“Hay que ser muy duros en la defensa de la República y en los valores de la convivencia y la unidad nacional. Dejemos a los blandos las conversaciones con Fernández y Massa para entregar la cabeza de Macri”. De esta manera, y con vivas a la República, Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, Elisa Carrió se despachó vía Twitter.
La líder de la Coalición Cívica sentó así posición en la defensa irrestricta del presidente, al tiempo que volvió a sostener la teoría de la traición interna en Cambiemos. En su versión, hay quienes en el espacio oficialista quieren “entregar la cabeza de Macri”. En este caso, hacía alusión al almuerzo de Nicolás Massot con Sergio Massa realizado el pasado 6 de octubre en un restaurante de Nueva York.
La teoría de la traición interna le sirve al oficialismo para insuflar ánimo a la propia tropa, ya que entiende que si se consigue reprimir a los «entreguistas» y ajustar los mecanismos de control durante las elecciones, se evitaría el «fraude» que le dio una amplia ventaja al Frente de Todos. Les queda por explicar la novedad de que por primera vez sería la oposición y no el oficialismo, que controla todos los resortes de la maquinaria institucional, el protagonista de semejante «robo» en las urnas, pero sus seguidores no parecen demasiado interesados por esos detalles.
El ex jefe de los diputados del PRO hace tiempo que tomó distancia. Alejado de la visión que transmitieron a la campaña oficial las huestes de Jaime Durán Barba y del Jefe de Gabinete Marcos Peña, Massot pidió licencia en la Cámara de Diputados hasta el fin de su mandato, este 10 de diciembre, y partió hacia los Estados Unidos para estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad de Yale.
Viejo amigo del jefe del espacio Renovador, aprovechó su viaje a Nueva York para repetir uno de los habituales almuerzos que tenían mientras compartían el recinto de Diputados en el Congreso.
Después de la severa derrota en las PASO, Massot descargó su enojo con el publicista ecuatoriano calificándolo de «chanta» y comparándolo con el personaje del «Manosanta» inmortalizado por Alberto Olmedo. El disparador fue un artículo publicado por Durán Barba tras el 11 de agosto titulado «El diálogo es la única salida», después de polarizar todo lo posible con el kirchnerismo a lo largo de todo el Gobierno de Cambiemos.
Ahora, Carrió salió a endurecer la línea del oficialismo y a reforzar al núcleo duro, con su calificativo de “blandos” y a la figura de “entregar la cabeza” del mandatario, cuando restan dos semanas y media para las elecciones.
Días atrás, el blanco de los dardos de Carrió había sido el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. «Nosotros lo que hace el Gobierno no lo entendíamos porque Frigerio esconde muchas cosas», dijo la diputada el jueves pasado. Y agregó: «Total a mí qué me importa Frigerio. Nos entregó en toda la Nación, así que no me importa. Hizo a candidatos del PJ candidatos del Gobierno».
El propio Mauricio Macri tuvo que salir a respaldar a su ministro y reivindicar su gestión, pero evitó al mismo tiempo enfrentarse con la diputada. El ejercicio de equilibrio no es casual: el viejo esquema polarizador es el que sustenta la «larga marcha» emprendida por el Presidente, donde se promueve el odio contra los opositores del Gobierno. El mismo odio que mantienen vivo con sus declaraciones tanto Elisa Carrió como Miguel Pichetto.
Convencidos de que es muy difícil que los votantes de les Fernández cambien de opinión en tan poco tiempo, la apuesta oficial está dirigida a aumentar de manera sustancial el número de concurrentes a las urnas. Creen que el desastre económico los alejó del oficialismo en las PASO, pero que el discurso de odio puede llevarlos a participar el 27 de octubre para votar «por el mal menor».