La Unidad coronavirus Covid-19 fue conformada a mediados de marzo por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. Su objetivo es articular las capacidades que posee el área CyT para afrontar la pandemia. Desde su creación, Roberto Salvarezza dispuso líneas de acción para que los investigadores argentinos se enfocaran de manera estratégica. Realización de diagnósticos, asesoramiento técnico al Poder Ejecutivo, equipamiento e insumos médicos y el desarrollo de aplicaciones constituyen los puntos relevantes. Para incentivar el trabajo en estas áreas, la Agencia que preside Fernando Peirano destinará más de 300 millones de pesos para ideas y proyectos relacionados. A continuación, los detalles al respecto.
–El 18 de marzo comenzó a funcionar la Unidad coronavirus. ¿Qué acciones realizaron a partir de entonces?
–Desde esa fecha entró en funcionamiento la Unidad, pero ya habíamos puesto el ojo desde hacía rato en cómo avanzaba la pandemia. Pronto, salimos a analizar cuáles eran las capacidades de las que disponía el MinCyT para poder intervenir. Estamos acostumbrados a pensar los trabajos científicos como procesos que se desarrollan a largo plazo, pero la emergencia nos pedía otra cosa. Identificamos cuatro líneas en las cuales debíamos concentrarnos: diagnóstico, asesoramiento al Poder Ejecutivo –en abordajes que van desde las ciencias sociales hasta la puesta en marcha de estudios matemáticos–, el desarrollo de aplicaciones para atender el problema, así como también, la producción de equipamiento médico e insumos.
–En relación al diagnóstico, de manera reciente, se conoció que investigadores del Conicet están muy cerca de producir test serológicos.
–Sí, de hecho, contactamos a tres empresas nacionales que habitualmente fabrican tests para la detección de virosis y les pedimos que se enfoquen en Covid-19. Son privados que contaban con investigadores del Conicet y de las universidades públicas entre sus filas; y que en la actualidad están trabajando sin descanso para elaborar un producto que permita la identificación rápida de material genético del patógeno. Estas compañías (Chemtest, CasprBiotech, Laboratorio Cassará) recibieron todas las facilidades, a través de la Agencia, para importar los insumos y obtener las muestras del Instituto Malbrán como referencia para validar las plataformas que desarrollan. Se trata de productos que podrían estar disponibles en tan solo uno o dos meses. Hay muchos laboratorios que han dado grandes pasos en la purificación de las proteínas del virus; esto es fundamental para el diseño de test serológicos (detectan anticuerpos en sangre).
–Cuanto más rápido estén los desarrollos propios, menos habrá que importar.
–Es una carrera que corren todos los países. Existe una demanda muy alta de insumos desde muchas partes del mundo, por eso, salir a competir por un recurso crítico en un momento como este es muy complicado. También trabajamos con otras empresas que están en la producción tecnologías PCR (Reacción en Cadena de Polimerasa) nacionales. Hoy en día, el INTA, algunos laboratorios y universidades cuentan con ejemplares de los mismos equipos que tiene el Instituto Malbrán, cumplen con las mismas condiciones de bioseguridad y están acostumbrados a manipular material biológico. Nosotros le ofrecimos al Ministerio de Salud las capacidades disponibles en estas instituciones. Realizamos un relevamiento de aquellos espacios que hoy están listos para realizar detecciones virales cuando la cartera así lo requiera. Es decir que, además de los 35 centros que forman parte de la estrategia de descentralización del gobierno, nosotros podemos sumar siete laboratoriosque podrían llegar a hacer unos 2500 test adicionales a diario. Cuando difundimos que comenzábamos el registro de infraestructura y recursos humanos, espontáneamente, aparecieron centenas de técnicos, científicos y profesores universitarios que se comprometieron y demostraron sus ganas de dar una mano.
–Eso es muy destacable.
–Por supuesto, porque demuestra cuál es el espíritu de la comunidad científica argentina. Quiebra de una buena vez por todas ese estereotipo de los investigadores en la torre de marfil. Una respuesta similar tuvimos cuando se los convocó a contribuir en el Plan Argentina contra el hambre. Tenemos un Ministerio abierto a las demandas de la sociedad, que articula con Salud, con Jefatura de Gabinete y con todos los espacios de intersección de las restantes dependencias del gobierno.
–Ya que lo menciona, usted planteaba que desde el MinCyT también aportaron el asesoramiento de cientistas sociales y matemáticos al Poder Ejecutivo. ¿De qué se trata?
–Nos solicitaron que nuestros matemáticos y físicos trabajen en el modelado epidemiológico para aventurar cómo podría responder la población frente a diferentes medidas medulares como la finalización de la cuarentena; y también fueron convocados nuestros cientistas sociales para analizar el impacto socioeconómico de la pandemia. Desde aquí, se abordan los efectos que el aislamientotiene en la percepción social y elaboran informes específicos que solicita el Poder Ejecutivo para poder tomar decisiones basado en la mejor evidencia científica. Aproximadamente 500 investigadores realizaron tareas conjuntas con referentes locales de todo el país. Los desarrollos son preliminares pero entendemos que pueden ser de mucha utilidad.
–En relación a los insumos médicos, un tema crucial es el de los respiradores.
–Sí, estamos articulando esfuerzos con el Ministerio de Desarrollo Productivo. En Argentina hay empresas que desarrollan respiradores altamente sofisticados; una de ellas está en Córdoba y exporta a distintos países del mundo. Por pedido de Salud, la exportación se detuvo y la fabricación, en este momento, se enfoca solamente a la demanda interna. En este punto, utilizamos nuestra experiencia para destrabar problemas que podrían gestarse ante la falta de insumos que provienen del exterior. Empresas como INVAP podrían contribuir con el apoyo técnico de su personal altamente calificado en el diseño de faltantes en caso de que la compañía cordobesa tuviera problemas con algún caso puntual. También disponemos de una innumerable cantidad de laboratorios e institutos que, por propia iniciativa, aportan prototipos de respiradores que, en algún tiempo, podrían utilizarse.
–Más allá de la pandemia, el desarrollo de tecnología para el campo de la salud siempre será bienvenido…
–El desarrollo tecnológico lleva tiempo, pero por más pequeña que fuera la escala de producción todo sirve. Además disponemos de impresoras 3D que fabrican máscaras y otros elementos de protección fundamentales para el personal de salud.En días anteriores lanzamos una campaña para que se sumen los desarrolladores que así lo deseen.Contamos con un coordinador de equipo que se especializa en el área informática y, en colaboración con Jefatura de Gabinete y Salud, desarrollamos el test de autoevaluación que, en su día de estreno, les permitió a 500 mil argentinos reconocer su situación frente al virus.
-Han cubierto todas las necesidades, ahora hay que esperar los resultados.
-En eso estamos. Tenemos a todos los científicos abordando el problema desde sus propios enfoques y están siendo de mucha ayuda. Todos sus aportes son imprescindibles. Matemáticos, ingenieros, economistas, cientistas sociales, biotecnólogos, médicos y la lista sigue. Esto demuestra que la falsa dicotomía entre ciencia útil e inútil es realmente una estupidez.