El ecomanto fue uno de los proyectos que participó del concurso universitario de innovación UNSL Xi. Los científicos se fijaron el objetivo de buscar una alternativa a materiales derivados del petróleo que una vez que cumplen su ciclo de vida útil, perduran en el ambiente luego de ser desechado, contaminando y alterando los ciclos naturales de la vida animal y vegetal. Si bien se pueden reutilizar en otras aplicaciones, aunque no tengan las mismas prestaciones, el problema ambiental no se resuelve.
El ecomanto es un biopolímero que se extrae de la cáscara de frutos cítricos a través de un método que es la hidrólisis ácida o básica. “Se puede poner a hervir esa cáscara en un medio, en ciertas condiciones de pH y con métodos de extracción en los que te vas quedando sólo con el biopolímero”, explicó la Dra. María Guadalupe García, responsable de la propuesta.
La idea es lograr un manto que sea biodegradable, en la búsqueda de las mismas prestaciones que el sintético, que se obtenga de una fuente natural, renovable, que incluso está al alcance porque es un producto que se obtiene y produce en nuestro país.
Como grupo además se propusieron el desafío, en cuanto a la innovación, de que su producto no se presente en forma de rollo como usualmente se hace o se vende con los sintéticos, sino a través de una generación in situ. El producto consiste en un componente sólido (pectina) que mezclado con agua y aditivos se transforma en una película al ser rociado sobre el suelo. Esta película bloquea el crecimiento de la maleza. El kit contiene todos los elementos e indicaciones para que el usuario pueda prepararlo y aplicarlo de manera sencilla en su huerta con la ayuda de una maquina pulverizadora convencional.
“El biopolímero se disuelve en un solvente que es agua, o sea que es cero nocivo ya que no tiene ningún tipo de toxicidad (…) Indica cómo prepararlo y después cómo aplicarlo para que se forme la película porque sí necesitamos que se rocíe y al cabo de un cierto tiempo aparezca una película formada que se visualiza sobre la tierra (…) Se forma el manto y después se trabaja como si fuera una película de las sintéticas comerciales”, aclaró García.
Para su preparación se disuelve el contenido del recipiente 1 en diez 10 litros de agua, una vez disuelto, se agrega el contenido del recipiente 2 y se mezcla. Para su aplicación, se deberá verter la preparación en un rociador, aplicar sobre el suelo de cultivo de manera continua y abundante cubriendo toda la superficie, para luego realizar las perforaciones en la tierra y colocar la semilla o plantin.
“Cualquier persona, sea ama de casa o que le guste hacer jardinería, un vivero, una huerta comunitaria, lo puede aplicar. Se formará una película in situ y se trabajará de la misma manera que con el cultivo de hortalizas. Se siembra la semilla, donde deberá hacerse un hueco en la tierra y donde sólo crecerá esa semilla porque el resto estará cubierto por este manto que impedirá la llegada de la luz, por lo tanto, las malezas no van a lograr hacer la fotosíntesis y no crecerán. Si alguna de ella lograra germinar y empezar a crecer, se encontrará con el impedimento mecánico de que tiene una película arriba”, dijo la investigadora.
Lo beneficioso del manto en sí es que impide el crecimiento de malezas sin el agregado de químicos, y eso en definitiva favorece y promueve el cultivo y producción de alimentos orgánicos (que hoy por hoy su valor encarece), con el agregado que eso tiene para personas embarazadas, gente que tiene alergias, grupos de riesgos y para la sociedad en general.
La idea es usar un polímero que sea biodegradable, con las prestaciones de los mantos sintéticos, pero además generarlo in situ, porque eso implica que no haya que modificar ningún tipo de maquinaria, ni comprar un dispositivo especial para colocarlo, con un simple rociador, aplicando la técnica de procedimiento de preparación y aplicación brindada se genera in situ. Pero además tiene otro beneficio que es que no se necesita recolectarlo después de la cosecha.
Los mantos sintéticos o de polietileno, hoy por hoy cumplen un ciclo de 90 a 120 días y después hay que removerlo porque ya están agujereados o porque erosionaron con las condiciones climáticas y no se pueden reutilizar como tal, se tienen que levantar, arar la tierra y volver a preparar el terreno.
“En este caso, con ecomanto, no haría falta ni siquiera removerlo, vos lo arás con la propia tierra porque es un componente que viene de la naturaleza de la cáscara de frutos cítricos, se biodegrada, incluso contribuiría al abono de la propia tierra, entonces lo arás junto con la tierra y volvés a armar tu surco, volvés a aplicar la película en forma de spray y arrancás con el ciclo de nuevo. Tiene muchos beneficios”, remarcó la Doctora en Química.
Se han pensado en distintas escalas de aplicación del proyecto. Una primera, a pequeña escala, sería a nivel hogar, también en huertas de escuelas, huertas comunitarias, viveros y escalar después a huertas más grandes de gente que se dedique a producir hortalizas para la venta.
El kit se pensó para adquirirse en distintos puntos de venta como comercios de venta de productos agrónomos, hasta los grandes supermercados en la sección de jardinería. «Si alguien quiere usar el manto para el control de malezas de su huerta puede ir y adquirirlo directamente de la góndola», manifestó.
“Participar del concurso y ganarlo les hubiera permitido avanzar en la etapa de formación de la película por spray, realizando una serie de estudios que deben completar para poder brindarle al consumidor y al cliente, las pautas claras de cómo aplicarlo y optimizar ciertas condiciones del proceso. Se trabaja en estrategias para reducir costos y que sean equivalentes al del polietileno, ya que es difícil competir con ello por sus costos mínimos. Hay que lograr que sea competitivo y generar conciencia de su uso», dijo Guadalupe.
El equipo de trabajo lo conformó una química (FQByF), un ingeniero agrónomo (FICA) y una licenciada en nutrición (FCS), como los tres (3) docentes involucrados.
Al grupo se incluyeron estudiantes de posgrado, analistas químicos, graduados en ingeniería en alimentos, diseñadores industriales, licenciados en ciencia y tecnología de los alimentos, y licenciados en química.