El jefe opositor venezolano Henrique Capriles propuso apelar al referendo revocatorio constitucional para desplazar del poder al presidente Nicolás Maduro, en una nueva escalada de la ofensiva contra el gobierno bolivariano que se completó con la aprobación parlamentaria, en primera lectura, de una Ley de Amnistía a los opositores presos resistida por el oficialismo.
«Vamos a ver quién puede más, si Nicolás Maduro o el pueblo en la calle activando la enmienda y activando el Referéndum Revocatorio. Hay que recoger más de tres millones de firmas», sostuvo el ex candidato presidencial y gobernador del Estado Miranda en su esperado mensaje en el que -según había anunciado- se iba a pronunciar acerca de los mecanismos que estimaba más apropiados para forzar la destitución de Maduro.
Venezuela atraviesa una crisis económica y social que es utilizada por la oposición para acudir al mecanismo del referendo constitucional, una fórmula democrática instaurada por el presidente Hugo Chávez en la Constitución Bolivariana de 1999.
La declaración de Capriles sucedió a una hecha en los mismos términos por Henry Ramos Allup, el presidente de la Asamblea Nacional (el Congreso unicameral en el que la oposición tiene amplia mayoría) y a la aprobación parlamentaria en primera lectura de una ley de amnistía para los considerados presos políticos.
La oposición impuso su mayoría calificada para aprobar en primera discusión la Ley de Amnistía que busca poner en libertad a los opositores, a quienes califica de presos políticos, entre ellos el titular del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, que purga una condena de casi 14 años, acusado de ser autor intelectual de las violentas protestas de febrero de 2014.
La iniciativa fue rechazada por el oficialismo, que adelantó que pedirá que sea «engavetada» (vetada) por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Para el diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) Pedro Carreño, la Ley de Amnistía «permite entender quién es el autor de todos los hechos criminales que se han venido cometiendo en el país» e indicó que no es necesario analizarla pues ahí «está la confesión de parte».
«Si el Tribunal Supremo declara que este adefesio, este bodrio, es inconstitucional, que es lo que va a pasar, simplemente esta ley será engavetada», insistió Carreño a la televisión estatal VTV.
Maduro, a su vez, lanzó por cadena nacional de radio y TV lineamientos de la agenda económica bolivariana en un mensaje en el que pidió máximo apoyo a las fuerzas políticas y revolucionarias para llevar al pueblo «toda la verdad sobre el tema económico y la crisis coyuntural en la materia».
En ese sentido, dijo que la caída de los precios del crudo ocasionó que los recursos percibidos por la renta petrolera hayan bajado de 34.367 millones de dólares obtenidos en 2011, a 12.567 millones de dólares registrados en 2015.
«Ha sido una caída estrepitosa del ingreso nacional en un país eminentemente rentista», expresó el Jefe de Estado, y añadió: «Pido máximo apoyo al liderazgo político, democrático y revolucionario para llevar con una pedagogía de carácter popular las verdades al pueblo».
Capriles encabezó por su parte una agitada rueda de prensa en la que afirmó que «la paciencia tiene límite, este no es un problema del este de Caracas, esto es lo que se oye en todos los barrios de Venezuela, pregúntele usted a un chavista si no quieren revocar a Maduro».
«Llegó el tiempo del referendo revocatorio, para eso se estableció esto en la constitución cuando hay un gobernante -más éste en la forma en que llegó-, tiene el poder el pueblo de revocarlo si así lo decide la mayoría de los venezolanos», aseveró el dos veces candidato a la presidencia.
«Nicolás Maduro va a ser el primer presidente revocado en la historia de Venezuela y aquí le voy a cumplir al pueblo venezolano», afirmó, y precisó que hay que recoger en todo el país 3.899.273 firmas para activar el mecanismo revocatorio.
Respecto de la situación de López y otros opositores presos, llegaron al país para expresarles su apoyo los ex presidentes Lech Walesa (Polonia) y Oscar Arias (Costa Rica) y descendientes de los fallecidos sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, todos ganadores en su momento del Premio Nobel de la Paz.