La presidenta de Brasil respondió así a las miles de personas convocadas por grupos opositores que se manifestaron en las calles ayer reclamando su renuncia debido al escándalo de coimas en la estatal Petrobras.
«La guerra contra la corrupción debe ser simultáneamente una tarea de todas las instituciones, una acción permanente del gobierno y también un momento de reflexión de la sociedad de afirmación de valores éticos», sostuvo la mandataria en su cuenta de Facebook.
Según cálculos de la policía, los manifestantes que se movilizaron anteayer fueron menos que en la protesta del pasado 15 de marzo, aunque hicieron las mismas reclamaciones: contra la corrupción, a favor de la destitución de la mandataria e incluso de una intervención militar.
En su perfil de Facebook, Rousseff proclamó que «la lucha contra la corrupción es una meta constante» de su gestión y recordó que el mes pasado envió un conjunto de iniciativas al Congreso Nacional para acelerar los procesos contra delitos administrativos y financieros.
Estas declaraciones realizadas en el momento del envío del proyecto de ley al Congreso, el mes pasado, fueron reflotadas por el gobierno para responder a las protestas, que anteayer tuvieron su epicentro en San Pablo, con unos 275.000 manifestantes según la policía y muchos más en la visión de opositores a la actual administración, que atraviesa el peor momentos en cuanto a su aceptación popular.
Pese a las virulentas y masivas críticas contra el gobierno, el vicepresidente Michel Temer, nombrado por Rousseff la semana pasada como encargado de la negociación política con el Congreso, opinó que la ola de manifestaciones en todo Brasil demuestra que el país vive una «democracia poderosa».
«Tenemos que estar muy atentos a estas manifestaciones. El gobierno está prestando atención», dijo Temer, quien agregó que el trabajo del gobierno es «escuchar y atender» las reivindicaciones.