El dólar viene subiendo al ritmo de un peso por semana. El viernes cerró por encima de 46 pesos en los principales bancos de la city y la semana anterior lo había hecho por arriba de 45. La tranquilidad cambiaria de junio y la primera parte de julio parece difícil de recuperarse este mes . Los días hábiles para las elecciones del 11 de agosto pueden contarse con los dedos de una mano y potencian la presión del tipo de cambio. Los inversores empezaron a hacerse la pregunta del millón: ¿cuándo empezarán a rifarse de nuevo las reservas?
Las intervenciones del Banco Central en los mercados de futuros y el aumento de la tasa de interés en pesos no parece ser suficiente para contener el incremento diario de la divisa. En el mercado aseguran que existe una probabilidad elevada de que el Central vuelva a intervenir esta semana con la venta directa de dólares. Se buscaría evitar que la cotización del tipo de cambio supere el récord de casi 47 pesos alcanzado a fines de abril.
En la autoridad monetaria se muestran reacios a adelantar los próximos pasos con el dólar. Este suplemento le consultó si tienen en agenda ofrecer moneda extranjera en los próximos días. La respuesta fue de casete: “la estrategia cambiaria no se adelanta”. Las reservas disponibles para intervenir en el mercado cambiario se ubicarían en torno de los 6000 millones de dólares. El Fondo no aprobaría que se sacrifiquen divisas por arriba de ese monto (equivalente al 10 por ciento de las reservas). Tampoco habilitaría ventas diarias superiores a los 250 millones de dólares. Estos son los números que le adelantaron a Cash dos de los consultores con mayor convocatoria de la city.
El BC enfrenta un riesgo importante. La posibilidad de vender divisas para contener el salto del tipo de cambio se trasformó en una bala de plata. El uso de este instrumento en el momento correcto puede frenar las especulaciones de algunos inversores e incluso cambiar las expectativas de devaluación. Pero intervenir con mal timming puede ser la gota que rebalsa el vaso y despertar nuevamente el pánico de los inversores.
El antecedente de abril del 2018 enciende luces rojas. El Central rifó 4731 millones de dólares para intentar sostener la cotización del dólar en torno de 20 pesos. El resultado fue contraproducente: la impericia del Central reafirmó la decisión del mercado de dolarizarse. En junio de ese año las pizarras ubicaban el tipo de cambio en 28 pesos y en septiembre en 38. Repetir esa experiencia este año sería traumático. El ajuste de la cotización –más allá de lo que ocurra en el corto plazo- parece imposible de contener.
La matemática cuenta con una herramienta potente para hacer demostraciones: la reducción al absurdo. La técnica para demostrar un argumento es negarlo. Se verifica a través de las contradicciones que genera sostener esa negación que el argumento es verdadero. El futuro del dólar puede pensarse con esta misma lógica. Se puede empezar negando la inestabilidad. La hipótesis sería que el dólar no va a devaluarse. Pero esto se transforma en un absurdo en el momento que se revisan los desequilibrios de la macro.
La lista de los elementos que contradicen las posibilidades de estabilidad cambiaria es amplia. La deuda de corto plazo del Banco Central es uno de los principales factores de tensión. Las Leliq fueron el tema central de debate entre consultores del mercado la semana pasada . No hubo ni uno sólo que las consideró sostenibles con estas tasas de interés de 60 por ciento. El consenso indica que estos pasivos terminarán licuándose con el salto del tipo de cambio, que fue el mecanismo de ajuste de las Lebac del año pasado.