la obligación de ejercer la responsabilidad social para quien ha sido víctima de un delito.
Objeciones de conciencia
Esta ley quiere obligar a los profesionales de la medicina que no estén de acuerdo con la práctica del aborto a que se registren como tales. En determinadas circunstancias obliga a los médicos a practicar el aborto. Médicos formados para curar, son obligados a matar una vida indefensa. También se obliga a los centros asistenciales a hacer los abortos en plazo perentorio, ninguno puede señalar su objeción. ¿Por qué no se hace un registro de los que si quieren practicar abortos? Una razón puede ser que este tipo de profesionales, siempre ha existido, siendo calificados despectivamente por la sociedad, como los “aborteros” y no deben querer figurar en listas así.
Se prevén incluso duras sanciones para quienes no quieran hacer el aborto en centros médicos oficiales.
Expresiones también, de ideología de la muerte.
El problema
Todos los problemas que nos afligen, son problemas de educación.
Como educar de acuerdo a lo que merece la dignidad de los pueblos y de las personas es muy caro y puede disminuir la cantidad de votos, los gobiernos no hacen lo que se debe y se necesita. Esta inutilidad para gobernar educando, es la que genera miseria, enfermedad, hambre, desocupación, conflictos sociales, abusos, crímenes.
Es más fácil y barato reducir la población, que proveerle a todos buena educación y buena salud, con lo mejor de la técnica, bien formados y mejores pagos.
Estamos renunciando al humanismo y vamos a un duro materialismo con el guiño de leyes e ideologías destructoras de los valores sólidos con que la humanidad llegó hasta este momento.
La muerte no soluciona lo que causa la inutilidad o la desaprensión. Los gobernantes, legisladores y jueces están para proteger la vida, llevándola a los máximos niveles de goce del bien común y a la plena realización de su dignidad como personas, como sociedad, como país. No para encontrar atajos que nos destruyan.
Este proyecto de ley que se está tratando, parece haber sido redactado como una propuesta de máxima, para poder negociar legislativamente buscando su aprobación, pero el imperio del progresismo materialista, no le ha introducido cambios, convirtiéndolo en un proyecto cruel para con la vida, ajeno al humanismo, lamentable para nuestra patria.