¿Cómo afecta la crisis nacional a las mujeres?
Por:
Johana Gómez.
Candidata a Diputada Nacional por el Frente de Izquierda – Unidad.
En estos días, vimos que Macri alienta el chantaje de los mercados mientras anuncia medidas “paliativas” y hace gestos para calmar el ánimo de quienes la venimos pasando mal. Desde ya que esas medidas son insuficientes y ni sus grandes amigos, que siguieron acumulando ganancias como en el gobierno kirchnerista anterior, le hacen caso. Los precios siguen subiendo y nuestros sueldos, bajando.
Alberto Fernández, que ya en campaña dijo que había que subir el dólar, salió a festejar su cotización en 60 pesos. Su respeto al acuerdo con el FMI y al pago de una deuda que no es nuestra, hipoteca el futuro de quienes vivimos del trabajo y generamos la riqueza del, así como el de quienes no tienen nada o casi nada.
Sin embargo, el Frente de Todos con su fórmula presidencial Fernández – Fernández sigue justificando la devaluación que golpea nuestros bolsillos y deja a millones de personas sin el plato de comida, mientras las conducciones sindicales alineadas a su fuerza (como las de la CGT y la CTA) se llaman al silencio. Simplemente, nos proponen esperar a las Elecciones Generales de octubre y hasta la primera semana de diciembre (recambio y asunción presidencial) como si eso fuera a frenar el ataque que ya se impone y se profundiza con consecuencias concretas.
Claro. Ellos, los poderosos, los empresarios, los políticos y funcionarios que gobiernan para los ricos, no tienen los mismos problemas que nosotras. No reciben salarios de miseria, no tienen que ver cómo sus abuelas y abuelos se quedan sin remedios, no necesitan hacer dos o tres jornadas de trabajo para que a sus hijas e hijos no les falte un par de zapatillas para poder ir a la escuela. No. Ellos no viven como nosotras, ni saben de nuestros problemas.
En tiempos de crisis, las mujeres – que somos las que mayoritariamente nos ocupamos de la economía y el cuidado del hogar, de las tareas de crianza y cuidado de nuestras hijas e hijos y de nuestros familiares más avanzados en edad – vemos que cada vez es más difícil llegar a fin de mes. Sufrimos con angustia quedarnos sin trabajo y, si conseguimos otro, sabemos que es cada vez más precario y con un salario más bajo. Y ni hablar del derecho al aborto, del presupuesto y la atención para las mujeres en situación de violencia, de las guarderías y los jardines para nuestras hijas e hijos, del acceso a la vivienda, a la salud y a otros tantos derechos elementales que nos niegan, gobierno tras gobierno.
Para nuestra juventud, vemos a diario que la única salida parece ser la de una precariedad laboral que la condena a ser mano de obra baratísima para los empresarios, como así también, a tener que elegir entre trabajar o estudiar y, en muchos casos, a no poder terminar el secundario ni la carrera universitaria o terciaria, porque el dinero en casa no alcanza y el tiempo tampoco es suficiente.
Estamos hartas. Y nuestro hartazgo es profundo. Por eso, nos estamos organizando y, en ese sentido, le damos fuerza al Frente de Izquierda – Unidad, la única alternativa política que junto a Nicolás del Caño y Myriam Bregman se propone invertir las prioridades, para que la crisis no sea descargada sobre nuestras espaldas, para darle curso a medidas elementales de emergencia (terminar con los tarifazos y volver a los valores de 2016; por cada punto de inflación, un punto de aumento salarial; tomar toda empresa que suspenda o despida para garantizar los puestos de trabajo) en defensa del salario, el empleo y por los derechos de las mujeres.
La CGT – en todas sus alas burocráticas – y la CTA siguen la tregua que le supieron garantizar todos estos años al gobierno nacional para que imponga sus políticas de ajuste. Esta situación no va más. Necesitamos un Paro General Activo, de 36 horas, con un plan de lucha nacional, para defender nuestros derechos.
Con la fuerza que construimos en todos estos años, cada vez que dijimos Ni Una Menos, cada vez que reclamamos por el aborto legal junto a las miles de jóvenes de la marea verde; con esa fuerza enorme del movimiento de mujeres, tenemos que exigir que aquéllas medidas se debatan y se aprueben en el Congreso Nacional. Y porque nunca nadie ni ningún gobierno nos regalaron nada, tenemos que salir a las calles para imponerlo. Ahí está la fuerza para luchar por nuestras demandas y para defender nuestros derechos junto a la clase trabajadora, a la juventud y al enorme movimiento de mujeres que pusimos en pie.
Para redoblar esa fuerza, para que se escuche nuestra voz, es fundamental organizarse. Organizar nuestra fuerza desde cada barrio, desde cada lugar de estudio y de trabajo para lograr un aumento inmediato de salarios y para que, por cada punto de suba de precios, suban un punto los salarios, las jubilaciones y los planes sociales. Para que ninguna trabajadora, jubilada y pensionada ni ningún trabajador, jubilado y pensionado cobre menos de lo que cuesta la canasta básica familiar actualizada. Para que se anulen los tarifazos. Para que no haya suspensiones ni despidos y, para que cada fábrica que cierre, sea rodeada de solidaridad y puesta a producir bajo el control y la gestión de sus propios laburantes. Medidas básicas, elementales y de urgencia que no pueden esperar.
Luego de conocerse los resultados electorales de las P.A.S.O., los bancos y los fondos de inversión desataron una brutal corrida contra el peso, y nosotras y nuestras familias lo sentimos en todos los ámbitos de la vida. Por eso, estamos llamadas a tomar partido, a organizarnos para enfrentar ese ataque y el lucro desenfrenado de los mercados, especuladores, banqueros, empresarios, terratenientes, y los planes de ajuste del FMI y del próximo gobierno. Por nosotras, por nuestras familias y por las millones de familias que viven del trabajo y son parte de la clase trabajadora argentina y los sectores populares.