El reciente acuerdo entre las fuerzas del ex Frente para la Victoria con la derecha peronista de Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, revela que solo se sustenta en intereses personales que, por cierto, nada tienen que ver con el interés común. Tanto en San Luis, como en el resto de la Argentina. O, en su defecto, es una clara muestra de la hipocresía con que están acostumbrados a actuar los que se presumen creadores de realidades y jamás cumplen el rol de intérpretes de las necesidades sociales.
Probablemente, la mayor hipocresía se observe en la ciudad de San Luis, cuyos vecinos, en su momento, espontáneamente salieron a las calles a respaldar al legítimo intendente de la época, cuando el poder feudal pretendió dividir la ciudad en cuatro aldeas. Sólo, porque no podían dominar a quien el pueblo libremente, había elegido para dirigir los destinos de la capital provincial.
Al poder que ahora quiere teñirse de progresista, no le bastó la frustración de aquella maniobra divisionista y que los puntanos bien nacidos, desde el más humilde hasta el más acomodado, se hubieran puesto en contra de semejante atropello. Volvieron por más y trabajaron por “Una Navidad sin Ponce”, que pretendía destituir al intendente del pueblo, como también desear su muerte. Así de lapidarias eran las palabras del propio actual gobernador, jefe del actual intendente, cuando semanalmente a los gritos exigía frente al Municipio capitalino: “Renunciá Ponce canceroso”.
Sin embargo, semejante humillación y desprecio por la vida y por el padecimiento de quien con escasas fuerzas físicas dirigía la ciudad, fue olvidado por quienes más tendrían que recordarlo. No para tomar revanchas, sino para reivindicar la dignidad de la lucha de un hombre que, si bien surgió del propio poder provincial, tuvo las agallas suficientes para oponerse a las atrocidades que cometían los hoy conductores de algunos de sus descendientes.
Terminaron los días terrenales del máximo defensor de la autonomía municipal puntana y comenzaron las tristes jornadas de la “doble Intendencia”, gestada desde el mismo poder y por los mismos protagonistas que hoy han tacleado -como en el rugby- a quien desde la Municipalidad de San Luis se perfilaba como hacedor de una oposición responsable. Los hechos han demostrado no solo su irresponsabilidad política, sino fundamentalmente, que su ansiedad de poder no reconoce límites, aunque las caricias del prometido poder lleguen de las manos de los enemigos más crueles que haya tenido la historia reciente de la capital puntana.
No se tienen empatía pero se soportan por necesidad, porque temen verse superados por la decisión mayoritaria que ya parece haber tomado el pueblo de la provincia, y que tendrá su primera expresión masiva, concreta y silenciosa el próximo 13 de agosto de 2017. Decisión popular que no podrá desvirtuarse, ni siquiera con las maniobras confusionistas que están transmitiendo los viejos y los nuevos voceros del feudo.
Será otro batallador, que también surgió de las filas del poder provincial, el que ponga límite a la patología institucional de San Luis. Con lo cual, todos los sanluiseños, nacidos o venidos, somos testigos de este fenómeno político y sociológico tan particular: los principales opositores que han existido como alternativa de gobierno desde 1983 en la provincia de San Luis, han surgido del propio oficialismo. En 1995, el fallecido Dr. Carlos Ponce y veinte años después, el Contador Claudio Poggi, aunque ahora desde el poder feudal nos quieren hacer creer en las bondades del KirchnerSaaísmo, episodio pasajero de la historia de la hipocresía vernácula.