San Luis (LaNoticia) 20-03-17. Se trata de Eduardo Borkowski quien tildó de “falso e hipócrita” un homenaje a quien, en vida, priorizó lo que hoy se destruye.
Borkowski le hizo llegar la renuncia al rector de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), Félix Nieto mediante una extensa carta donde le pone claro sobre oscuro todo lo que entiende se está destruyendo en la universidad pública.
El investigador universitario presentó su “renuncia indeclinable a la Comisión Ad Hoc encargada de homenajear al ex – Rector Lic. Alberto Puchmüller”, debido a su convencimiento de que “no tiene sentido, que es una falsedad y una hipocresía rendirle homenaje a una persona sin respetar su obra”. Esto porque entiende que el homenaje que se pretende rendir al rector ya fallecido “se da en el contexto de destrucción de partes significativas de nuestra Universidad, como es la Biblioteca Central, que fuera una de las preocupaciones prioritarias del ex – Rector Puchmüller”, preguntándose “¿De qué sirve erigir uno o mil bustos o estatuas si al mismo tiempo no se respetan los ámbitos básicos de una universidad como es su Biblioteca?”
“Me tocó presenciar – sufrir en carne propia – la destrucción de la UNSL causada por la demagogia, siempre acompañada por la imprevisión. A raíz de una necesidad académica tuve que buscar un material bibliográfico que la UNSL tiene la obligación de tener, como son las copias de las tesis de maestría y doctorales que los docentes de la UNSL obtienen en cumplimiento del perfeccionamiento requerido por la Ord. C.S. Nº 15/97. Después de un largo periplo buscando llaves y más llaves en posesión de personal NO PERTENECIENTE a la Biblioteca (el cual está obviamente entrenado para manejar y organizar el material bibliográfico), finalmente ocurrió que no encontré la tesis que necesitaba”, dice Borkowski en su nota de renuncia, a la vez que asegura que “no puedo responsabilizar al personal de biblioteca porque es obvio que no es su responsabilidad, como lo demuestra el que, en la puerta de acceso al viejo depósito (especialmente pensado para tal fin), se observa un cartel que reza; `Archivo de Rectorado´. La necesidad de buscar llaves y acceder a los lugares `vedados´ del depósito de la biblioteca, seguramente hizo que el empleado que me atendió me advirtiese que la búsqueda podía durar una semana. Ante mi insistencia, se ocuparon de obtener las llaves necesarias”.
En la búsqueda del material que necesitaba, Borkowski asegura haberse llevado una “desagradable sorpresa”, porque advirtió que “la entrada a dicho depósito, rodeado de las oficinas de la Facultad de Psicología creada obviamente si prever la infraestructura necesaria, ostenta en la puerta el cartel ya mencionado que dice `Archivo de Rectorado´ (¡¿?!)”.
Allí descubrió que al depósito encerrado bajo siete llaves, le agregaron rejas y tras ellas se “albergan colecciones como la del Profesor Plácido Horas y su esposa (paradójicamente uno de los creadores de la carrera de Psicología) o el Chemical Abstract, las cuales están inaccesibles para los lectores interesados salvo que bajen bajo la mirada atenta y las llaves del encargado del Archivo Histórico y de la ¿Directora de Despacho?”, agregando que “me sorprendió desagradablemente que el cuidado y ordenamiento del material no estuviese a cargo del personal de biblioteca, entrenado justamente para eso. La imagen que me sugirieron las rejas y los libros en paquetes precintados fue la de querer encarcelar el conocimiento, lo que tal vez sea realmente el objetivo de esta infamia”.
“La Biblioteca Central de la UNSL fue una de las preocupaciones centrales de Alberto Puchmüller, no solo debido a su amor a los libros sino por la conciencia de lo que una Biblioteca representa para una Universidad”, dice volviendo a refrescar lo que Puchmüller priorizó en vida y recordó que “fue así que, cuando falleció el histórico Director Lucero y frente al interés de formarse académicamente la actual Directora General de Bibliotecas, Puchmüller elevó nota al Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires con el objeto de solicitarle colaboración y apoyo de Universidad a Universidad para cursar la carrera en condición de alumna libre, tal como ocurrió en realidad porque la UBA tiene la condición de alumno libre, con lo que logró el objetivo principal y la condición sine qua non de que el Director de una Biblioteca Universitaria debe tener el título universitario en Bibliotecología. No es casual que la Biblioteca de la Sede Universitaria Villa de Merlo lleva el nombre del Lic. Alberto Francisco Puchmüller”.
“Estoy convencido que Alberto hubiese repudiado hasta el cansancio el lamentable estado en que se encuentra el material bibliográfico en un edificio que no fue pensado para albergarlo más que en pequeñas cantidades y prueba de ello es que el material que fue trasladado sin orden ni criterio y sin la participación del personal de Biblioteca, se encuentra amontonado sobre pallets cuando no en el piso directamente, sujeto a la acción de humedad, lluvias y mohos, sin las estanterías que, aunque se coloquen ahora, nunca podrán superar el diseño del depósito original que permite la circulación del aire además de garantizar el nivel de humedad indicado, protegido del polvo y con sistema de protección de incendios, copia exacta de las bibliotecas europeas, más específicamente las italianas de la década del 80. Depósito que fue visitado muchas veces para conocer su construcción e imitarla en otras universidades argentinas, como la Universidad Nacional de San Juan para la Biblioteca de la Facultad de Ingeniería, que estando en un primer piso sus paredes se agrietaban. Ese depósito original enrejado, en el cual no puede accederse a colecciones que son únicas en Latinoamérica e incluso en el mundo”, sostiene a modo de descripción, agregando que “también le recuerdo por si Ud. lo desconoce, que en los planos originales del edificio de Rectorado, TODO EL PRIMER PISO ES BIBLIOTECA, dos grandes salas de lecturas unidas por el patio de luz, claro está que los espacios se cedieron al comienzo hasta que se construyeran los bloques de las distintas Facultades, pero como lo que se ocupa por un tiempo pasa luego a ser permanente, hoy tenemos esta realidad tan dolorosa conviviendo con nosotros”.
En los últimos párrafos, Borkowski afirma que “también quiero mencionar que, de acuerdo con información que considero confiable, la nueva `biblioteca´ era en realidad una sala de lectura anexada a la Biblioteca, con la cual se conectaría a través de un puente. En cambio se transformó esa sala de lectura en la `nueva biblioteca´, sin que haya sido pensada con tal fin, es decir, por ejemplo, carece del depósito adecuado o de las condiciones de seguridad para los volúmenes allí contenidos. Y debo recordar que el cuidado del patrimonio de la Universidad en el cual están obviamente incluidos los libros y tesis, revistas y todo el material bibliográfico almacenado en la Biblioteca, son de responsabilidad del Consejo Superior de la Universidad y suyo en virtud de su función de superintendencia, materiales por los cuales en algún momento, espero, deberán rendir cuenta ante las autoridades que correspondan”, agregando “las palabras de Humberto Eco en su artículo `Desear, poseer, y enloquecer´ que muy acertadamente coinciden con la realidad de la Biblioteca que Ud. , y su gestión, se encargaron de destruir: `La biblioclastía fue definida como la compulsión humana por destruir libros. La biblioclastía por incuria es la de tantas bibliotecas (…) que a menudo se transforman en espacios de destrucción del libro, porque una manera de destruir los libros consiste en dejarlos morir y hacerlos desaparecer en lugares recónditos e inaccesibles´”.
“Por esta razón, he decidido no prestarme más a la incoherencia, falsedad e hipocresía que supone realizar un busto de Puchmüller mientras se destruye una de sus más preciadas ocupaciones”, señala Borkowski para finalizar su extensa carta de renuncia a la Comisión Ad Hoc de homenaje al ex Rector de la UNSL, Alberto Francisco Puchmüller.
Carlos Rubén Capella
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