El politólogo Juan Manuel Karg sostiene que detrás de la flexibilización del Mercosur está el deseo de “desideologizar” la política exterior de los países miembros y amansar instancias regionales como Unasur y CELAC.
El presidente interino de Brasil, Michel Temer, manifestó este sábado que la alianza Mercado Común del Sur (Mercosur) debe dar más libertad a sus miembros para que estos puedan firmar nuevos acuerdos comerciales y lograr una “universalización” de sus relaciones.
“En este momento necesitamos rediscutir el Mercosur, no para eliminarlo sino para colocarnos en una posición más segura para buscar ampliar nuestras relaciones con otros países”, dijo Temer.
Mercosur es la experiencia de integración más avanzada en América Latina, y desde sus inicios, ha tenido como objetivo principal el impulso de un espacio que genere oportunidades comerciales y de inversión, a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional común, sin embargo, Temer señala que Brasil “muchas veces tiene dificultades para hacer nuevos acuerdos porque está preso a los compromisos del bloque”, razón por la cual defiende su tesis de que debe haber mayor libertad para los socios del bloque.
«Tenemos que discutir un poco el Mercosur, para poder darle unas directrices más seguras a esa intención de universalizar nuestras relaciones», comentó Temer respecto a la supuesta necesidad de flexibilizar las normas que impiden a los miembros (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) abrir negociaciones para acuerdos comerciales en forma individual.
El presidente interino también puso sobre la mesa la “fundamental importancia” de discutir sobre el acuerdo de libre comercio que el Mercosur mantiene con la Unión Europea (UE) y resaltó su perspectiva de que se debe modificar la cláusula que obliga a todos los miembros del bloque a discutir en conjunto acuerdos con otros países o grupos regionales.
Temer quisiera que la cláusula que impide hacer negocios individuales se anule en Mercosur.
La trampa de la flexibilización
El pasado mes de mayo, en una visita a Argentina, el canciller brasileño José Serra ya había mencionado la “necesidad” de que el bloque sea más flexible y retome su foco comercial.
Juan Manuel Karg, politólogo de la Universidad de Buenos Aires, fue categórico al señalar que la idea de “flexibilizar” el bloque parte del presupuesto engañoso de “desideologizar” la política exterior de los países miembros para “dejar atrás las uniones políticas puras, pasando a un pragmatismo que definiría las relaciones exteriores por otros elementos, como la economía”.
Para Karg la principal trampa del Mercosur flexibilizado es que funge como soporte discursivo para establecer una operatoria bien conocida por los países hermanos: un amesetamiento o amansamiento de instancias regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
“El Mercosur flexibilizado es, en esencia, una puerta abierta al libre comercio, para intentar orientar la región hacia el TPP (Acuerdo Transpacífico) que Washington armó en detrimento de Beijing”, expresó Karg.
«El golpe en cámara lenta en Brasil y su desenlace nos muestra eso: mientras las autónomas herramientas no llegan a dar respuesta acorde sobre el tema, por un empate catastrófico de las fuerzas posneoliberales y las conservadoras, la OEA debate sobre Venezuela, no emitiendo palabra sobre la grave situación institucional que afronta el gigante sudamericano», concluyó.
Para el politólogo, otra prueba de esto es como en poco tiempo Brasil y Argentina pasaron de constituir e intentar formar parte de los BRICS, respectivamente, a ser «los arietes sudamericanos (arma de asedio usada para romper fortificaciones) de la nueva política de Estados Unidos para aislar a China a nivel global».