San Luis (LaNoticia) 30-04-15. Luego de que los docentes de San Luis fueran traicioneramente reprimidos en la Legislatura provincial, cuando luchaban por un Estatuto del Docente justo, luego de haber tomado mates durante largas horas con quienes horas después los reprimirían el 29 de abril de 2004; la noche siguiente -30 de abril de 2004-, una multitud se reunió en Plaza Independencia para repudiar ese acto grosero. Justamente la noche del 30 y madrugada del 1 de mayo, se desató en nuestra capital, la más grande y brutal represión policial que nuestra historia recuerde. El video que acompaña esta nota la realizó este periodista en 2011. Hoy en 2015, la cosa está igual que en ese entonces.
En forma pacífica, miles de sanluiseños protestaban frente a la que, en ese entonces, era la sede del gobierno provincial -hoy destinado al Poder Judicial-. Los camiones de exteriores de los principales medios nacionales registraban en vivo las instancias; hasta que de pronto, todos esos camiones comenzaron a cerrar sus cámaras y dejar de transmitir, para nunca más volver. Fue en ese preciso momento en que, como si de misiles en Irak se tratara, cientos de cartuchos de gases lacrimógenos invadieron la plaza. El aire se tornó irrespirable, todo el mundo comenzó a correr para el lugar que podía, escapando a la asfixia que proponía el gas. Comenzó allí, la represión policial más grande y cobarde que puedan contar las páginas de la historia de San Luis.
Por donde uno quisiera ir, había pelotones de policía antimotines, lanzando gas lacrimógeno y balas de goma, las que impactaron en varios manifestantes y en otros que jamás habían estado en la concentración, pero que el destino puso en lugar y la hora equivocados. No importaba a quién le tiraban los uniformados, le tiraban a todo lo que se movía sin importar por qué se movía.
Así fue que junto a dos colegas -Mauricio Conti y Gustavo Senn- que cubríamos este hecho histórico, caminábamos detrás de un pelotón que iba por Belgrano, desde Rivadavia hacia San Martín. De pronto vimos alguien caído sobre la vereda, y pensamos que se trataba de un policía porque vestía ropas azules. Pero no, no era un policía, era el funcionario municipal Marcelo Bustos Padovani, quien había salido de su trabajo en la Municipalidad, llegó a escasos metros de San Martín, por Belgrano y quedó a merced del oficial Carlos Agüero quien no dudó en darle un escopetazo con balas de goma a escasos 20 centímetros de su rostro, desfigurándoselo por lo que tuvo largas sesiones de cirugía para recomponerle en parte su cara. Bustos Padovani se salvó de la muerte por milagro.
Pero no fue el único, toda vez que otro empleado municipal quedó parapléjico luego de la tortura que recibió de los policías.
Durante toda la madrugada del 1 de mayo, ciento de efectivos policiales recorrieron las calles capitalinas en una verdadera caza de brujas, intentando dar con cada uno de los partícipes de la marcha de repudio que se había desarrollado hasta la medianoche del día anterior. A tal punto llegó esa cacería que los uniformados llegaron a detener y torturar a personas que jamás habían participado de la jornada de protesta.
A pesar de la barbarie que desplegó la policía, la (In)Justicia de San Luis jamás imputó a ninguno, ni siquiera a Agüero, a quien se le adjudicó el cobarde disparo sobre el rostro de Bustos Padovani, luego de una investigación sumaria realizada por la misma policía.
Informe: Carlos Rubén Capella
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