El gobierno griego intentó convencer a su propia bancada de apoyar la propuesta que el primer ministro Alexis Tsipras presentó para evitar un default y una salida del euro, mientras en Bruselas los acreedores de Grecia discutieron el plan con vistas a su posible aprobación, quizás hoy mismo.
Por primera vez en meses, algunos de los máximos líderes del bloque europeo se mostraron optimistas en Bruselas ante la posibilidad de un inminente acuerdo con Grecia que garantice el desembolso de los últimos 7.200 millones de euros del paquete de ayuda internacional que vence el próximo 30 de junio.
Gabriel Sakellaridis, vocero del gobierno griego El cambio de actitud se debió a que Tsipras presentó una nueva propuesta de reformas económicas -condición puesta por los acreedores para destrabar la asistencia financiera- que incluye aumentos de impuestos para las empresas y el consumo, y una restricción en algunos beneficios jubilatorios.
Los cambios, que se alejan del programa inicial de Tsipras y su coalición, supondrían una recaudación extra de 8.000 millones de euros en 2015 y 2016.
«Comprendemos que las medidas presentadas en la propuesta son duras y que son medidas que, bajo otras circunstancias, es decir, si dependiera sólo de nosotros, no serían tomadas de ninguna manera», explicó el vocero del gobierno griego, Gabriel Sakellaridis, en una entrevista con el canal de televisión local Antenna.
Lejos de las indirectas y la diplomacia sutil, Sakellaridis optó por un discurso crudo y claro.
«Cada persona asumirá sus propias responsabilidad cuando vote» la propuesta en el Parlamento, sentenció el vocero en un mensaje dirigido a los diputados griegos, especialmente a los de su propia bancada.
Si Atenas llega a firmar un acuerdo con sus acreedores internacionales esta semana, ya sea en la reunión del Eurogrupo de hoy o en la cumbre de líderes de la Unión Europea (UE) del jueves y el viernes próximo, el texto final deberá ser aprobado por el Parlamento griego antes del próximo martes 30 de junio.
Varios diputados de Syriza, la coalición de izquierda que llevó a Tsipras al poder hace apenas cinco meses, ya adelantaron que no apoyarán la nueva propuesta que el premier presentó ayer y que los medios helenos filtraron.
Las reformas «no pueden ser apoyadas ni votadas», advirtió la diputada oficialista Eleni Sotiriou en declaraciones al semanario local Dromos tis Aristeras (El camino a la izquierda).
Otro diputado del oficialismo, Dimitris Kodelas, también avisó que no apoyará un eventual acuerdo con las tres instituciones acreedoras: la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
«No se puede votar un acuerdo así. El acuerdo sobre el que estamos avanzando no tiene nada que ver, según reconocen todos, con nuestro programa», sentenció el dirigente de Syriza, citado por la cadena de televisión CNN.
Con el pasar de las horas y el aumento de la tensión interna en el oficialismo griego, el vocero del gobierno griego advirtió que si el Ejecutivo no consigue el apoyo de la mayoría parlamentaria en los próximos, «la única opción será volver a recurrir a las urnas y al pueblo griego».
Mientras la amenaza de Sakellaridis busca disciplinar a sus propias filas, lo cierto es que aun si Tsipras no consigue el apoyo de toda su bancada, probablemente sí podrá aprobar el acuerdo gracias a los votos de los diputados de la principal fuerza opositora, la conservadora Nueva Democracia (ND).
Dirigentes y militantes de ese partido se manifestaron en el centro de Atenas a favor de cerrar un acuerdo con los acreedores internacionales y evitar una salida de la zona euro, incluso si esto significa más ajustes y mayores concesiones al establishment político y financiero internacional.
Pero el frente interno no es la única preocupación de Tsipras en este momento.
Mientras intenta evitar un quiebre en su coalición, el premier griego debe continuar presionando a las tres instituciones acreedoras para que acepten de manera definitiva su última propuesta.
Pese al tono optimista y las palabras esperanzadoras pronunciadas en la cumbre de líderes de la euro zona en Bruselas, la CE, el BCE y el FMI siguieron discutiendo las propuestas griegas en la capital belga.
Después de mantener un perfil bajo durante toda la jornada, la directora gerente del FMI, la francesa Christine Lagarde, deslizó ante la prensa palabras mucho menos esperanzadoras que las de sus compañeros del CE y el BCE.
«Estamos trabajando y vamos a seguir trabajando en las bases de la nueva propuesta que es ciertamente más amplia e incluye más detalles de lo que hemos visto hasta ahora, pero de todos modos le faltan especificidades, todavía se queda corta respecto a lo que hay que esperar», dijo Lagarde.
Sin embargo, otros dirigentes europeos mantuvieron el optimismo que dominó la cumbre en Bruselas.
«Estoy convencido de que llegaremos a un acuerdo», sentenció ante la prensa el comisionado de la Unión Europea para asuntos económicos, el francés Pierre Moscovici, aunque también advirtió que «queda trabajo por hacer».