Adelantó además que frente a la destitución de Rousseff por parte de los «golpistas» comenzarán los momentos de «lucha por la democracia en las calles».
Afónico y sin referirse a eventuales chances para evitar la caída de Rousseff en el Senado, Lula, el líder del Partido de los Trabajadores, por primera vez reaccionó públicamente a la votación de la Cámara de Diputados que autorizó el juicio político contra Rousseff que ahora deberá enfrentar en el Senado.
En un acto realizado en San Pablo durante un seminario de la Alianza Progresista, la red internacional de partidos de centroizquierda, Lula culpó por la posible destitución de Rousseff a una «alianza entre los medios y los políticos y una gavilla legislativa», al referirse al poder que posee el procesado por corrupción presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, que logró hacer avanzar el impeachment.
Uno de sus asesores, el ex secretario general de la presidencia, Luiz Dulci, tuvo que leer parte del discurso de Lula en la reunión política porque la voz del ex líder sindical que gobernó Brasil entre 2003 y 2010 estaba afónica.
«Una verdadera gavilla legislativa implementó la agenda del caos, en un claro gesto de venganza», afirmó Lula, quien sostuvo que el vicepresidente Michel Temer más el resto de la oposición «buscan imponer una agenda neoliberal, una agenda derrotada en las urnas».
Sostuvo Lula que América Latina corre el riesgo de sufrir «retrocesos» y admitió que el gobierno de Rousseff cometió errores, pero no por eso puede adjudicarle un delito «que no existe» (supuesto maquillaje en el presupuesto 2015) para ser blanco de un juicio político.
La primera declaración de Lula luego de la derrota en la Cámara de Diputados no guardaba esperanzas sobre el proceso que se inicia en el Senado, con la instalación de la comisión de juicio político, que a mediados de mayo debe votar si acepta o no la denuncia, y en caso positivo, Rousseff deberá apartarse del cargo por seis meses hasta el juicio final.
«Damos por descontada la derrota en el Senado, pero Lula es un hombre de paciencia, que espera los momentos políticos y el del Senado es un tiempo político a ser observado», dijo un colaborador del ex presidente.
Lula continúa esperando que la Corte Suprema defina sobre su asunción como jefe de gabinete de Rousseff el 16 de marzo pasado, nombramiento afectado por una medida cautelar porque fue interpretado por un juez como un salvoconducto para evitar ser investigado por el juez Sergio Moro, a cargo del escándalo de corrupción en Petrobras.
«Creemos que la Corte no tocará el asunto porque espera que el Senado resuelva antes la situación de Dilma», dijo la fuente.
El ex presidente Lula, al lado de personalidades como el ex primer ministro italiano Massimo D´Alema, y otros dirigentes de la Alianza Progresista, repitió que «la sociedad brasileña no reconocerá al gobierno que no surja del voto popular» y afirmó que la solución no pasará por otro lado que no sea «el mantenimiento del proceso democrático en curso».
Lula no se pronunció, así, sobre la tesis de convocar a nuevas elecciones para superar el impasse.
«La élite brasileña se resiste a la democracia, no tolera que el PT u otro partido progresista gane las elecciones. Y acá en Brasil ya no hay más oposición; es la prensa que lo hace, definida ideológicamente».
Según Lula, «la prensa extranjera le está dando una lección a la brasileña» en lo que se refiere al impeachment y comparó la actual situación con la del golpe de Estado militar de 1964 contra Joago Goulart.
«Sacar a Dilma es apenas un gesto, es el mayor acto de ilegalidad en el país desde el golpe de 1964. En 1964 había Guerra Fría, el temor al comunismo, a un presidente que había instalado la reforma agraria. Y siempre hablaban de corrupción. Con Hitler y Mussolini también, la corrupción. Aquí el vice (Temer) es un abogado que está avalando rasgar la Constitución», sostuvo.
Defendió que gracias al PT «los ricos y poderosos» comenzaron a ir presos en Brasil y comparó las «olas moralizadoras» de los países como Italia, que tras la operación Manos Limpias «ha surgido un personaje como Silvio Berlusconi».
Lula fustigó en parte a los exiliados de la dictadura militar brasileña (1964-1985) por estar apoyando al vicepresidente Temer.
Sin nombrarlos, todos interpretaron que se trataba del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y el ex candidato presidencial y senador José Serra, quien el domingo se reunió oficialmente con Temer, de quien quizás sea su ministro de Economía.
El objetivo, dijo, es «destituir a Dilma pero destituir al PT, pero habrá resistencia por la democracia, no por un partido».
El seminario se realizó en el hotel Maksoud Plaza de San Pablo. En la puerta, antes de que ingresara Lula, se vieron manifestaciones de decenas de personas, a favor de la destitución de Rousseff y a favor de la mandataria, en un escenario que parece aumentar con el correr de los días cuando se acerque la decisiva votación en el Senado, a mediados de mayo.