La Alianza Cambiemos anunció que un tercio del ajuste fiscal que le prometió al Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2019 caerá sobre las provincias. Sin embargo, el ajuste ya arrancó y se siente en todo el país. En las provincias de la Patagonia (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) ese recorte posee varias caras aunque con un denominador común: desempleo, achique de la obra pública, endeudamiento externo en cuatro de las provincias de la región y discriminación en los recursos coparticipables frente a la niña mimada del macrismo, la provincia de Buenos Aires. A los gobernadores ya les anticiparon que a partir del próximo mes habrá recortes en diferentes partidas con presupuesto asignado, por ejemplo los fondos de Anses destinados a cubrir las cajas previsionales descentralizadas.
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El Presidente Mauricio Macri prometió en febrero de 2017 impulsar una “mirada integral de la Patagonia y empezar a pensarla como una región porque entre las provincias hay problemas y dificultades compartidas”. Rodeado de los distintos gobernadores de la región sostuvo que “lo importante es trabajar juntos para crear nuevos puestos de trabajo; hay muchos sectores con potencial de crecimiento y de generación de empleo que pueden crecer casi sin límites si los impulsamos”. Sin embargo, el único Plan Patagonia que parece consolidarse hasta el momento en la región es la sistemática destrucción de puestos de trabajo productivos.
Despidos
Entre el cuarto trimestre de 2015 y el mismo período de 2017 se destruyeron en la región 22.460 puestos de trabajo, de los cuales el 87 por ciento correspondió a los rubros agricultura–ganadería, hidrocarburos, industria manufacturera y construcción. El dato surge del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, publicado por el Ministerio de Trabajo, en base a los datos del SIPA.
Los despidos responden a cada una de las directrices adoptadas por el Gobierno nacional en lo que lleva de gestión. En el caso de la industria petrolera, la liberación de precios, los tarifazos, las importaciones de crudo y los cambios en los convenios colectivos para los trabajadores del sector no generaron más puestos de empleo sino todo lo contrario. La destrucción de la industria manufacturera en Tierra del Fuego tampoco generó una “reconversión productiva” y las importaciones indiscriminadas de frutas hundieron a los productores del Valle de Río Negro.
Ajuste
Uno de los primeros avances de Cambiemos hacia la flexibilización laboral ocurrió en el sector petrolero, al modificar los convenios colectivos para Vaca Muerta con la venia del sindicalista y senador Guillermo Pereyra. La excusa de la flexibilización fue que llegarían más inversiones al país y se generarían más puestos de trabajo. Sucedió lo contrario.
Durante los primeros dos años de gestión macrista se destruyeron en la Patagonia 7538 puestos de trabajo en el rubro hidrocarburos. Neuquén, cuyo gobernador Omar Gutiérrez también abrazó tempranamente la doctrina del “cambio” al avalar la modificación de los convenios colectivos del sector, fue la jurisdicción más afectada con 2457 puestos directos destruidos. Le siguieron Santa Cruz (-2335) y Chubut (-2016).
La decisión del Gobierno nacional de desarmar la política industrial de Tierra del Fuego, sumado a la apertura indiscriminada de importaciones en el rubro electrónico generó un descalabro en la industria manufacturera. En el período analizado se destruyeron 6625 puestos de trabajo genuino sumadas las cinco provincias de la región. De este total, 4169 correspondieron a Tierra del Fuego, cuya gobernadora también abrazó desde el día uno la “doctrina del cambio”.
La tan mentada reconversión productiva no llegó. Por caso, la empresa Audivic –fabricante de aires acondicionados– abandonó a su suerte a sus trabajadores y trabajadoras quienes la semana pasada tuvieron que manifestarse ante el Ministerio de Trabajo porque sus empleadores no abonan salarios desde hace tres meses. Por otro lado, las empresas Brightstar y Fapesa –fabricante de la marca Philips– están negociando con los sindicatos días de suspensión. Ninguna reconversión productiva a la vista.
Importaciones
Una de las decisiones que más afectó a la región, sobre todo al Alto Valle de Río Negro, fue la apertura a las importaciones de frutas. En 2015, las compras de manzanas desde el exterior totalizaron 113 toneladas. Durante el primer año de la gestión Cambiemos se registró un muy fuerte incremento del 2547 por ciento, al importarse 2992 toneladas, de las cuales sólo 23 toneladas llegaron desde Ecuador y el resto de Chile. El año pasado, las importaciones totalizaron 1089 toneladas entre enero y mayo, un 863 por ciento más que en 2015, aunque este dato es parcial ya que el Senasa (organismo público nacional que elaboró estas cifras de importaciones) informó que hubo una modificación en el sistema de registración.
Tampoco aumentaron las exportaciones de fruta, a pesar de que Macri había “anunciado” que la Argentina sería el supermercado del mundo. En 2015, las ventas al exterior totalizaron 104.719 toneladas, mientras que al año siguiente, sin retenciones para el sector, las exportaciones fueron de 87.708 toneladas, es decir una caída del 16 por ciento.
La consecuencia directa de la apertura indiscriminada de las importaciones de frutas y la falta de incentivos para el sector produjo la destrucción de puestos de trabajo. En el sector Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura, los despidos ascendieron en toda la Patagonia a 2095 entre diciembre de 2015 y el mismo período de 2017, de los cuales 1806 ocurrieron exclusivamente en Río Negro.
Destrucción
La construcción merece un análisis por separado. En los primeros dos años de la gestión macrista se destruyeron en la región 3363 puestos de trabajo. De este total, en Santa Cruz se perdieron 1523 empleos en el sector, seguido por Río Negro (-979), Chubut (-406), Neuquén (332) y Tierra del Fuego (-123).
Al comparar la situación con los números del tercer trimestre de 2017 (frente al mismo período de 2015) puede notarse una pequeña desaceleración en la destrucción de empleos en este sector: se pasó de una destrucción de 5300 puestos al tercer trimestre de 2017 a 3300 para el período septiembre –diciembre del mismo año. Esto puede explicarse por el empuje que hubo de la obra pública durante el año electoral.
Sin embargo, los “brotes” de recuperación duraron poco. Según los últimos datos del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric), en abril de este año comenzó a percibirse un nuevo retroceso en la creación de empleo producto del ajuste fiscal del Gobierno nacional hacia las provincias. Por ejemplo, Chubut registró en abril una baja interanual del 11,6 por ciento en los puestos de trabajo privados, mientras que en Santa Cruz la merma interanual fue del 15,4 por ciento. Y en Río Negro se detectó una caída mensual del 2,2 por ciento.
El dicho popular que dice “donde pone el ojo pone la bala” bien podría utilizarse para explicar el plan de ajuste económico y social impulsado por la Alianza Cambiemos. Este nivel de destrucción de empleos productivos en la Patagonia ocurrió antes del acuerdo con el FMI. ¿La llegada del Fondo revertirá esta situación? Será todo lo contrario. El acuerdo con este organismo multilateral incluyó la promesa de un fuerte ajuste del Gobierno nacional hacia las provincias. Esto se traducirá en menos recursos para obra pública (inversión), programas especiales, y asistencia financiera. La perspectiva entonces es que los niveles de desempleo aumenten.