Casi 4.500 muertos después, Suecia admitió por primera vez que la estrategia elegida para hacer frente al coronavirus , mucho más laxa que en el resto de Europa, probablemente no haya sido la más adecuada. En una entrevista concedida a la radio estatal sueca, el epidemiólogo jefe sueco, Anders Tegnell, admitió que se deberían haber implementado más restricciones desde el principio. La «confesión de parte» confirma que el presidente Alberto Fernández tuvo razón cada vez que criticó el modelo sueco de cuarentena liberal en comparación con el de Noruega.
«Si nos topáramos otra vez con esta enfermedad sabiendo lo que sabemos ahora, creo que nos habríamos situado en un punto intermedio entre lo que hemos hecho nosotros y lo que ha hecho el resto del mundo», ha indicado Tegnell, máximo responsable de la lucha antipandemia en su país. «Creo que existe claramente un potencial de mejora. Y es bueno saber con más exactitud qué es lo que hay que cerrar para frenar la expansión del contagio», agregó.
En esta ocasión, Tegnell ha dejado de lado la habitual justificación de que Suecia sufrió en estos meses más fallecimientos que sus vecinos porque más adelante estará mejor protegida ante una eventual segunda oleada. Su respuesta a la pregunta de si ha muerto «demasiada gente demasiado pronto» ha sido inequívoca: «Sí, no cabe duda. Es algo que tenemos que pensar de cara al futuro: si se podría haber evitado de alguna manera«.
Hasta ahora han fallecido en Suecia 4.468 personas (443 por millón de habitantes), casi el 80 por ciento de todas las víctimas mortales en los países nórdicos pese a que cuenta con sólo el 37,5 por ciento de su población. En la última semana se han registrado 343 muertes, mientras que en Dinamarca y Finlandia ha habido 17 y ocho, respectivamente, por ninguna en Noruega e Islandia.
Cabe recordar, no obstante, que Tegnell, aunque mostrándose confiado en que su plan fuese el apropiado, siempre matizó que no podía tenerse la seguridad de que lo fuera, a diferencia de su mentor, el prestigioso epidemiólogo sueco Johan Giesecke, consejero del Gobierno y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A mediados de mayo, Giesecke aseguraba todavía que la estrategia sueca era «la mejor del mundo» porque, además, velaba también por la salud de la economía, algo que también se pone en duda en ahora, dado que las características globales de la crisis también afectan a Suecia.
«La principal diferencia entre nosotros y el resto de países fue que la gran mayoría cerró todo al mismo tiempo», ha señalado Tegnell. «Fuimos uno de los pocos lugares donde se aplicó un cierre gradual. Los demás implementaron restricciones colosales desde el primer momento. El problema con ese método es que no se sabe qué medidas son las más eficaces».
Como epidemiólogo jefe de la Agencia de Salud Pública (FHM), Tegnell ha sido el gran protagonista de la lucha sueca contra la covid-19. En un principio, su popularidad fue enorme, pero en las últimas semanas parece estar menguando a medida que crece el número de muertos. La FHM tiene una gran autonomía respecto al Gobierno, mucho mayor que en otros países europeos, por lo que el papel del primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, apenas si ha sido cuestionado más allá de algunas acusaciones por parte de la oposición de que se esconde tras Tegnell. De hecho, según las encuestas, el apoyo de los votantes a Löfven ha aumentado durante la crisis,
La confianza en el epidemiólogo jefe ya sufrió un duro golpe a finales de mayo cuando su antecesora en el puesto, Annika Linde, manifestó que no pensaba que la estrategia sueca fuese a dar los mejores resultados a largo plazo, precisamente lo que se venía repitiendo con insistencia desde la FHM. «Deberíamos haber hecho más tests (Suecia es con mucha diferencia el país nórdico que menos tests ha hecho), y nuestras residencias de mayores, que es donde se ha registrado casi la mitad de todos los fallecimientos, no han estado en absoluto preparadas para enfrentarse a una pandemia», dijo Linde. «Se subestimó el problema, lo cual ha sido un claro error».
Linde, que fue epidemióloga jefe de 2005 a 2013, quiso pese a todo echar un cable a Tegnell: «Debo reconocer que, al principio de todo, yo también pensé que nuestra estrategia parecía buena, así que no puedo presumir de que ya lo decía yo».