Los manifestantes se congregaron en la céntrica plaza Syntagma, frente al Parlamento, para apoyar el llamado del primer ministro Alexis Tsipras, a rechazar una propuesta de «rescate» financiero de los acreedores del país, ondeando banderas griegas y cantando «tomen su rescate y váyanse».
La concentración marcó el inicio de la campaña para el referéndum convocado para el domingo próximo por Tsipras para que el pueblo griego decida si acepta o rechaza el programa de ajustes que los acreedores exigen a Grecia a cambio de extender su programa de asistencia financiera. En respaldo a la posición del premier, que ha pedido un voto por el «no», los asistentes optaron por ignorar las draconianas restricciones bancarias que entraron en vigor durante la jornada y volvieron a exigir el fin de las políticas de austeridad y la autodeterminación del pueblo griego.
A diferencia de otras manifestaciones, sobre todo las del partido comunista donde se exigía la salida de la eurozona, ésta abogaba por la permanencia en el euro, pero dentro de una Europa diferente. «Ni un paso hacia atrás», «No al terrorismo de la Unión Europea», «Pueblos de Europa, todos unidos» o «El domingo tomamos el futuro en nuestras manos» eran los lemas de algunas de las pancartas que se podían leer en esta primera concentración celebrada al comienzo de la campaña del referéndum.
En la manifestación junto con otros miembros del gobierno, el ministro de Trabajo, Panos Skurletis, dijo a la agencia de noticias EFE que «si la respuesta del domingo es un claro `no´, tendremos un buen lunes».
La tesis del Ejecutivo de Tsipras es que, si logra un claro apoyo de la población, Grecia podrá retornar a la mesa de negociaciones con un mandato más fuerte, posición que no parecieron compartir diversos líderes de la eurozona y de las instituciones europeas, entre ellos el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, o la canciller alemana, Angela Merkel, quienes recomendaron más o menos abiertamente el «sí», como única vía para poder alcanzar todavía un acuerdo.
«Es una provocación, son unos tramposos», dijo Yorgos, un jubilado de 67 años, al ser preguntado sobre cómo se toma la recomendación europea. «El pueblo tiene que dar un rotundo `no´ a este tipo de capitalismo negro, esto tiene que acabar de una vez», añadió en declaraciones a EFE.
«Luchamos por el euro, por la democracia, por nuestras vidas, por nuestros hijos, por eso este domingo votaremos `no´», apuntó Kostas, de 45 años. Para Jonathan, un abogado especializado en deuda financiera, el domingo constituye una oportunidad para demostrar que «Europa puede ser una Europa de los pueblos y no de los bancos» y lograr «transmitir esta idea a los líderes de la eurozona». «El pueblo griego será el bastión para salvar Europa, luego vendrán España, Portugal, Francia, Alemania… Si no cambia Europa, la eurozona está muerta», advirtió.
Grecia amaneció sin bancos y en calma
En la primera mañana con los bancos cerrados tras la decisión del gobierno de Alexis Tsipras de imponer un control de capitales hasta el 6 de julio próximo, el ritmo en las principales ciudades se mantiene normal. Se podrá retirar un máximo de 60 euros de los cajeros automáticos, que funcionarán durante 12 horas. El pago de las jubilaciones fue excluido de las restricciones y el transporte urbano será gratuito para todos los ciudadanos.
De acuerdo a un decreto oficial, conocido en la madrugada griega, el feriado bancario puede modificarse por decisión del Ministerio de Finanzas. A pesar de la medida se podrán realizar pagos con tarjetas en el interior del país, así como transacciones internas a través de los servicios web de los bancos. Por otra parte, se permiten los desembolsos a través de tarjetas de prepago, con el límite que tenían antes de la puesta en marcha de estas restricciones.
En cuanto al movimiento turístico, de importante volumen en el país heleno, se especificó que estas medidas no los alcanzan, y los visitantes podrán realizar transacciones y retiros de dinero en los cajeros automáticos utilizando las tarjetas de crédito o débito emitidas en sus países de origen. Las transacciones con el extranjero se limitan a operaciones de primera necesidad, como la compra de medicinas o el pago de gastos médicos.