El juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, investiga los diálogos mantenidos por el grupo de espionaje ilegal de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), autodenominado Super Mario Bros, con una funcionaria de la Casa Rosada, la coordinadora de Documentación Presidencial, Susana Martinengo. Todo indica que la banda le enviaba informes, por ejemplo, de una reunión secreta que mantuvo Cristina Fernández de Kirchner con Sergio Massa a fines de 2017, encuentro del que no tomó conocimiento la prensa. Lo mismo ocurrió con un supuesto viaje de CFK a Neuquén y una reunión –que en verdad no existió– de la ex mandataria con dirigentes venezolanos. También Super Mario Bros, integrado por 18 agentes que reportaban al director de Operaciones Especiales, Allan Ruiz, hizo seguimientos e informes sobre las personas que acompañaban a CFK en cada citación en los tribunales de Comodoro Py. 

El juez Villena investiga, en paralelo, la operación de espionaje ilegal en el penal de Ezeiza con la sospecha firme de que el objetivo era conseguir material, entre otras cosas, para apretar a los detenidos y lograr que se «arrepientan» e involucren a CFK en distintos delitos.

Banda

Como ya adelantó Página/12, en la banda SuperMarioBros participaron –según la investigación judicial– ex policías de la Ciudad, alineados originalmente con el comisario preferido de Mauricio Macri, el fallecido Jorge El Fino Palacios, y luego con quien también fue jefe de la fuerza, Carlos Kevorkian; ex integrantes del Servicio Penitenciario Federal; abogados, barras bravas, policías bonaerenses y hasta narcos. 

Semejante mano de obra derivó en todo tipo de operaciones y desmanejos, con parte de la banda reportando a distintas terminales. Un ejemplo muy claro de cómo se manejaba el espionaje ilegal en la AFI es que el falso abogado Marcelo D’Alessio, monitoreado por dos comisarios bonaerenses vinculados a la AFI, Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi, terminó dedicándose también a extorsionar a empresarios y a aduaneros.

Por lo que encontró Villena, especialmente en el celular de un exmiembro de la Policía de la Ciudad, Leandro Araque, el grupo también se comunicaba de forma habitual con la Casa Rosada. El diálogo era, supuestamente, con Susana Martinengo, cooordinadora de Documentación Presidencial, un cargo con oficina en la Unidad Presidente. La funcionaria era de absoluta confianza de Mauricio Macri, respondía las cartas del público dirigidas al mandatario, tenía fama de cazadora de brujas contra el kirchnerismo y, como es obvio, resolvió dejar su puesto el mismo día en que Cambiemos dejó el gobierno, el 10 de diciembre. Ya antes, seguramente decepcionada por el resultado de las PASO, dejó de contestar las cartas.

Según lo recopilado hasta ahora por el magistrado de Lomas, la banda seguía las órdenes de Ruiz, pero el descontrol era de tanta envergadura que había informes para otras terminales del macrismo y operaciones de espionaje incluso contra distintos sectores de Cambiemos.

Foco

De la evidencia que aparece en la causa de Lomas, surge con claridad que uno de los objetivos era seguir a quienes acompañaron a CFK en las distintas citaciones a Comodoro Py. En primer lugar, por supuesto, a su abogado Carlos Alberto Beraldi, que se encontraba con autos estacionados invariablemente en la esquina de su estudio. En el material recopilado por Villena aparecen fotos de personas que concurrieron a esa oficina.

Llama la atención el seguimiento del intendente de Avellaneda, Jorge Ferrarresi, que estuvo con CFK en Comodoro Py en octubre de 2017. En el celular de Araque se encontraron numerosas referencias a Ferrarresi y, como una particularidad, en muchos casos se incluía material falso para impresionar a los jefes: en el caso del intendente de Avellaneda trataron de vincularlo con la barra brava de Racing.

Respecto de CFK también hay información verdadera e información falsa. Es verdad que a fines de 2017 la ex mandataria mantuvo una reunión con el actual presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en tiempos en que la relación era de enfrentamiento. Fue un intento de recomponer el vínculo. En el equipo de CFK admiten que el encuentro existió y que nunca se filtró a la prensa.

También apareció entre las pruebas el informe sobre un viaje, en marzo de 2019, a la provincia del Neuquén. Hay un rastreo en el que colaboran hombres de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, a quienes se les pregunta si la mandataria despegó de Ezeiza o de San Fernando. En realidad, el viaje no se concretó: CFK iba a ir al Neuquén a acompañar un candidato pero al final desistió.

En los intentos de impresionar a los jefes y darle importancia a su labor, la banda informó de una reunión de CFK con supuestos «dirigentes venezolanos», a los que no pudieron identificar. El equipo de la ex presidenta dice que no existió esa reunión y que el informe es falso.

Lo que sí es real –y no deja lugar a dudas– es una enorme cantidad de fotos y seguimientos a partir de la puerta del Instituto Patria y del edificio de la calle Juncal, donde vive la actual vicepresidenta. Entre las evidencias hay imágenes tomadas desde cámaras de seguridad, supuestamente colocadas por el Gobierno de la Ciudad, pero que, da toda la impresión, fueron provistas por un empresario vinculado a Ruiz y a la exministra Patricia Bullrich, la referente de Ruiz. 

Por otra parte, en el celular de Araque hay conversaciones entre los integrantes de la banda en las que hablan de los horarios a cubrir frente al Patria o el edificio de Juncal y mencionan a quien sería un productor del canal América, al que apodan como Pirincho, a quien le hacen llegar material del espionaje ilegal. Algunas conversaciones son tan antiguas que se refieren a operaciones de infiltración en actos de Unidad Ciudadana, con el objetivo de producir incidentes.

Como ya adelantó Página/12 el domingo, los investigadores se sorprendieron porque «Araque hace años que no borra nada en su celular», una demostración del descontrol y lo que en el mundo de la inteligencia llaman «falta de profesionalismo». Quienes conocen ese mundo sostienen que los policías, penitenciarios, abogados y barras bravas que el macrismo sembró en la AFI, de inmediato se sintieron James Bond, espiaron sin límites, de manera impune, llevaron y trajeron información, armaron causas, extorsionaron, se mezclaron con narcos, repartieron escuchas ilegales entre periodistas adictos. Pero –según parece– no le llevaron a Macri la información clave: que CFK iba a lanzar la candidatura presidencial de Alberto Fernández. De eso, que dio vuelta la historia, no detectaron nada.