En los distintos períodos de nuestra historia, cuando se cerraron ramales, siempre este tipo de acciones fue acompañado de una fuerte campaña publicitaria de desprestigio, donde se hacía hincapié en lo deficitario que eran los trenes y la superpoblación de empleados que tenían etc. etc. Claro que todo siempre fue una gran mentira, todo siempre formo parte de planes bien pensados (Plan Prebisch del Golpe militar del 55; Plan Larkin de Frondizzi; Plan Flouret del Golpe Militar del 66 y todos los planes que puso en marcha Martínez de Hoz, por nombrar algunos) con un “modus operandis” que se repetía sistemáticamente en todos los períodos donde se depredó a los ferrocarriles.
Que más o menos se desarrollaba de esta forma: En primer lugar, se cortaba el presupuesto para la fabricación de repuestos, no se renovaban coches y se dejaba con muy poco mantenimiento a la infraestructura lo que se traducía en servicios de mala calidad, de esta forma se incentivaba el descontento y malestar de la gente; en segundo lugar se instalaba en la opinión pública que el ferrocarril era un nido de ñoquis, cuando la realidad era que había familias enteras que venían de tradición ferroviaria y era una verdadera vocación siendo una fuente de trabajo genuina, pero el engaño apuntaba a los “talleres ferroviarios” que además de ocupar miles de personas eran el pilar de la industria ferroviaria, donde se fabricaban repuestos, rieles, locomotoras y todo tipo de insumo necesario para el crecimiento y desarrollo del ferrocarril, evitando la importación de elementos vinculados con este medio de transporte; en tercer lugar el tren fue y es una pieza clave en el tema fletes de mercaderías que descomprime rutas y abarata costos y eso tenía que ser negocio para pocos.
Estos conceptos básicos utilizados para deteriorar la imagen del ferrocarril, mezclados y hábilmente publicados en medios de comunicación social, principalmente diarios, se convirtió en una campaña desalmada para desprestigiar y hacer creer a la gente que los trenes eran deficitarios; que eran una carga, que pagaban todos los ciudadanos con los impuestos. Pero claro no mencionaban lo que significaba y significa para el presupuesto Nacional y Provincial, el mantenimiento de las rutas en sendas reparticiones llamadas “Vialidades” y ni hablar del negocio millonario de los peajes.
Nunca le mencionaron a la gente de las grandes urbes, el deterioro infame que significó para los pueblos del interior el abandono del ferrocarril, jamás mencionaron que para algunos pueblos el tren significaba tener agua para vivir; único transporte moderno para hacer grandes distancias.
Nunca mencionaron el éxodo, el desempleo y el abandono de pueblos que trajo como consecuencia la destrucción de nuestro patrimonio ferroviario.
Claro que sí. Fue una gran mentira que apunto a la yugular de unas de las Redes Ferroviarias más grandes del mundo, hoy la gente es consciente de esa gran mentira armada para que pareciera real, hoy la gente clama por los trenes, reclama y necesita los trenes como medio transporte; hoy los trenes son una deuda social que está en el “debe” de la clase política. Hoy todos exigimos QUE VUELVAN LOS TRENES AL INTERIOR