San Luis (LaNoticia) 02-09-15. El día 31 de agosto las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la recuperación de la nieta número 117, hija de Walter Domínguez y de Gladys Cristina Castro, ambos militantes populares de la provincia de Mendoza, secuestrados por el Terrorismo de Estado en diciembre de 1977. Gladys fue mantenida viva en cautiverio hasta que nació su beba en marzo de 1978; y luego tanto Gladys como Walter fueron asesinados.
La identidad de una persona constituye un Derecho que no se agota en la dimensión biológica, sino que abarca todos los aspectos que la integran como Ser Humano. Esto incluye no sólo la asignación de un nombre propio, sino también su inserción en la comunidad de referencia, su lengua, su cultura, su territorio y su historia personal y colectiva.
En la historia reciente de nuestro país, el derecho a la Identidad fue gravemente vulnerado por la última Dictadura Cívico Militar por la práctica sistemática de apropiación de menores y sustitución de identidad de niños nacidos durante el cautiverio de sus madres secuestradas por el Terrorismo de Estado.
En este sentido, fue y es fundamental la férrea labor de los organismos de Derechos Humanos, en especial las Abuelas de Plaza de Mayo, en la recuperación de hijos y nietos de detenidos-desaparecidos, cuyo Derecho a la Identidad fue profundamente violentado.
La lucha y perseverancia de las Abuelas logró que la Convención Internacional de los Derechos de los niños y niñas, incorporara los artículos 7, 8 y 11, que se conocen en el mundo como “los artículos argentinos”.
La restitución de la identidad de la nieta 117, la prosecución de los juicios por delitos de Lesa Humanidad y una Política de Estado Nacional -desde hace doce años- ha transformado a la Argentina en ejemplo en el mundo, aunque algunos sectores de poder planteen una falsa reconciliación que, en realidad pugna por la impunidad y el olvido.
El sistema democrático argentino se fortalece y se profundiza con estos hechos que representan un orgullo para la mayoría del pueblo argentino. Es el mejor homenaje que la sociedad puede brindarle a aquellos “eternamente jóvenes” comprometidos con un futuro digno para todos y todas.
De los argentinos depende que estos acontecimientos continúen otorgándonos la posibilidad de ser mejores ciudadanos y proyectar un porvenir con Memoria, Verdad y Justicia.