La crisis actual y el tránsito a una nueva “era” nacional
Por:
Johana Gómez.
Candidata a Diputada Nacional por el Frente de Izquierda – Unidad.
Las pocas horas transcurridas entre la comunicación de los resultados electorales del pasado domingo 11 de agosto y la apertura de los mercados financieros al día siguiente, bastaron para expresar la realidad de la “democracia capitalista” en la que vivimos.
Como a los “mercados” no les gustó el resultado electoral, descargaron un golpe devaluador que redujo de un plumazo salarios y jubilaciones. El claro repudio al gobierno expresado en las urnas fue replicado por un puñado de especuladores que “vota todos los días”.
La devaluación (vale decir, el golpe al bolsillo de las familias trabajadoras) fue convalidada por Alberto Fernández, el candidato presidencial ganador en las P.A.S.O., quien señaló que el dólar a 60 pesos le parecía “razonable” en el marco de un nuevo nivel de paridad cambiaria, ahora llamado “dólar Alberto” o “dólar consenso”.
Lo cierto es que el aún candidato del Frente de Todos (virtual nuevo presidente de la Argentina) apuesta a que en los meses que faltan de aquí al 10 de diciembre, Macri realice el “trabajo sucio” de profundizar el ajuste antes de su asunción. Se entienden los motivos de ello, ya que todos los sectores del peronismo se empeñaron en garantizar que la crisis se descargue sobre el pueblo trabajador, imponiendo el principio desmovilizador “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa” que, el pasado miércoles, cobró forma en los dichos de Alberto Fernández contra la movilización popular: “evitemos estar en las calles”.
En este aval al ajuste en curso del peronismo/kirchnerismo se expresa anticipadamente la paradoja del resultado de las P.A.S.O.: para repudiar contundentemente el ajuste, las masas votaron a una fuerza política que se prepara a aplicarlo de una u otra manera. Las reuniones que frenéticamente tienen el candidato favorito y su equipo con el conjunto de grandes empresarios, terratenientes, banqueros, especuladores y el Fondo Monetario Internacional (FMI) así lo expresan y, a su vez, son prueba irrefutable de que ya estamos viviendo la “era” del pos-macrismo.
Ahora, estamos en el desenvolvimiento de una nueva y anunciada crisis de deuda que no se resolverá en un acto. Alberto Fernández intenta presentar la situación como una reedición de la salida de la crisis del 2001. Pero, la realidad actual es muy distinta, por más que la reciente devaluación esté haciendo parte del ajuste. La primera diferencia surge de la situación de la deuda.
El próximo gobierno nacional tendrá que cargar con el peso de una imposibilidad de pagos en el contexto de una deuda total, en la cual, lo que corresponde a desembolsos del FMI son cualitativamente superiores a otros períodos. De unos 160 mil millones de dólares de aumento del endeudamiento bajo Macri, 57 mil millones de dólares son con el organismo internacional. Los vencimientos de pago de capital e intereses promedian unos 44.500 millones de dólares entre 2020 y 2023, estando los mayores concentrados en los dos últimos años de mandato de la futura administración.
O sea, el escenario no tiene nada que ver en este aspecto con las condiciones favorables de una negociación con acreedores de una deuda que ya estaba en default como en el 2001, y en el marco del fuerte crecimiento económico que había en 2003, cuando Néstor Kirchner con Alberto Fernández como jefe de gabinete llegaron a la presidencia. Por ello, la situación de la deuda está muy lejos de una visión tranquilizadora. En los años que se vienen, el peso de la deuda será el mayor condicionante de la política económica. Y, si se cumplen los pagos, el ajuste será inexorable.
Pero no es solo esto. Las condiciones internacionales también son muy diferentes a las del período pos 2001. Los precios de las materias primas están muy por debajo de los de aquel entonces y analistas de todas las tendencias pronostican una recesión mundial para el 2020, en medio de las inestabilidades y turbulencias generadas casi a diario por el incremento de la guerra comercial entre las principales potencias, particularmente entre Estados Unidos y China.
En resumidas cuentas, lo que estamos viendo no es solo la debacle de un gobierno, sino una nueva vuelta de tuerca en la decadencia nacional a la que nos ha conducido una clase dominante que fue sustento del macrismo (al que apoyó hasta el momento en que se dieron los resultados de las P.A.S.O.) y que hoy ya está acomodándose a las condiciones de un nuevo gobierno peronista. Una clase dominante que, a cada ganancia que obtiene, la fuga; que tiene 400 mil millones de dólares en paraísos fiscales; y que nos ha condenado a vivir en medio de la dependencia y el atraso.
Por eso, solamente un gobierno de la clase trabajadora y los sectores populares podrá revertir esta tendencia, levantando un programa político para que la crisis la paguen los capitalistas (grandes empresarios, terratenientes, banqueros, especuladores) y la casta política que los representa. Tal es la perspectiva del Frente de Izquierda – Unidad, de la mano de Nicolás Del Caño, Myriam Bregman, Romina Del Plá, Christian Castillo, Néstor Pitrola y demás referentes.