“La participación en los ensayos clínicos de la vacuna fortalece el sistema científico de investigación”, señaló a Página/12 Pedro Cahn, infectólogo e integrante del comité de expertos que asesora al Gobierno nacional respecto de la pandemia del coronavirus. Mientras que las corporaciones farmacéuticas compiten por la puesta a punto de la vacuna contra el virus , la realización de ensayos clínicos en la población es decisión de cada Estado. “Hay una posibilidad de que Argentina participe de un ensayo clínico en primavera”, explicó Cahn.

El anuncio de las compañías Pfizer y BioNTech sobre los resultados positivos de la experimentación de la vacuna refiere a una primera etapa del ensayo, en este caso realizado en un grupo reducido, de 45 personas. A esta instancia le siguen dos más, en grupos cada vez mayores. Sin embargo, hay otras 17 vacunas que están siendo testeadas –en fase clínica– alrededor del mundo. “La ventaja de poder testear la vacuna nosotros mismos es el hecho de no depender de los resultados extranjeros, porque en cada población podría actuar de forma distinta”, explicó Cahn. En este sentido, fuentes del Ministerio de Salud afirmaron que el Gobierno nacional está abierto a participar de ensayos clínicos en la población. Si bien aún no hay un acuerdo confirmado, Cahn afirmó que “hay una vacuna, actualmente en fase de preparación, producción y logística, que entre septiembre y octubre estará lista para testear, de lo cual Argentina podría participar”. La concreción de este ensayo depende tanto del Estado argentino como de la decisión de los dos laboratorios internacionales a cargo de la investigación.

Por su parte, el infectólogo Eduardo López, también parte del comité que asesora al Gobierno nacional durante la pandemia, insiste en que estamos en un buen momento para habilitar un ensayo clínico en la población, por la cantidad de casos de coronavirus registrados actualmente en el país. “Cuando el virus circula es más fácil comparar los resultados”, explicó López y señaló que “es útil y necesario hacer este tipo de estudios, tanto por la experiencia de investigación como por la transferencia tecnológica que supone, tal como sucede con otras vacunas”.

Para la puesta en práctica del ensayo, los organismos a cargo deberán llamar a una convocatoria a voluntarios, dentro de la “población elegible”. “Lo que sigue es un proceso central de asignación de tratamiento, porque a una parte de la población le tocará la vacuna y a otra parte el placebo”, detalló Cahn. Según explicaron los infectólogos, el ensayo implica distintas etapas: una primera, en la que se prueba la vacuna en un conjunto reducido de personas, adultos sanos de entre 18 y 50 años; luego una segunda instancia, en la que el grupo poblacional es mayor –de entre 3 mil y 8 mil personas, según explicó López, dependiendo de la especificidad de cada ensayo clínico–, y una etapa más avanzada, la tercera, en la que se incrementa aún más la población, con el objetivo de “estudiar la eficacia de la vacuna”. En esta última etapa, según el infectólogo, deberían participar al menos 15 mil personas. “Se estudia la seguridad, los efectos adversos, y luego se busca analizar la cantidad de anticuerpos generados, es decir, comparar cómo actúa el virus en las personas vacunadas”, señaló López.

“Todos los estudios que se hagan nos sirven para aprender sobre las reacciones y avanzar en la investigación interna, hasta que se pueda fabricar la vacuna en el país”, afirmó el especialista, optimista en cuanto a que la población argentina sea parte de los ensayos clínicos de las vacunas contra el coronavirus. En el país, el proyecto a cargo de Juliana Cassataro, investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martin, está en fase preclínica, es decir, la etapa en la que la vacuna se ensaya en animales.

Respecto de los ensayos clínicos en humanos, Cahn advirtió que “todavía es temprano para hablar de resultados”, y concluyó: “Aspiramos a participar de los ensayos porque lo que sucede en otros países es diferente de lo que pasa acá, y además es una forma de integrar y formar parte de una red de cooperación en la investigación”.