San Luis (LaNoticia) 28-10-15. Hace cinco años, los y las argentinos y argentinas, amanecíamos en un día feriado porque se realizaba el Censo Nacional del año 2010. El estupor ganó a la sociedad ante la noticia de la muerte de Néstor Kirchner, indudablemente un político trascendental en nuestro país, más allá de coincidir o disentir con sus propuestas, su identidad política y su accionar institucional.
Cuando asumió la presidencia de la Nación, expresó, entre otros conceptos: «Vengo en cambio a proponerles un sueño. Reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación. Vengo a proponerles un sueño, que es la construcción de la verdad y la justicia. Vengo a proponerles un sueño, el de volver a tener una Argentina con todos y para todos».
Y así fue. Se reconstruyó el rol Estado, como garante de la disminución de la desigualdad; se reindustrializó el país y se redistribuyeron los ingresos paulatinamente. Puso siempre la política delante de la economía, jugó como conductor un rol clave, con aciertos y errores, empujado por una férrea voluntad de cambio. Argentina obtuvo un crecimiento del producto, que se mantuvo por más de una década, caso único en la historia argentina.
Cuando se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas, fue contundente: “La defensa de los derechos humanos ocupa un lugar Central en la nueva agenda de la República Argentina. Somos hijos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Y por ello insistimos en apoyar de manera permanente el fortalecimiento del sistema internacional de protección de los derechos humanos y el juzgamiento y condena de quienes los violen”.
No eran sólo palabras ni expresión de deseos. La renovación de la Suprema Corte de Justicia, con un mecanismo de participación ciudadana; la derogación de las leyes de impunidad y la anulación de los indultos; la reapertura y la apertura de juicios por delitos de lesa humanidad, que permitieron juzgar y condenar a los genocidas responsables del Terrorismo de Estado, con todas las garantías constitucionales. La transformación, en síntesis, de los reclamos de los organismos de Derechos Humanos, los familiares y los sobrevivientes, en Política de Estado.
En la Cumbre de las Américas de 2005, enfrentó a George W. Bush, diciendo: «Nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias, ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja; es fundamental hablar con mucho respeto y en voz alta, para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y la posibilidad de construir obviamente un mundo distinto y una región que esté a la altura de las circunstancias que sé que los presidentes desean y quieren.»
Y allí está su aporte en el proceso de transformación del mapa político de América del Sur, donde se fortalecieron estrategias para encontrar soluciones propias para los problemas históricos de la región. Con su impulso, junto a Lula, Chávez, Morales y otros presidentes, se promovió una nueva instancia regional que completaba y fortificaba estratégicamente el Mercosur: la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), señalando un camino para la consolidación de los intereses de los países que la integran. El rechazo conjunto al ALCA, propuesto por EE.UU.; la incorporación formal de Venezuela al Mercosur; la participación de Argentina y Brasil en el G-20, como reconocimiento internacional de la importancia que había adquirido la región.
El recuerdo de Néstor Kirchner está fuertemente asociado a estas instancias, que lo tuvieron como protagonista y marcaron su estatura de estadista. El día de su partida, en la Memoria del pueblo argentino, continuará asociado al dolor de la partida pero también a su ejemplo como Reparador de Derechos.