Un kilo de harina se puede encontrar a 33 pesos en un supermercado de cercanía. A cuatro cuadras, en un hipermercado, se vende a 58 pesos, lo que significa una diferencia del 76 por ciento. Así se desprende de la información publicada por la aplicación gubernamental Precios Claros para el barrio porteño de Belgrano. A nivel nacional, la diferencia de precios de la misma marca y tamaño alcanza el 40 por ciento para los alimentos, y trepa al 60 por ciento para los productos de limpieza y cuidado personal, según un informe elaborado por la consultora Focus Market. La razón de la dispersión de precios se debe a la escalada inflacionaria, la catarata de aumentos después de la devaluación, el bajo control en la implementación de IVA cero, la caída del consumo y el mal funcionamiento del programa Precios Cuidados, según detallaron especialistas en consumo consultados por PáginaI12.
Un aceite de 900 mililitros puede venderse entre 135 y 189 pesos, una variación del 40 por ciento. Un paquete de arroz de 200 gramos, entre 83 y 115, una diferencia de 38 por ciento. Fideos de 500 gramos, entre 37 y 48 pesos, 30 por ciento de diferencia. Un agua de litro y medio, entre 56 y 67 pesos, 20 por ciento de variación. Pañales de 36 unidades, entre 307 y 511, variación de 66 por ciento. Así se desprende del estudio de Focus Market, basado en ítems de primeras marcas de 515 puntos de venta de todo el país, desde hipermercados hasta pequeños comercios barriales.
“Por la aceleración de precios y la intensidad en la caída del consumo, cada canal ajusta costos y precios de diferente forma, e incorporan distintas ofertas para liquidar stock”, explicó Damián Di Pace, autor del relevamiento. Además, dijo que los precios más bajos de cada producto varían según la categoría y el tipo de comercio de venta. Las bebidas sin alcohol, limpieza e higiene se encuentran a valores más competitivos los fines de semana en hipermercados. Los productos como pastas secas y conservas, en los mayoristas y supermercados chinos. Los productos frescos como carnes y verduras, en los canales de comercio tradicionales, como carnicerías y granjas. Y los de reposición básica diaria, los fines de semana en las tiendas de descuento, como Día.
La dispersión de precios es mayor si sólo se consideran supermercados, autoservicios e hipermercados, como releva la aplicación Precios Claros, lanzada por el Gobierno hace más de tres años para comparar las diferencias de precios en los barrios de todo el país. En el barrio porteño de Belgrano, un shampoo del mismo tamaño y la misma marca puede valer desde 102 a 185 pesos, una variación del 81 por ciento. Una lavandina de 5 litros, entre 31 y 45 pesos, una diferencia de 45 por ciento. Un paquete de 12 hamburguesas, de 512 a 675 pesos, es decir, más de 100 pesos de diferencia. Las brechas son mayores cuando los comercios ofrecen descuentos por cantidad o por el pago de una determinada tarjeta.
Descalabro de precios
Federico Moll, director de la consultora Ecolatina, aseguró que el aumento en la dispersión de precios se debe a la disparada de la inflación, que en agosto fue del 4 por ciento. “El motor de este fenómeno es la inflación. No se sabe cuál es el valor de las cosas que uno consume, se perdió el concepto de lo caro y lo barato”, explicó el economista. Además, agregó que la incertidumbre y las expectativas de cuál será el valor del tipo de cambio llevan a que todos los productos aumenten en forma distinta. “La remarcación responde a lo que cada uno cree que va a pasar. La relación del valor del tipo de cambio y el precio del producto en Argentina es muy clara. Pero nadie sabe a cuánto va a estar el dólar”, dijo Moll.
Gonzalo Semilla, economista jefe del centro de estudios Creebba, explicó que la variedad de precios se debe a la aplicación del IVA cero, dado que los hipermercados lo implementaron a los pocos días de lanzada la medida, pero los comercios más chicos tardaron varias semanas. “Registramos comercios que no bajaron el precio porque están ahogados financieramente, entonces no pueden aplicarlo. Tampoco hay controles y hay muchas ventas en negro”, afirmó Semilla. Incluso, la posibilidad de que los comercios barriales pudieran aplicar IVA cero fue posible recién un mes después de lanzada la medida, dado que en el caso de los monotributistas, no podían descargar el crédito fiscal.
Además, el economista agregó que la implementación del IVA cero se dio en conjunto con el envío de nuevas listas de precio de las alimenticias tras la megadevaluación post elecciones. “Algunos supermercados trasladaron instantáneamente los aumentos, pero otros absorbieron parte de la diferencia a costa de la rentabilidad. Eso agregó al descalabro de precios”, informó Semilla.
Claudio Boada, director de La Unión de Usuarios y Consumidores, atribuyó parte de la responsabilidad al mal funcionamiento de Precios Cuidados. “Cuando el programa funcionaba bien, había precios de referencia. Pero sólo se encuentran el 25 por ciento de los productos del listado, que no suelen ser los de primera necesidad”, afirmó Boada. Y dijo que otro problema de Precios Cuidados es que no se mantienen los mismos productos, sino que hay ítems que “entran y salen”, y en el medio tienen aumentos de más del 30 por ciento, por lo que no hay un registro gubernamental de la evolución de los precios.