Los hermanos candidatos a senador nacional titular Adolfo Rodríguez Saá y suplente Alberto Rodríguez Saá, se declararon “soldados de Cristina” sin que nadie les pidiera que se reclutaran en ese ejército. Lo hicieron voluntariamente, del mismo modo que, desde hace un tiempo, las personas pueden incorporarse a las fuerzas armadas. En la historia quedó el servicio militar obligatorio, luego de tantas aberraciones que concluyeron con el caso Carrasco, el soldado asesinado dentro de un cuartel en la Patagonia.
Los hermanos candidatos que se incorporaron al voluntariado kirchnerista-cristinista, hicieron las más insólitas piruetas políticas para ser artífices del triunfo bonaerense de la nueva proclamada jefa. “Ojalá gane Cristina”, decía el candidato suplente y todavía Gobernador de San Luis. Para ser tenidos en cuenta en una próxima fórmula presidencial que eventualmente les ayude a conservar el poder en San Luis, dejaron de lado las descalificaciones de “tilinga”; “zurdaje que destruyó al peronismo”; “los que más discriminaron a San Luis” y tantas otras tropelías verbales que, saliendo de sus bocas, se convirtieron en la sustancia del amañado discurso que de repente empezaron a repetir sus seguidores.
De buenas a primeras, funcionarios, legisladores, dirigentes y militantes olvidaron el odio a todo lo que fuera K y cobijaron en sus huestes a notorios exponentes K, que, correspondiendo el gesto de la amnesia, de repente se convirtieron en Saaístas de la primera hora. Entonces éstos, olvidaron las persecuciones personales y políticas; las muertes no aclaradas; los atropellos para dividir la ciudad de San Luis; las locuras cometidas contra el fallecido intendente puntano Carlos Ponce; la doble Intendencia y fueron juntos a la Catedral, a arrodillarse en señal de arrepentimiento.
Olvidaron todas las irracionalidades no tan lejanas en el tiempo, de los hermanos candidatos. Todo, por un conchabo o una canonjía en Terrazas del Portezuelo, en la UNVIME o donde fuere para seguir subsistiendo. Entregaron todo lo que tenían para ser considerados parte del llamado “proyecto provincial”. Todo, es todo. Hasta algunos clubes deportivos que conducen, fueron puestos a disposición de los hermanos candidatos, en sus roles de nuevos jefes de las flamantes incorporaciones K al universo Saá.
Saaístas convertidos en Kirchneristas y Kirchneristas convertidos en Saaístas. Ese fue el mensaje, porque solo la “unidad del peronismo” podía salvar a San Luis. Ese peronismo se unió. Ese mensaje llegó a la ciudadanía y la ciudadanía respondió silenciosa y contundentemente el 13 de agosto y volverá a hacerlo el 22 de octubre para iniciar el camino hacia la normalidad institucional en la provincia de San Luis. Saben las mayorías populares que por más declamaciones partidocráticas que hagan sus gobernantes, los principales padecimientos sociales siguen existiendo. Que la unidad del peronismo puede servir a algunos aprovechados, pero no a todos los ciudadanos.
Los hermanos candidatos titular y suplente a senador por San Luis, impusieron el concepto de los “aprovechados” en referencia a quienes pretenden obtener méritos de los esfuerzos ajenos. Y los hermanos candidatos, terminaron siendo los frustrados aprovechados del kirchnerismo-cristinista que nada les aportó. Del mismo modo que nada lograron, ni lograrán, los aprovechados kirchneristas-cristinistas del poder feudal en retirada. Los nuevos K-Saá, ahora hasta tienen que soportar ser calificados como “yetas”. “Siempre ganábamos, hasta que llegaron los K”, siguen diciendo en las filas pejotistas.
Los hermanos candidatos anunciaron su deserción. Desertar en tiempos de cumplimiento coactivo del servicio militar era considerado un delito grave, muy grave. Delito que en términos políticos no tiene condena privativa de la libertad, sino una sanción peor, la implacable condena social.