Israel atacó una escuela de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) y provocó la muerte de entre 35 y 45 personas. La institución funcionaba en Nuseirat, en el centro de Gaza, y según justificó el gobierno de Benjamín Netanyahu, allí habría funcionado un complejo de la organización palestina Hamas.
Ismail al-Zawabta, director de la oficina de medios de comunicación del Gobierno de Hamas, rechazó esas afirmaciones: «La ocupación miente a la opinión pública mediante falsas historias inventadas para justificar el brutal crimen que llevó a cabo contra decenas de desplazados», dijo a Reuters.
En un principio, el Ejército israelí insistió en que había entre 20 y 30 combatientes de Hamas y dijo desconocer si se habían producido víctimas civiles en la ofensiva. Aseguró que, antes del ataque de los cazas, había tomado medidas para reducir el riesgo de daños a civiles.
Tras conocerse el ataque, la directora de UNRWA, Juliette Touma, afirmó que no se podía confirmar la cifra exacta de víctimas pero la calculó entre 35 y 45.
El hospital Mártires de Al Aqsa, en la ciudad cercana de Deir al Balah, indicó que recibió «37 mártires» del ataque contra la escuela de la ONU, al ofrecer un nuevo balance tras la cifra. Las autoridades de este hospital dijeron con anterioridad que la «avería de uno de sus generadores eléctricos» complicaba el tratamiento de pacientes vulnerables y podía provocar «una catástrofe humanitaria».
La UNRWA, que coordina casi toda la ayuda para Gaza, estuvo en el centro de una tormenta diplomática y al borde del colapso luego de que Israel acusara en enero a una docena de sus 13 mil empleados en Gaza de estar implicados en el ataque de Hamas que desató la actual guerra.
Ello llevó a numerosos países, incluido Estados Unidos, su principal fuente de recursos, a suspender el financiamiento de la agencia, amenazando el suministro de ayuda a Gaza. Varios países retomaron posteriormente el financiamiento
Israel había advertido que no se detendrán los combates durante las conversaciones de alto el fuego. De hecho, el ataque se produjo después de que anunciara una nueva campaña militar en el centro de Gaza, en su lucha contra un grupo de combatientes que utilizan tácticas insurgentes de ataque y huida.
El líder de Hamas declaró que el grupo exigiría el fin permanente de la guerra en Gaza y la retirada israelí como parte de un plan de alto el fuego, un aparente golpe a la propuesta de tregua anunciada la semana pasada por el presidente estadounidense Joe Biden.
Las declaraciones de Ismail Haniye parecían dar la réplica del grupo palestino a la propuesta que Biden dio a conocer la semana pasada. Washington había dicho que esperaba una respuesta de Hamás a lo que Biden describió como una iniciativa israelí.
«El movimiento y las facciones de la resistencia tratarán de forma seria y positiva cualquier acuerdo que se base en el fin completo de la agresión, la retirada total y el intercambio de prisioneros», declaró Haniya.
Desde la breve tregua de una semana en noviembre del año pasado, todos los intentos de acordar un alto el fuego fracasaron: Hamas insiste en su demanda de un final permanente del conflicto, mientras que Israel dice estar dispuesto a discutir solo pausas temporales hasta que el grupo armado sea derrotado. Washington sigue presionando para alcanzar un acuerdo.