Hace unos años leí una nota del gran Carlos Abrevaya (RIP) titulada “Ser boludo no es ninguna boludez”.
Ese título, con juego de palabras, quedó dando vueltas en mi memoria en la sapiencia de que algún día -justo uno como hoy- iba a poder hacerlo mío; utilizarlo como maso y cincel para ir dando forma a la penosa -y por qué no boluda- realidad que atraviesa la casta reinante y sus adláteres.
Y es así nomás: Ser boludo no es ninguna boludez: exige un entrenamiento diario para mejorar -no sea cosa de ser siempre el mismo boludo-; es una técnica que requiere perfeccionamiento constante; algo así como un post grado en el ejercicio.
Claro. A esta altura el lector se preguntará bajo los efectos de cuál droga se encuentra el que escribe o bajo los efluvios de qué bebida espirituosa atraviesa.
Pero no desespere. En serio.
¿Cómo dijo?
Ahhh quiere ejemplos. Bueno. Agárrese bien fuerte y, por favor, no se ría mirando el monitor.
¿Vió los videítos que sube el consternado Senador Nacional?
Al principio, cuadernito espiralado marca “Arte” de por medio, Adolfo, el desahuciado, simula charlas telefónicas con personas que le escriben a su Facebook.
Él, preocupado, anota.
Y cree que alguien le cree. O sea, entramos en la primera fase de la traslación psicológica:
¿Boludo yo? No… los otros son boludos.
Un poco después, ya con música ambiental de por medio, lo vemos preguntándose por qué tanta crueldad y maldad; dando cuentas de haber leído y entendido los resultados de las PASO.
En un universo paralelo, su hermano y cohorte, aprieta, da planes y persigue a quienes, en su momento, votaron la alternativa a ellos.
Y aquí una segunda fase: Mientras yo me hago el consternado y preocupado, vos andá, apretalos, amenazalos con sacarle todo tipo de ayuda.
O sea, mientras yo me hago el boludo, vos andá y haceme quedar peor.
Pero el galardón, la corona de espinas, se la lleva en este caso, el último video que, se me ocurrió titular “Bichi, te traje flores”.
Ella, tan natural, desayunando tostaditas, finge la sorpresa cuando el desahuciado le regala flores. Todo esto ambientado con “a mi manera”; pero así, como quien no quiere la cosa ¿Vio Doña Porota?
¿Quién no desayuna escuchando “a mi manera”?
Bueno, ni usted ni yo seguro; pero parece que en las altas estratósferas de Xilium es habitual.
Cosas vederes, Sancho, que non crederes.
Bueno, los dejo, no quiero quedar como boludo.
Frater Perdurabo