San Luis (LaNoticia) 28-03-16. Un hecho que vio la luz en el caso Romina Aguilar, se repite casi como un `modus operandi policial´ en otras causas.
Ya lo habíamos anticipado en ediciones pasadas cuando hablamos del caso Romina Aguilar. En ese caso, un policía implica al viudo Diego Lorenzetti por dichos de supuestos informantes que nadie sabe quiénes son -mucho menos si existen o no-. En la (In)Justicia de San Luis hay por lo menos otro caso donde, para procesar a un joven, su usa este mismo artilugio policial, más que preocupante que nos pone a todos -y todas- en una literal libertad condicional.
Caso Fabio Fernández
El 4 de noviembre de 2014 fue encontrado en un predio cercano a un conocido supermercado en el barrio El Lince, Fabio Fernández, víctima de un disparo de arma de fuego y múltiples golpes en su cabeza.
Una de las `pruebas´ utilizadas en el expediente judicial, es un informe del Centro de Operaciones policiales en el cual la operadora asegura haber recibido un llamado de una mujer -la cual hasta el momento no se sabe quién es ni dónde vive y ni siquiera si existe-, quien le asegura que en el barrio “se escucha” que los autores del asesinato serían “un tal Augusto y Tula” y hasta “un tal Molina”. Casi como calcado con el caso Romina Aguilar, donde todavía no aparecen ni el “Bocón” Vilchez ni un tal “Chori”, implicados por el brasilero De Oliveira en su indagatoria, todavía no aparecen; en esta otra causa, ese tal Molina tampoco apareció nunca.
`Informantes anónimos´
El `testimonio´ calcado entre el caso Romina Aguilar y éste que nos ocupa, es la declaración de policías que citan los supuestos dichos de `informantes´ que nadie sabe quiénes son ni dónde viven y ni siquiera si existen o no.
Acá el policía asegura que un informante le dijo que los autores del asesinato serían “Martín Tula y Augusto Agüero” -donde ahora Augusto tiene apellido- y tal como en el caso Romina Aguilar el policía sostiene que no dará la identidad del informante porque éste le dijo que no declararía ni en sede policial ni judicial. Esto es idéntico a lo explicado por un policía -tal vez sea el mismo- en el caso Romina Aguilar donde supuestos `informantes´ -también anónimos y sin existencia real comprobable- le habían dicho que Lorenzetti sería el autor intelectual del asesinato de su esposa.
Y la (In)Justicia ¿Cuándo se transformará en Justicia?
Más allá de este `modus operandi policial´, lo que más nos debería preocupar a los ciudadanos es el `modus operandi judicial´, puesto que no habría juez penal existente que de por tierra con este sistema de `informantes´ anónimos, que bien pueden ser un gran invento policial ante la incapacidad de sus investigadores para encontrar a los verdaderos responsables o encontrar las pruebas irrefutables contra ellos. La (In)Justicia de San Luis y sus jueces convalidad sistemáticamente esta mala práctica policial que nos pone a todos en una igualdad de libertad condicional.
Desde siempre y en muchos casos es altamente notable, que nuestra policía busca primero a los culpables y luego las pruebas, cuando debería ser exactamente al revés. A tal punto es esto real, que como único caso en el mundo, en el caso Romina Aguilar se `encontró´ primero al supuesto autor intelectual que al autor material.
¿Más irregularidad policial?
En el caso que nos ocupa, la irregularidad policial llegó al extremo que con tal de incriminar a Augusto Agüero, la investigación policial no se quedó con lo de los supuestos `informantes´ y fue más allá cuando aparentemente cambiaron los dichos de otro policía para incriminar aún más a Agüero.
El policía en cuestión tiene una relación sentimental con la madre de Agüero, por lo que fue un camarada a verlo para ver si podía utilizar esa situación para `sacarle´ una declaración autoincriminatoria a Agüero. Ante esto, el policía le comenta a su pareja y juntos van a sede policial para ver de qué se trata. Allí señala que vio cómo policías de civil cometían apremios ilegales contra Agüero para que se declarara culpable. En un momento la encargada de la comisaría, le pide al policía que declare y señalándole un supuesto apuro por parte del juez de la causa para tener esas declaraciones, se la hacen firmar sin que tuviera tiempo de leerla. Esto hace que fuera a ver al juez, y en el Juzgado le dicen que el titular jamás pidió, y menos con urgencia, esas investigaciones policiales, lo que hace que se interese por saber qué había firmado como declaración y se encuentra con la gran sorpresa. El policía aseguraba en la declaración que Augusto Agüero le había confiado la autoría del asesinato de Fabio Fernández; algo que negó rotundamente en sede judicial. Es decir que sus propios camaradas le habrían hecho `la cama´ de hacerle declarar lo que nunca habría declarado, todo sea por tener elementos -no importa si mal habidos- para `probar´ la autoría de Agüero.
¿Testigos truchos?
En otra parte del expediente, seis meses después del hecho, la policía `encuentra´ un supuesto testigo que afirmó que Agüero tenía la mano derecha hinchada. ¿Por qué esta declaración? Porque aparentemente cuando a Fabio Fernández le disparan, el arma explotó y se partió en dos. Entonces intentaron hacer pasar que esa explosión del arma había `hinchado´ la mano del supuesto autor. La temperatura que genera un disparo de arma de fuego es tal -y más si hizo explotar el arma- que la quemadura que hubiera provocado en la mano del autor del disparo fuera tal, que en esos seis meses alguna impronta todavía mantenía. Obviamente, Agüero a esa época no tenía nada en su mano derecha.
Carlos Rubén Capella
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