En medio de la crisis migratoria que azota a Europa, el gobierno canceló los trenes desde y hacia la principal estación de Budapest y evacuó a los refugiados que intentaron abordar trenes con destino a Austria y Alemania.
En medio de la crisis migratoria que azota a Europa, Hungría canceló los trenes desde y hacia la principal estación de Budapest y evacuó a refugiados que intentaron abordar trenes con destino a Austria y Alemania. Y más: amenazó con enviar el ejército a la frontera con República Checa para detener el aluvión de refugiados. Mientras tanto, la Unión Europea (UE) amenazó con sancionar a los países del bloque que no apliquen correctamente las leyes regionales para los solicitantes de asilo, principalmente el Acuerdo de Dublín, que establece que el primer país a donde llega el refugiado es el que debe encargarse de procesar su solicitud.
Durante el día del martes se vivieron escenas de caos y se registraron trifulcas en la céntrica estación de Keleti, cuando cerca de 500 migrantes se abalanzaron sobre un tren que estaba a punto de salir hacia Viena y con destino final en Múnich. Sin embargo, un centenar de policías pertrechados con cascos y porras hicieron guardia y forzaron la salida de los inmigrantes que lograron acceder a la estación.
Al grito de “¡Libertad! ¡Libertad!”, los refugiados se reagruparon en las cercanías de la estación. A los que ya habían sido desalojados se sumaron varios cientos de migrantes más en lo que se tornó una zona de tránsito y lugar de refugio para los solicitantes de asilo. “Cualquier persona podría verse en nuestra situación. Así que, por favor, ayúdenos”, clamó un refugiado desde la estación, según reprodujo el diario español El País. Tras permanecer cerrada por algunas horas, Keleti fue reabierta por las autoridades, pero la policía permaneció en el área para impedir el acceso a los refugiados. El portavoz de la compañía de trenes húngara MAV, Viktor Vaczi, anunció la reapertura de la estación y confirmó que se esperaban importantes retrasos. Al caer la noche, familias y grupos de refugiados se prepararon a pasar la noche en la calle, frente a la estación de tren. Muchos de ellos pidieron a los periodistas que pasaran la noche con ellos para evitar que grupos de extrema derecha o la policía intentaran desalojarlos o reprimirlos.
El cierre de la estación pareció motivado en parte por la presión que otros países de la Unión Europea (UE) ejercieron para que se intente frenar el aluvión de migrantes y refugiados que intentan ingresar al Viejo Continente a través de Hungría. El lunes, la policía de Budapest dio vía libre a los inmigrantes que desde hace días esperaban en campamentos improvisados que tomaran el tren, a pesar de no tener los visados necesarios para ingresar a la UE. Esto logró que, sólo ese día, llegaran a la capital austríaca 3.650 inmigrantes. Los migrantes, que llegaron a Austria fueron recibidos con entusiasmo por cientos de personas.
En tanto, el premier húngaro, Viktor Orban, mantendrá un encuentro con la cúpula de la UE en la capital belga para tratar alternativas para frenar la llegada de indocumentados. La entrevista será con los presidentes de la Comisión Europea (CE), el luxemburgués Jean-Claude Juncker; del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, y del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz. El viernes, Orban tiene previsto participar en una cumbre que celebra el Grupo de Visegrado sobre el mismo tema y cuyos cuatro miembros –Hungría, Polonia, Eslovaquia y la República Checa– rechazan la propuesta de la CE para establecer cuotas para repartir en toda la UE el número de refugiados.
Por otro lado, la portavoz de migración de la UE, Natasha Bertaud, avisó a los países europeos que se sancionará a los que nieguen el asilo a los refugiados. “Esta es la última advertencia antes de abrir un procedimiento de infracción”, anticipó. Bertaud declinó nombrar a los países destinatarios de la advertencia del bloque, pero confirmó que sus palabras iban dirigidas a por lo menos 10 de las 28 naciones que lo componen. Dos de ellos sin dudas son Italia y Grecia, los grandes puertos de entrada de los migrantes a Europa que, colapsados y sumidos en una profunda crisis económica, optaron por abrir sus fronteras hacia la UE y dejar que los refugiados continúen su viaje y pidan formalmente asilo político en otro país miembro del bloque.