Mario Lázaro *
“Les quiero contar mi historia…”
Esta carta que adjunto será mi única declaración por este y por otros medios, es todo lo que tengo que decir sobre la pesadilla que viví, gracias a quienes me apoyaron en la demostración de mi verdad. A los demás… nada.
Carta abierta a los medios de difusión
Les quiero contar mi historia…
Siempre me interesó estar informado, creo que por herencia genética, mi padre siempre fue un tipo muy informado, un gran lector. Siempre afecto a leer el diario y cuanta publicación saliera sobre actualidad política y social argentina, lo recuerdo con el diario bajo el brazo llegando del trabajo, leyéndolo en su taller de artesanías, también escuchando radio, por las noches con su “siete mares” hurgando en el dial las emisiones extranjeras.
Siempre me llamo la atención y pensaba, como sería ese trabajo de “periodista”, que interesante, incluso su nombre, y siempre me llamó atención la comunicación, lo que ahora llaman “los medios”, antes llamada “prensa”.
Y en relación a este último término, “prensa”, hoy, para mí, cobra otro sentido, una prensa, que mete presión, que aprieta, que somete, empaqueta.
Hace ya unos días, fui involucrado por los medios de San Luis en un hecho confuso, relacionado inexplicablemente con imágenes consideradas como pornográficas. De las cuales nunca tuve conocimiento, esa historia es bastante conocida, les quiero contar lo que no se conoce.
Prácticamente en el mismo momento, en el que bochornosamente la policía me detenía e incautaba mis efectos personales y material de trabajo, en un lugar público a la exposición de cuanta persona pasara por el lugar, los medios, diario y canal de tv, se encargaban de condenarme y mostrarme en esa situación denigrante que montaron a manera de show televisivo del mismo nivel que cualquier culebrón narco-latino de la época.
Estuve preso durante diez días, tratando de demostrar mi inocencia, a pesar de que la constitución de mi país dice lo contrario, “que toda persona se presume inocente, hasta que se demuestre lo contrario”. En mi caso no fue así. A pesar de que la causa se cayó al tercer día, porque ninguno de los testimonios me involucra en absoluto con lo sucedido, y luego por la pericia sobre mis pertenencias, que dio negativa para la causa. Pero fundamentalmente, porque se definió quién fue el autor de las imágenes en cuestión, las cuales no voy a juzgar.
Así las cosas, yo sin entender aun de qué se me acusaba, pues nadie me supo decir fehacientemente cuál era mi relación con el asunto, repito: porque nunca tuve en mi poder, ni entregué ningún tipo de material a nadie, y luego, ningún testimonio me vinculó con el asunto. De todas maneras me esposaron y encerraron en un mugriento calabozo, incomunicado, y maltratado física y psicológicamente.
Entonces, particularmente en esta fecha, quisiera hablar de la ética, de derechos ciudadanos, de prejuicios, de irresponsabilidad, de desidia, en definitiva, de la mediocridad en los medios, parece un juego de palabras, MEDIO-CRIDAD.
La mediocridad en los medios tiene que ver con:
La des-información, el des-interés, el des-conocimiento, la des-valorización, justamente, de los valores humanos, del otro, del congénere, de mi vecino, de mi amigo, del compañero de trabajo, etc.
La primera plana es un negocio que tiene que ver principalmente con el impacto, y ese negocio con la capacidad de vender y no con la certeza de la noticia en sí.
La morbosidad juega un rol fundamental en la decisión de una publicación, y el impacto relacionado con el tamaño del título marca cuánto se espera de él a nivel de repercusión mediática, en ese afán no hay límites, no hay consideraciones, no hay ni siquiera códigos; hablo de códigos de la ética, y así todo se mezcla, como dijo hace un tiempo Enrique Santos Discepolo: No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao. Es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de los otros, el que mata, el que cura, o está fuera de la ley.
Por último, agradezco profundamente a mi pareja, Sandra, (que se puso el asunto al hombro), a mi hijo Pablo, (que me demostró de qué madera está hecho), a Lucas, mi hijo menor, a ese puñado de buenos amigos que estuvieron siempre a mi lado, Ale y otros, (ellos saben bien a quienes me refiero), a mi familia,(que siempre estuvo apoyándome incondicionalmente a la distancia, siempre estuvieron cerca), a mis compañeros de trabajo, a mis estudiantes, a los directivos de la Universidad de la Punta, que me siguen apoyando, a mi vieja, (ella sigue presente), y a mi viejo, que me hizo lo que soy.
Hablando de quién soy. Durante mi carrera como artista audiovisual, tuve la oportunidad de hacer trabajos en busca de la verdad que me marcaron de por vida: uno sobre los derechos del niño, dos más sobre la época de la dictadura y los desaparecidos. Además de muchas colaboraciones y participaciones en temas relacionados con los derechos de las personas.
Ahora, Por estos días, estoy retomando mi vida desde donde me la sacaron.
Y también ahora sé que la noticia importa más que la verdad.

* Mario R. Lázaro fue acusado falsamente de pertenecer a una banda pedófila que hacía pornografía infantil. La justicia lo liberó de culpa y cargo diez días después de la acusación, cuando debió haberlo liberado en medio día.