Un coche bomba provocó una fuerte explosión en la céntrica plaza de Kizilay, en el corazón de Ankara, cerca de una comisaria de la policía, y dejó un saldo de al menos 27 muertos y 75 heridos, según un comunicado de la oficina del gobernador de esa provincia.
Un coche bomba provocó una fuerte explosión en la céntrica plaza de Kizilay, en el corazón de Ankara, cerca de una comisaria de la Policía, y dejó un saldo de al menos 27 muertos y 75 heridos, según un comunicado de la oficina del gobernador de esa provincia.
La explosión se produjo en el parque Guven, al lado de una parada de colectivos, y 23 de las 27 víctimas fatales fallecieron en el acto. Las cuatro restantes murieron cuando eran transportadas al hospital, agregó el texto.
Por el momento, ningún grupo armado se adjudicó la autoría del ataque.
Éste, es el tercer gran atentado que sacude Ankara, la capital turca, en los últimos seis meses.
En febrero pasado, un coche bomba estalló junto a un convoy militar en Ankara, en un atentado que dejó 30 muertos.
Tras el ataque, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan culpó a la milicia extremista Estado Islámico (EI), un grupo que opera principalmente en las vecinas Irak y Siria, pero que ha ganado protagonismo en los últimos tiempos en otros países de la región.
La oposición de izquierda y pro kurda de Turquía ha acusado en reiteradas ocasiones al gobierno de Erdogan de apoyar veladamente al EI, permitiendo el paso de combatientes, armas y hasta el contrabando de petróleo a través de la enorme frontera que comparte con Siria y que coincide con la región de mayoría kurda.
Hace seis meses, un doble atentado suicida inauguró la seguidilla de ataques en Ankara en las puertas de la principal estación de trenes de la ciudad. El saldo final fue de más de 100 muertos.
Ningún grupo armado asumió la autoría del atentado, sin embargo, pocos días después uno de los atacantes suicidas fue identificado como el hermano menor de otro hombre que se había inmolado unos meses antes en la ciudad de mayoría kurda de Suruc, en el sureste del país, en un ataque reivindicado por el Estado Islámico (EI).
El objetivo de ese atentado había sido una manifestación de fuerzas de izquierda y kurdas que reclamaban apoyo para las milicias kurdas sirias que pelean contra el EI en el país vecino. Estas milicias, pese a ser aliadas de Estados Unidos, actualmente, son bombardeadas por el Ejército turco, un socio de Washington en la OTAN.
Según denunció el gobierno de Erdogan el año pasado, los dos hermanos que protagonizaron los atentados de Suruc y Ankara tenían vínculos con el EI y fue esta milicia la que ordenó ambos ataques.
El atentado de Suruc fue determinante en Turquía para desatar una nueva ola de represión policial y judicial contra la principal coalición opositora de fuerzas de izquierda y kurdas, y reactivar el conflicto armado con la milicia separatista kurda, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
La ofensiva militar contra el PKK y todos sus simpatizantes continúa en el sureste del país, donde se concentra la minoría kurda.
Tras meses de toques de queda y combates en varias de las principales urbes de la región, el gobierno nacional decretó el estado de sitio en otras dos ciudades del sureste del país, informaron las autoridades de las provincias de Hakkari y Madrin, fronterizas con Siria, un país devastado por una guerra civil que ya lleva cinco años.
Según el comunicado oficial, el toque de queda es «necesario» por el «aumento de actividades terroristas» del PKK.
Sin presencia de la oposición, de la oposición o de cualquier observador externo, lo que sucede en las localidades que quedan bajo toque de queda es un misterio, apenas quebrado por algunas informaciones sueltas, difundidas por organizaciones humanitarias internacionales y la oposición turca, sobre víctimas fatales civiles y violaciones a los derechos humanos.
En general, este estado de excepción no tiene un plazo fijo, el gobierno nacional lo anuncia por un período de tiempo «indefinido».
En el distrito sur de la ciudad kurda de Diyarbakir, por ejemplo, el toque de queda rige desde principios de diciembre pasado. En las ciudades de Silopi y Cizre, en cambio, fue levantado parcialmente recientemente y sólo entra en vigor a la noche.