Los profesionales de la salud nos dicen que es mejor “prevenir que curar”, pero este precepto no se aplica a la siniestralidad vial. Si esto fuera así, la educación vial estaría implícita en los planes curriculares de las escuelas en todos los niveles educativos y bien sabemos que esto no ocurre.
Fomentar asertivamente la prevención no genera dinero, no ayuda a la industria del juicio. La prevención trabaja con el sujeto antes del choque, lo ayuda, le da herramientas, le enseña y lo capacita.
Asimismo, la citada industria del juicio tiene una antesala importante: los reclamos extrajudiciales en las compañías de seguro para no llegar al litigio.
Trabajar en la prevención, no ayuda a la industria del juicio; con la prevención, no se aumentan las primas del seguro, no trabajan los peritos, las casas de repuestos, las concesionarias, el circuito sanitario (ambulancia, traumatología, ortopedia, rehabilitación, etcétera).
Si realmente se gestionara en prevenir en la seguridad vial, se designarían idóneos habilitados en lugares estratégicos que tomarían acciones coordinadas, medirían resultados a corto, mediano y largo plazo, tanto en la gestión pública como en la privada.
Las instituciones públicas y privadas deben entender que el capital más valioso para ellas es y siempre será el ser humano.
Antes de seguir querido lector, desde Clases de Manejo “San José” –clic acá para seguirnos en Facebook– deseamos resaltar que no podemos entrar en la frivolidad de ver sólo números fríos. Dado que estamos analizando de familias y vidas truncadas, son personas, seres humanos. En consecuencia no estamos exentos de padecer este flagelo.
Asimismo, hablamos de proyectos, sueños, ilusiones y esperanzas muertas. Y nos hemos propuesto dejar de ser meros espectadores, hemos decidido bajar de las gradas y dejar las uñas en caso de ser necesario para transformar esta realidad y despertar la conciencia que la transgresión colectiva nos está acabando.
Es como si un avión de pasajeros se estrellara todas las semanas, muriendo unas 130 personas cada vez. Imagínese si por la desaparición de una avioneta con cuatro tripulantes, fue cadena nacional por mínimo 7 días. Que harían, si fuéramos testigo de lo expuesto en el principio del párrafo. Seguramente, las autoridades nacionales y provinciales tomarían urgentísimas medidas de seguridad.
Lamentablemente No acontece lo mismo con los incidentes y accidentes de tránsito. Podríamos especular y pensar muchos escenarios… Tal vez, porque las muertes se producen de a una, de a dos, o de a tres y en distinto lugares de nuestro inmenso territorio. Los que perecen en accidentes de tránsito no nos «llegan» tanto. Se los considera lejanos, creyendo que son cosas que les ocurren «a otros». Difícilmente se cree que cualquiera puede sufrir uno en el momento menos pensado. Nadie al subir a un automóvil experimenta el miedo que muchas veces se siente al despegar dentro de un avión.
De todas formas somos optimismo, como anunciamos en anteriores columnas, ya hay fallos en donde el Estado es condenado, y puede ser un disparador para que otros jueces se vayan animando a este tipo de sentencias pensando en la seguridad vial como una parte integrante de nuestro sistema de convivencia y sin caer en el aletargo, desde el “daño” y lo “culposo”.
Es muy triste ver a alguien que mató a un ser humano, por una imprudencia al volante, y que todo el aparato judicial se esmere por hacerlo pasar como algo culposo, “sin querer, queriendo”.
Los organismos y las instituciones miran hacia un costado cuando hay reclamos de las víctimas de la violencia vial.
Primera, segunda, tercera y hasta una cuarta victimización de los parientes y allegados de los damnificados; esto equivale a un maltrato y un atropello de los derechos humanos básicos.
Para concluir, siempre manifestamos que sin acciones concretas que nos lleven a la educación, no hay libertad; sin seguridad, no hay salud.
Sin educación vial, no hay garantía y respeto a la libertad de tránsito; sin seguridad vial, no hay garantías para evitar los siniestros viales.
La Accidentología vial es multidisciplinaria por la complejidad del hecho estudiado, en el cual intervienen tres grandes factores con incontables variables; estos factores son: humano, ambiental y vehicular, que si bien por una cuestión de orden metodológico se estudian por separado, se encuentran íntimamente relacionados.
La seguridad vial no sólo es prevenir choques. Como siempre decimos. Es planificar una ciudad que nos contenga a todos, desde lo jurídico, lo social, lo sanitario, lo educativo, desde lo urbanístico con la mirada en el presente y un ojo puesto en el mañana.
Más multas de tránsito no es señal de que se trabaja en seguridad vial; por el contrario, nos muestra lo mal que estamos gestionando desde la educación, la promoción y la prevención.
¿Por qué en los lugares de gestión de tránsito y seguridad vial no hay profesionales legalmente habilitados para ejercer esas tareas?
Recién entonces podríamos pensar que la seguridad y la educación vial son políticas de Estado.
Hoy estamos lejos.