San Luis (LaNoticia) 26-08-15. Hace unos días, hubo un acontecimiento especial que es muy difícil de definir. Se inhumaron los restos de Jorge Luis Ruffa, que fue secuestrado y asesinado en el año 1977, por el Terrorismo de Estado. Pasaron 38 años para que su familia, sus amigos, sus compañeros tuvieran la posibilidad de realizar la despedida. Para que se pudiera acceder a la dignidad del Derecho al Duelo.
Las sensaciones que este hecho genera, tiene diversas aristas porque si bien se siente la reparación de haber encontrado sus restos, de poder obtener un lugar de descanso y de reposo, el dolor que origina su despedida es extraño, desconocido, inédito.
Este episodio renueva el reclamo permanente por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Cada testimonio expuesto en los diferentes juicios por Delitos de Lesa Humanidad -a lo largo y ancho de nuestro país- advierten que los crímenes cometidos por la Dictadura Cívico Militar no son el pasado; porque cada palabra, cada imagen, cada evidencia, instalan las ausencias de hoy, recuerdan jóvenes que así quedaron para siempre, invariablemente jóvenes.
También abre expectativas en aquellas familias que aún no pueden reencontrarse con sus seres queridos, arrancados despiadadamente; despliega una esperanza sobre la posibilidad de que les otorguen a ellos, este Derecho básico que es despedir a su familiar, llorar sus ausencias, recordar de otro modo.
Es indispensable reconocer el infatigable trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense que profunda y pacientemente, logra entregar a los argentinos la oportunidad del reencuentro, doloroso pero aliviador de heridas.
La revisión del pasado implica una resignificación de la historia, indispensable para entender el presente y proyectar hacia el futuro. La Memoria colectiva no puede ser avasallada por políticas de olvido, la Verdad es necesaria para que la participación política y social sea auténtica, el compromiso de todos, cada uno desde su lugar posibilita y garantiza acceder al efecto reparador de la Justicia.
Hechos de esta naturaleza nos honra como Pueblo. Reaviva el Derecho a la Dignidad y la Dignidad de los Derechos.