San Luis (LaNoticia) 23-02-15. Por estos días es muy común ver, leer, escuchar todo tipo de crítica a la medida de la Municipalidad de la Ciudad de San Luis de colocar sendas peatonales elevadas en la zona de Puente Blanco, lo que logra embotellamientos vehiculares molestos. La idea no es mala, lo malo es el momento en que se eligió para construirlas, pero más allá de todo, tal vez si comenzáramos a ponernos “en el lugar del otro”, entenderíamos los motivos y las críticas no serían tan ponzoñosas.
Antes de ir al fondo de la cuestión, es necesario aclarar que hay dos causas esenciales que desde el Municipio capitalino no tuvieron en cuenta, lo que motivó el error de construirlas en estos días. Primero y principal, el ingreso a la ciudad por Avenida del Fundador está colapsado por la obra del puente sobre avenida Santos Ortiz -obra también muy necesaria, aunque no tan criticada ¿Por qué será?-, lo que hace que el tránsito que acostumbra ir por esa arteria, hoy lo haga por Avenida del Fundador, incrementando considerablemente la cantidad de autos que circulan por el lugar. El segundo y no menor, es que estamos en época de vacaciones, lo que incrementa la cantidad de turistas en la ciudad y que tienen a esa avenida como lugar de tránsito obligado para llegar a la ciudad o salir de ella.
Hecha esta aclaración, es que a partir de ahora vamos a invitar al lector -y si es de los que critica esta construcción, más lo invitamos todavía- a hacer un ejercicio de ver una realidad -en este caso la construcción de los cruces peatonales elevados en Puente Blanco-, pero no desde su visión, sino desde “el lugar del otro”. ¿Y en este caso, quién es el otro? Se preguntarán. El otro es el peatón que tiene que cruzar a diario por el lugar.
En la zona de Puente Blanco hay una escuela, la Nicolás Antonio de San Luis, un club muy cerca, el ASEBA de los bancarios, el Canal 13; y muy cerca también el Ministerio de Inclusión Social donde diariamente concurren muchos ciudadanos.
De todos estos lugares, van y vienen cientos de ciudadanos día a día, en especial muchos chicos -en el caso de la escuela y del ASEBA- que tienen que cruzar hacia ambos lados de la Avenida del Fundador para tomar el colectivo o cuando se bajan del colectivo. Hay quienes cruzan para tomar el interurbano porque viven en Juana Koslay, El Volcán, Potrero de los Funes y hasta de El Trapiche. Hay quienes desde esas localidades llegan al centro para hacer trámites en Inclusión Social y bajan del interurbano y cruzan para ir hasta ese predio; y cuando terminan el trámite deben volver a cruzar Avenida del Fundador, para seguir con otras diligencias en el centro de la capital.
Todos esos peatones deben hacer un verdadero vía crucis para cruzar la avenida, porque en San Luis, la mayoría de los automovilistas no respeta, ni les interesa respetar, las leyes de tránsito en cuanto a límites de velocidad y mucho menos en dar paso obligatorio al peatón en la senda peatonal. Entonces cruzar esa avenida, como tantas otras en la ciudad, además de ser un verdadero peligro, es muchas veces tarea que demanda no menos de 10 minutos.
Como avenida que es la del Fundador, la velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora, pero la gran pregunta es ¿Cuántos automovilistas respetan ese límite? La verdad que muy pocos. La Ley Nacional de Tránsito establece que en toda senda peatonal -o continuidad de la vereda en caso que la senda no esté debidamente marcada- el peatón tiene la “absoluta prioridad de paso”, y dice “absoluta” lo que significa que el automovilista, le guste o no, debe -y solo debe- ceder el paso al peatón en ese lugar. Ahora la gran pregunta es: En San Luis ¿Cuántos automovilistas respetan este artículo de la Ley Nacional de Tránsito? La verdad que muy pocos. Y hasta existen los automovilistas que putean al peatón cuando cruza antes de que el automovilista haya siquiera llegado a la esquina. La Ley Nacional de Tránsito establece el límite de 30 kilómetros por hora al llegar a la esquina. ¿Cuántos automovilistas respetan este artículo de la Ley? Muy pocos también. Si a esta altura algún lector está pensando, pero los peatones también hacen de las suyas, como por ejemplo cruzar en la mitad de la calle, en lugar de hacerlo por las sendas como indica la Ley. Y sí, tienen razón, también hay peatones que no cumplen con sus deberes de peatones. Y también, muy seguramente, una vez terminadas las sendas peatonales elevadas en la zona de Puente Blanco, habrá peatones que crucen por cualquier lado, menos por las sendas. Para ello, deberían, al menos por unos meses, implantarse controles para que los peatones usen las sendas elevadas y no cualquier otro lugar, por más comodidad que eso le signifique.
También hay que tener en cuenta, y no es cuestión menor, que hoy los odiosos embotellamientos que se producen por la construcción de las sendas peatonales elevadas se deben a que hay un solo carril de circulación, lo que señala que cuando se habilite completamente el tránsito en el lugar, volverá a haber dos carriles, lo que no detendrá tanto el tránsito como ahora; pero otro dato a tener en cuenta es que cuando finalicen las obras del puente en Santos Ortiz, los embotellamientos en Puente Blanco serán mucho menores, puesto que gran cantidad de quienes ingresan al centro capitalino, precisamente lo hacen por Santos Ortiz.
Ante esta realidad, que guste o no, es una realidad, se deben hacer obras para cuidar al peatón ante la indiferencia del automovilista a cumplir con la ley. Y es por ello que, a pedido de las autoridades de la Nicolás Antonio de San Luis, que en épocas de clases ven peligrar la vida de sus alumnos cada vez que cruzan Avenida del Fundador, se decidió la construcción de las sendas peatonales elevadas en el lugar.
Seguramente las autoridades municipales capitalinas le pifiaron y feo, en la época que decidieron construirlas y más teniendo en cuenta que por Santos Ortiz no se puede ingresar a la ciudad desde la zona serrana, pero también es cierto que ante la molestia que la obra causa en los automovilistas, molestia entendible, éstos deberían ponerse “en el lugar del otro”, en el lugar del peatón y entender que la ciudad es para todos y no solamente para algunos.
Lo que no deberán descuidar las autoridades municipales, a partir de la construcción de estas sendas peatonales elevadas, es la sincronización -para una velocidad de 60 kilómetros por hora, máxima permitida para avenidas- de los semáforos ubicados en Avenida Héroes de Malvinas, en sus intersecciones con Riobamba, Orsali, Sarmiento y Presidente Perón, para que el tiempo que pierdan los automovilistas en pasar las sendas, puedan recuperarlo, de alguna manera, con un tránsito bien fluido en el resto de esa arteria y hasta el ingreso al macrocentro.
Carlos Rubén Capella
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Foto: Marina Balbo