El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por su sigla en inglés) condenó el brutal atentado con un coche bomba contra un convoy de autobuses que evacuaban a civiles de la zona de Al Rashidín, al oeste de la ciudad de Alepo, Siria. Los fallecidos ascienden a 130 y entre ellos 68 niños.
«Después de seis años de guerra y carnicería humana en Siria, seis años de sufrimiento para tantas familias sirias, este nuevo horror debe romper el corazón de quien tenga uno», lamentó el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake.
Lake aseguró que del suceso no solo debe rescatarse la ira sino la determinación para ofrecer ayuda y consuelo a todos los niños inocentes de Siria y la esperanza de que «todos los que tienen el valor y el poder de terminar con esta guerra lo harán».
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia condenó de manera enérgica el atentado, posible gracias al «enfoque no constructivo de Occidente respecto a la lucha contra el terrorismo».
El ataque se produjo al mismo tiempo que el Gobierno sirio evacuaba a los residentes de las localidades de Fua y Kefraya. Ese proceso ocurre como parte de un acuerdo local entre la oposición armada y las tropas gubernamentales. El viernes un convoy de 75 autobuses llegó a Alepo con unos 5.000 civiles.