Ante una multitud reunida en la Plaza de Mayo, la presidenta Cristina Kirchner repasó los logros de los 12 años de gobierno kirchnerista y aseguró que «no se trata de irse o de quedarse, porque este es un proyecto colectivo y depende de ustedes que sea profundizado». En ese sentido, aseguró que «lo más importante que se puede dejar es la verdad, la memoria y la dignidad», porque «nadie podrá engañar al pueblo». La jefa de Estado se dirigió en varias oportunidades a los trabajadores y a los medios de comunicación, a los que les pidió que «no exacerben los ánimos» para que los ciudadanos pueden «decidir libremente» al próximo gobierno.
Tedeum en Luján
La presidenta Cristina Kirchner comenzó la conmemoración por el 205 aniversario de la Revolución de Mayo participando de la tradicional misa en la Basílica de Luján junto a todo su gabinete, gobernadores y dirigentes sociales.
Vestida con tapado celeste y una chalina blanca, Cristina llegó cerca de las 11:45 y recorrió las obras de la histórica Basílica junto al arzobispo de la arquidiócesis de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani, el secretario General de la Presidencia, Eduardo “Wado” de Pedro, y ministros del gobierno.
Días atrás, Cristina había anunciado que quería estar en Luján «como un símbolo de lo que hemos logrado, en estos doce años felices y tristes al mismo tiempo». Y recordó que la restauración de la emblemática iglesia fue «la licitación Nº 1», que se realizó en 2003, cuando el ex presidente Néstor Kirchner decidió iniciar los trabajos de refacción.
«La terminamos de restaurar, de reconstruir, este año 2015, a 12 años de que él le contara a los argentinos que tenía un sueño, que era el sueño de ver una Argentina levantada, reconstruida en la cual pudiéramos mirarnos a los ojos», había señalado la presidenta.
Tras el recorrido, Cristina participó el oficio religioso celebrado por Radrizzani, junto al vicepresidente Amado Boudou, el presidente provisional del Senado, Gerardo Zamora, el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, el gobernador Daniel Scioli, y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
Al concluir el Tedeum, Cristina recibió el saludo, junto al canciller Timerman, de representantes de diferentes delegaciones extranjeras que asistieron a la Basílica de Luján, tras lo cual saludó a la concurrencia en la plaza frente al templo.
Sable de San Martín
A las dos de la tarde bajo ese sol que siempre termina saliendo, Cristina Fernández recibió de mano de una mujer y un varón del Regimiento de Granaderos a Caballo el sable corvo de San Martín. Esa espada que “nunca se manchó de la sangre de un compatriota” y es considerada un ícono de la defensa de la soberanía nacional, fue recuperada por el Museo Histórico Nacional después de 48 años, cuando el general y presidente de facto Juan Carlos Onganía ordenó su traslado, custodia y reclusión en la sede del regimiento ubicado en Palermo. Hoy el sable es la pieza más valiosa del museo. Cristina Fernández no habló durante la ceremonia, pero a ese silencio le sobraron las palabras. Más tarde, se expresó a través de las redes sociales (ver aparte) y destacó que “la espada que liberó a medio continente” quedará “en exhibición permanente” para que “todos y todas puedan conocer el célebre sable corvo de José de San Martín”. Como dijo la directora del Museo Histórico, Araceli Bellotta, que “lo reciba la Presidenta, esta Presidenta, que en su tiempo le toca defender la soberanía y la independencia de otra manera, no con armas pero sí con gestos, como ante los fondos buitre, hace de éste un momento histórico exacto para que el sable vuelva a este lugar”.