Más de un centenar de personas, muchas de ellas con flores y velas, hicieron fila en Moscú para despedir los restos de Boris Nemtsov, el líder opositor liberal asesinado a tiros el pasado viernes en un puente situado a escasos metros de las murallas del Kremlin.
El viceprimer ministro ruso, Arkadi Dvorkovich, acudió a primera hora de la mañana de ayer al Centro Sajarov para ofrecer su condolencias y rendir homenaje a la memoria del dirigente liberal asesinado.
El político opositor liberal pertenecía al grupo de los jóvenes reformistas que llegaron al poder en Rusia después de la desintegración de la Unión Soviética y llegó a ser número dos del gobierno en 1997, en la época del presidente Boris Yeltsin.
El Comité de Instrucción de Rusia, que ha ofrecido una recompensa de tres millones de rublos, cerca de 50.000 dólares, por «información valiosa» que arroje luz sobre el caso, maneja numerosas hipótesis sobre los posibles motivos del asesinato.
Los investigadores no descartan que el asesinato del líder opositor sea un intento de desestabilizar la situación en Rusia ni que fuera un caso de venganza personal.
Nemtsov denunciaba la injerencia de Rusia en los asuntos internos de Ucrania y afirmaba, tal como aseguran Ucrania y Estados Unidos, que miles de soldados rusos combatían en la filas de los separatistas pro rusos, algo que el Kremlin rechaza.
La oposición rusa no duda en tildar el caso de «asesinato político» enmarcado en la campaña lanzada por las autoridades contra los nuevos enemigos del pueblo ruso: aquellos que se oponen a la injerencia del Kremlin en el conflicto ucraniano.