El pasado lunes 17 de agosto, la derecha volvió a tomar las calles. Las imágenes que se vieron en todo el país mostraron a un sector de las clases medias / altas reaccionario y conservador. Pero tales manifestaciones no han nacido de la nada. En estos meses, el oficialismo nacional conducido por Alberto Fernández fue cediendo ante cada demanda y reclamo del poder económico y los sectores conservadores. Esto les ha venido dando cada vez más moral para sus «banderazos».
Por:
Johana Gómez.
Referente provincial del PTS / Frente de Izquierda – Unidad.
La convocatoria se hizo sentir en varias ciudades a lo largo del país. En camionetas y autos (por lo general, último modelo) llegaron los manifestantes a los distintos puntos de encuentro. Si bien habían personas de distintas edades, no cabe duda de que la gran mayoría era gente mayor y de elevada posición social y económica.
Hubo consignas de todo tipo. Entre su diversidad se pudieron observar las que hacían referencia a la oposición a la reforma judicial que viene impulsando el Gobierno nacional. Claro está que en este punto no se escuchó ni se vio ninguna consigna que critique el proyecto de reforma por no cuestionar ninguno de los muchos privilegios de los que gozan funcionarios, jueces y magistrados judiciales.
La oposición a la cuarentena encontró en la marcha todo tipo de expresiones. Estaban aquellos que, a lo Bolsonaro, pedían por el uso del dióxido de cloro. La muerte de un niño hace pocos días por ingerir este “remedio” parece no ser suficiente advertencia. También se escucharon voces que negaban la propia existencia de la pandemia. La cifra de 5.814 muertes por COVID-19 en Argentina no entra en sus estrechas mentes.
“En defensa de la propiedad privada” y las comparaciones entre el peronismo / kirchnerismo y el chavismo se repitieron por cientos. Recordemos que el mismo Gobierno nacional había insinuado con intervenir Vicentín. Sin embargo, el retroceso en esas medidas al calor de la presión derechista y del empresariado terminó envalentonando a tales sectores.
La demanda de mano dura y contra la inseguridad también estuvo entre los manifestantes, proponiendo llenar de más policías las calles. Si algo no viene faltando en estos meses de cuarentena es una verdadera ola de violencia policial, especialmente contra la juventud de los barrios populares, empezando por el caso de Facundo Astudillo Castro y su desaparición forzada a manos de la Policía Bonaerense, comandada por Sergio “Rambito” Berni.
Sin importar que desde el Gobierno de Fernández deslizaron estas últimas semanas que el Proyecto de Ley por el Derecho al Aborto no se trataría este año, sectores celestes (“pro-vida”) se hicieron presentes en la convocatoria del lunes. Entre las distintas banderas se encontraban, por ejemplo, la “Agrupación de Varones Patriarcales” o “Patriarcado Unido Argentino”. Vaya nombres de grupitos anti-derechos, claramente vinculados a la Iglesia Católica y las iglesias evangelistas.
En esta amalgama de expresiones, si algún sector salió beneficiado con semejantes “banderazos” es el del gran empresariado. Era evidente que la derecha iba a jugarse a “ganar las calles”. Parte de su juego fue mostrar la movilización de este lunes como una defensa de los intereses de amplios sectores de la población. Lejos de eso, son los mismos sectores empresarios, reaccionarios y conservadores que, sin importarles el aumento de casos de coronavirus y de personas fallecidas, se apuran por seguir con sus negocios para seguir lucrando.
Ante un Gobierno nacional que terminó cediendo miles de millones de dólares frente a los bonistas (deuda externa); que retrocedió con fuerza frente a la presión patronal en Vicentín (una empresa investigada incluso por fraude al Estado); que cajoneó en el Congreso Nacional el impuesto a las grandes fortunas; sumado a su preocupación constante por preservar las ganancias empresarias mediante el régimen de las ATP, mientras millones de laburantes apenas viven con un IFE de $10.000; no es de extrañar que la derecha se envalentone.
Contra tal escenario resulta claro que es necesario poner otras fuerzas en movimiento. La calle no puede ser solo de la derecha. Se trata de organizarse y poner en debate cómo enfrentar los ataques en curso sobre millones de familias trabajadoras, pero también sobre cómo pelear por un programa de fondo para que la crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia sea pagada por los grandes empresarios y los sectores más ricos del país.
La fuerza social para ello existe. En las millones de trabajadoras y los millones de trabajadores que conforman la clase trabajadora. En los cientos de miles de estudiantes y jóvenes que sufren la precarización de la vida y acumulan odio y rabia ante sus condiciones de existencia. Y en el masivo movimiento de mujeres que supo pelear en las calles por el derecho al aborto.