Gustavo Petro ganó la primera vuelta en Colombia el domingo 29 de junio. Obtuvo 40.34% con 8.523.554 votos, y deberá enfrentarse el 19 de junio en segunda vuelta a Rodolfo Hernández que sacó 28.17% con 5.951.901 votos, dejando en un tercer lugar a Federico “Fico” Gutiérrez, quien alcanzó 23.87% con 5.504.120 votos. Lejos, en un cuarto lugar, quedó Sergio Fajardo, con 4.20% para un total de 888.051 votos.
Este desenlace de primera vuelta había sido anticipado como posibilidad en las últimas semanas. Hernández, exalcalde de Bucaramanga y candidato outsider con discurso anticorrupción, había comenzado un ascenso que las encuestadoras registraron, en simultáneo con el estancamiento de Gutiérrez, el candidato asociado directamente al uribismo. El debate en los últimos días antes de la contienda era justamente saber a quién se mediría Petro en caso de segunda vuelta.
“Lo que se disputa hoy es el cambio, los partidos aliados al gobierno de Duque, el presidente Duque, su proyecto político ha sido derrotado. Creo que la votación total de Colombia lo que lanza es ese mensaje central al mundo, se acaba un período, se acaba una era. Ahora se trata de construir un futuro, de ver qué es lo que vamos a hacer con Colombia, qué es lo que la sociedad colombiana quiere de su propio país”, afirmó Petro al tomar la palabra, resaltando la importancia de los resultados logrados en regiones como Cauca, Nariño, Chocó o la ciudad de Bogotá.
“Hemos propuesto un cambio real y estable, verdadero, en donde la familia, que es la primera comunidad pueda fortalecerse, se fortalece si la comida llega a la casa, si frenamos importaciones caras para producir en Colombia (…) queremos un cambio que construya paz, acabe la violencia”, señaló Petro, quien durante su discurso criticó a su próximo contrincante que “combate la corrupción por Tik Tok”, pero tiene una causa por corrupción.
Petro se dirigió a varios sectores, como al empresariado, a quien le propuso escoger un modelo de “justicia social y estabilidad económica”. El mensaje de cara a la ciudadanía fue para resaltar la cercanía de una victoria el próximo 19 de junio: “solo necesitamos un millón de votos más, invito a toda esta militancia, a ese activismo, a convencer con tranquilidad, con amor, a la familia, a la comunidad en la que se vive o se estudia”.
El fenómeno Hernández
“Hoy sabemos que hay una voluntad ciudadana firme para acabar con la corrupción como sistema de gobierno, hoy perdió el país de la politiquería y la corrupción, hoy perdieron las gavillas que creerían que serían gobierno eternamente, hoy ganó la ciudadanía, ganó Colombia”, afirmó Hernández por sus redes sociales luego de confirmarse su lugar en la segunda vuelta.
“Ahora entramos al segundo tiempo y estos próximos días serán decisivos para determinar el futuro del país, soy consciente de la necesidad de unir nuestro país en el camino de cambio que hoy se ha hecho evidente, contundentemente, y soy consciente de las dificultades que vendrán cuando asuma la presidencia de la República”.
Hernández, quien hasta mediados de abril figuraba sin posibilidades de disputa, entró así a la segunda vuelta presidencial. Su estrategia, con mucha fuerza en las redes sociales, énfasis en el discurso contra la corrupción, la “politiquería”, dio resultado en un país que atraviesa demandas de cambio y transformaciones políticas. El candidato optó por no participar de los debates presidenciales realizados durante la última semana, una estrategia que parece haber dado resultado en el marco de su programa de gobierno con pocas precisiones.
El candidato de 77 años logró así una performance en el medio de frases polémicas, como su declaración en días recientes cuando afirmó: “la mujer, metida en el gobierno, a la gente no le gusta (…) es bueno que ella haga los comentarios y apoye desde la casa”. No es la única, como un video en el cual aparece pegándole a un empleado, o la causa de corrupción por sobornos que involucra también a su hijo.
La irrupción de Hernández se dio en el marco de la caída del uribismo, representado en el gobierno de Duque, el expresidente Álvaro Uribe, y el candidato Gutiérrez. Sin embargo, quien irá ahora a la segunda vuelta bajo la imagen de outsider hizo pública en una entrevista su relación de cercanía con Uribe cuando este lo apoyó en su candidatura a la alcaldía de Bucaramanga en el 2015. “Yo siento que él me quiere, él me apoyó a mí, Uribe (…) yo tengo una deuda de gratitud”.
La segunda vuelta
“Quería que ganara Petro porque está demostrando un cambio para Colombia, y está complicado ahorita porque todos los que votaron con Fico se van con él y él es un Donald Trump colombiano, el man tiene mucha plata. Petro puede tener chances de ganar en segunda, pero pues ahorita todos los uribistas, los que estaban con Gutiérrez se van a apoyar a Rodolfo porque son de extrema de izquierda y no se van a voltear”, comentó Jeison Quintero de 28 años, al frente de un taxi amarillo en Bogotá, al enterarse de los resultados.
La hipótesis de que el uribismo apoyaría a Hernández no demoró en ser confirmada. Gutiérrez, al asumir su derrota, afirmó: “hemos tomado una decisión que las queremos comunicar al país, no he hablado con Rodolfo, quiero expresar públicamente que no queremos perder el país, no vamos a poner en riesgo a Colombia, ni a nuestras familias ni a nuestros hijos, y por eso votaremos por Rodolfo el próximo 19 de junio”.
El apoyo de Gutiérrez significa que la maquinaria electoral, territorial, política del uribismo estará ahora a servicio de la candidatura de Hernández. María José Pizarro, senadora del Pacto Histórico, había anticipado el anuncio minutos antes: “el uribismo no está derrotado, nosotros sabemos que el uribismo dio la orden diciendo que apoyan a Rodolfo Hernández, eso es Hernández, la continuidad del uribismo”.
Según la encuestada de Invamer, publicada diez días antes de las elecciones -que preveía una segunda vuelta entre el candidato del Pacto Histórico y Gutiérrez- en el ballottage entre Petro y Hernández el primero obtendría un 50% mientras que el segundo un 47.4%. Ahora, con el resultado de la primera vuelta, Petro deberá alcanzar ese millón más de votos señalados en su discurso, ante un contrincante que tendrá tanto su propio caudal de votos como el que sume a través del uribismo.