Lejos estamos de atribuirnos representaciones que no tenemos, pero con solo prestar atención a las opiniones desinteresadas de los demás, queda probado el hartazgo que existe en la nueva mayoría de los sanluiseños, como también el deseo democrático de concluir con la etapa feudal de San Luis.
Varios intentos anteriores de conformación de frentes electorales como alternativas de gobierno, terminaron solo en sus actos preparatorios, por lo cual los hermanos del poder siguieron en las suyas sin mayores sobresaltos.
Claro que siempre existieron algunos opositores que les fueron funcionales, con lo cual sus pretensiones de poder pudieron seguir realizándose. Y tampoco estamos exentos de que puedan volver a aparecer, pero los tiempos son otros y las historias no necesariamente se repiten de manera idéntica.
El tiempo ha transcurrido y en él han quedado demasiadas heridas abiertas. Ahora la alternativa de poder que está gestándose desde distintas fuerzas políticas se ha transformado en la pesadilla de los señores feudales, a punto de condicionar a sus mentores a concretar alianzas con quienes han combatido, desprestigiado y humillado, aunque legítimamente gobernaran la Argentina.
El argumento, débil por cierto, es la unidad del Peronismo, como si ello en si mismo fuera garantía de las transformaciones republicanas que imperiosamente necesita una provincia, cuyos hermanos gobernantes, con la asombrosa capacidad de ahorro que poseen, han desnaturalizado las funciones esenciales del ejercicio poder público.
Para triunfar y acceder al gobierno, es menester el concurso organizado de las fuerzas políticas y sociales que tomen como propia las expresiones de la nueva mayoría para devolverle a la provincia su normalidad institucional, alejándola definitivamente de la patología de quienes tienen a San Luis como un bien familiar.
Pero además, que esas fuerzas alternativas de poder reconozcan la existencia de un líder que conduzca sus destinos mediante el consenso y la discusión amplia y participativa de los sectores intervinientes. Conducción centralizada y ejecución descentralizada de políticas de gobierno concebidas en función social, es una de las consignas a seguir para terminar con el feudo, cuyo objetivo comparte la nueva mayoría de San Luis.
El Peronismo es importante. Muy importante. Pero, el Partido Justicialista de San Luis es sólo el partido de los Rodríguez Saá. No es el partido del Peronismo, de modo que formar parte o no de él, no es motivo de preocupación para los que somos peronistas, salvo para aquellos que solo pretenden vivir de la cosa pública. En cuyo caso, necesariamente deben estar en el PJ, aun cuando saben que sus jefes conforman la oligarquía vernácula más corrupta que conozca la historia provincial.
Demasiado clara está la situación para la nueva mayoría de San Luis que ya decidió avanzar y eso quita el sueño a los que deliran con eternizarse en Terrazas del Portezuelo.